Por Manuel González Ayestarán
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El próximo domingo será una fecha clave para América Latina, ya que Ecuador celebrará la segunda vuelta de sus elecciones presidenciales. En medio del proceso de escalada de la derecha que está viviendo la región con los gobiernos de Mauricio Macri, en Argentina, y de Michel Temer, en Brasil, el pueblo ecuatoriano decidirá si secunda el cambio de rumbo regional hacia el neoliberalismo o si opta por permanecer en la senda socialdemócrata de la ya desvirtuada Revolución Ciudadana y el Socialismo del siglo XXI. Según las últimas encuestas de intención de voto, el candidato oficialista al frente de Alianza País, Lenín Moreno, aventaja a su rival Guillermo Lasso, líder de la coalición derechista Creo-Suma.
Sin embargo, la candidatura del banquero neoliberal ha sido apoyada por los líderes de las formaciones que quedaron en tercer y cuarto puesto en las elecciones celebradas el pasado febrero. Esto no sorprende en el caso la líder del Partido Social Cristiano, Cynthia Viteri, ya que, a pesar de haber desarrollado una campaña política de confrontación contra Guillermo Lasso, sus ideales conservadores y el segmento de la burguesía ecuatoriana proestadounidense a la que representa la hacen una aliada natural del líder de Creo. “Nos enfrentamos a un nuevo desafío. En diez años sólo hemos tenido una puerta, la del Socialismo del siglo XXI. Ahora tenemos dos puertas o dos opciones; hemos pasado a una segunda vuelta, no la desperdicien”, señaló recientemente en una reunión con dirigentes del distrito tres de Guayaquil.
Lo que sí sorprendió es la decisión del candidato de la coalición izquierdista Acuerdo Nacional por el Cambio (ANC), Paco Moncayo, el cual declaró mediante un mensaje a través de la red social Twitter que “no hay otra forma de salir de Correa que votando por Lasso. ¡No queda más! Yo no me voy a lavar las manos diciendo ‘por ninguno’”. Moncayo es un exmilitar progresista, integrante del partido socialdemócrata Izquierda Democrática. En las elecciones del pasado febrero, encabezó la coalición conformada por su propio partido, junto a formaciones supuestamente situadas a la izquierda de Alianza País, como el Partido Comunista Marxista Leninista del Ecuador, Unidad Popular o el partido indigenista y anticapitalista Pachacutik. Sin embargo, su rechazo al gobierno correísta lo ha llevado a apoyar nada menos que al neoliberalismo manifiesto de Lasso como “mal menor”.
En cuanto a la opinión pública, según el último estudio de Cedatos, publicado el 22 de marzo, Moreno ganaría estos comicios con 45,7 por ciento de los sufragios, quedando 41,5 para Guillermo Lasso. El resto de las papeletas se repartiría en votos nulos (9,5 por ciento) y en blanco (3,3 por ciento). En ese momento, la encuestadora identificó 16 por ciento de votantes aún indecisos. Este estudio se realizó en 23 provincias del país entre el 18 y el 19 de marzo, y tiene un margen de error de 3,4 por ciento. Asimismo otras empresas consultoras como Opinión pública Ecuador, Perfiles de Opinión, y Market sitúan a Moreno liderando la intención de voto con entre 45,7 y 48,9 por ciento de apoyos, frente Lasso, que se sitúa entre 34,4 y 45 por ciento.
Ambos candidatos no dejan dudas de sus proyectos de gobierno. Lenín Moreno fue vicepresidente de Rafael Correa entre 2007 y 2013, y va acompañado en su candidatura del actual segundo de gobierno, Jorge Glas. Por otro lado, Guillermo Lasso es un exbanquero, actualmente principal accionista del banco Guayaquil. Esto lo vincula a la crisis bancaria que afectó y empobreció a Ecuador en 1999. Por otro lado, recientemente se ha desvelado que posee 49 empresas en paraísos fiscales. Por tanto, los ecuatorianos deberán elegir entre el proyecto continuista de Alianza País o el giro neoliberal del conocido como “Macri ecuatoriano”.
Los escándalos Guillermo Lasso
El líder de la coalición Creo-Suma fue presidente ejecutivo del banco Guayaquil entre 1994 y 2012, posición desde la cual se benefició de la crisis bancaria ecuatoriana de 1999 durante la que varios bancos privados cerraron o entraron en procesos de rescate financiero. El 8 de marzo de ese año se declaró el “feriado bancario” de 24 horas, que finalmente se extendió durante cinco días. Durante ese período se suspendieron todas las operaciones financieras y el gobierno de Jamil Mahuad decretó un congelamiento por un año de las cuentas de más de dos millones de ecuatorianos.
En este contexto, los bancos emitieron a sus clientes los conocidos como Certificados de Depósitos Reprogramables (CDR), que eran comprobantes de la cantidad de dinero que estos tenían congelado en sus cuentas. Sin embargo, empresarios como Guillermo Lasso aprovecharon la desesperación y la incertidumbre reinante por la quiebra de bancos para comprar esos CDR a 40 o 50 por ciento de su valor. Posteriormente, cuando el Estado ecuatoriano llevó a cabo el rescate masivo de los bancos privados, recompró los CDR al 100 por ciento de su valor, haciendo que las empresas que los habían comprado por la mitad del mismo, como Andean Investment (propiedad de Lasso por aquel entonces), se enriqueciesen. La relación de Lasso con el gobierno de Mahuad fue tal, que en agosto de 1999 fue nombrado superministro de Economía y Energía.
No obstante, arropado por la mayoría de los medios privados del país, la campaña política desarrollada por el líder derechista ecuatoriano para las últimas elecciones presidenciales ha estado separada de su pasado. Así, el empresario bancario ha podido esgrimir un discurso basado en el rechazo diametral a la Revolución Ciudadana de Rafael Correa, aprovechando el desgaste de la misma debido a la crisis económica y a las medidas antipopulares implementadas durante los últimos años. Así, las críticas a la corrupción del gobierno y la propuesta de creación de un millón de empleos han sido los ejes principales de su discurso. Sin embargo, en las últimas semanas, la periodista argentina Cynthia García publicó en el medio argentino Página/12 una investigación en la que sacó a la luz un nuevo escándalo público ligado a los negocios financieros de Lasso.
La investigación Panama Papers reveló que existen 49 empresas offshore constituidas a nombre de Lasso, así como de sus familiares y allegados. Él se defendió afirmando que su información patrimonial es pública, sin embargo, García, en base a su investigación afirma que “las 49 empresas offshore no son públicas. Que él haya establecido fideicomisos en paraísos fiscales de Caimán, Delaware o Panamá no es público. Que Lasso sea la empresa offshore Positano no es público”. García explicó en una entrevista con el diario ecuatoriano El Telégrafo que Lasso “tiene razón al decir que su patrimonio está en el Ecuador porque actualmente los fideicomisos, que están convertidos en empresas offshore, están en Ecuador. Él ha tenido una costumbre de sacar y traer su patrimonio. Cuando entra ese dinero lo hace como inversión extranjera, pero lo que hace Lasso es no pagar impuestos por esas divisas que sacó previamente del país”.
Por otro lado, el candidato derechista recientemente afirmó en la Universidad de San Francisco que es propietario del banco Banisi, que hasta 2013 figuraba como subsidiaria del banco Guayaquil. Sin embargo, desde 2014 la ley ecuatoriana prohíbe que los propietarios de bancos tengan empresas subsidiarias en paraísos fiscales. Esto se aprobó para evitar la fuga de capitales a cargo de los banqueros, por ello estos empresarios tuvieron que vender sus empresas subsidiarias offshore. Pero, según comprobó García en instituciones de acceso público, como el Registro Público ecuatoriano, la Superintendencia de Bancos de Panamá y la Superintendencia de Compañías del Ecuador, Guillermo Lasso “se habría vendido a sí mismo el banco Banisi, empresa offshore en Panamá, subsidiaria del banco de Guayaquil”.
“Banisi Panamá pasó entonces a pertenecer a un holding: el 100 por ciento de las acciones de Banisi SA fue transferido a Banisi Holding SA”, explica García. Una auditoría realizada por la calificadora Deloitte señaló que Banisi Holding SA pertenece a Pietro Overseas. La periodista argentina señala en su investigación que “fuentes financieras […] aseguran que Pietro es Lasso y que en realidad el candidato a la presidencia se autovendió el banco de Panamá ocultándolo en esa empresa con nombre de fantasía italiano, que si se busca en internet, sólo salen los registros de una firma de abogados expertos en negocios offshore”.
En un documento de la Superintendencia de Panamá, denominado “Aviso al público”, aparece Guillermo Lasso como presidente de Banisi Holding, su esposa como vicepresidenta y su hijo como secretario tesorero. Según la investigación de García, el portal de internet del banco Banisi funciona “desde el mismísimo edificio del Banco de Guayaquil. Los expertos opinan que, en los hechos, está dedicado a fugar capitales ecuatorianos”.
Lenín Moreno y la crisis de la Revolución Ciudadana
Por otro lado, el candidato oficialista ganador de la primera vuelta de las elecciones llega a la segunda vuelta agitando la bandera de la gestión de Rafael Correa. Esto lo lleva a hacer suyos los logros inéditos alcanzados en el país durante los últimos diez años, relativos a la reducción de la pobreza, el crecimiento de infraestructuras y servicios públicos y el desarrollo de derechos sociales; pero también las medidas tomadas por el gobierno a raíz de la crisis económica, consistentes en el ajuste de corte neoliberal. Estas iniciativas incluyeron el cierre de varias empresas públicas, entre las que se encuentran la Empresa Pública Cementera del Ecuador y el Banco del Pacífico, la liquidación de otras como Enfarma y Gran Nacional Minera, y el cierre de secretarías técnicas, como las encargadas de Discapacidades, la de Regulación de Poder del Mercado o la que se centraba en Economía Popular y Solidaria.
Todo esto, sumado a la precarización del nivel de vida derivado de la crisis económica, ha provocado descontento entre la población, que se materializa en la disminución de apoyos en su base social. Además, el matrimonio entre el gobierno de Correa y las transnacionales energéticas y extractivas le ha acarreado la oposición de la población indígena, la cual se ha visto duramente reprimida cada vez que han denunciado la contaminación del medioambiente y el desplazamiento de sus tierras. El gobierno de Rafael Correa asentó la estabilidad política ecuatoriana tras las décadas de expolio y crisis de gobernabilidad que asolaron al país previamente. Sin embargo, su gobierno, lejos de promover un cambio de sistema productivo de corte socialista, se mantuvo en un esquema político que oscila entre la socialdemocracia y el keynesianismo, el cual caduca inevitablemente con la llegada de la crisis económica, situando a la población trabajadora en la precariedad.