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coronavirus | pandemia |

Será un regreso sin gloria

Reflexiones sobre la educación en tiempos de Covid-19

Entrevista al investigador y pedagogo argentino Carlos Skliar

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¿Cómo pensar la educación en los tiempos de Covid-19?, esta ha sido la interrogante que organizara una entrevista publicada esta jornada en Página 12 al investigador y pedagogo Carlos Skliar.

Skliar, además de pedagogo, es escritor e investigador en el área de Educación de la Facultad de Ciencias Sociales (FLACSO) y ocupa la vicepresidencia de PEN Argentina, una organización que convoca a poetas, ensayistas y narradores.

La entrevista se organiza en varios tópicos: los aspectos que la pandemia revela sobre la educación, el lugar que ha ido tomando en ello la denominada “tecnoeducación” y los conflictos que trae aparejado su presencia en las rutinas y rituales de la escuela, el reposicionamiento de los maestros en una escuela que al parecer deja como suspendida la clásica relación educativa, el problema de las desigualdades y las diversas formas que ha venido adoptándose en el mundo el retorno a la “presencialidad” de la escuela.

Para el destacado pedagogo: «En la pandemia la escuela tomó su peor forma o apariencia: la relación entre tarea, resolución y evaluación (…) Es una suerte de burocratización. Una fórmula que solamente consiste en dar un material, asistir a la tarea y juzgar”.

Una situación que en su perspectiva trajo como resultado que se expresaran “dos reacciones: por un lado, la escuela como reproducción mecánica, burocrática, administrativa; por el otro, es una oportunidad para que vuelva a ponerse en escena como el lugar donde aprendemos a vivir. En el fondo se trata de la diferencia entre tiempo ocupado y libre (…) La escuela había acogotado el tiempo libre en nombre de aprender y de que no hay que perder el tiempo. En nombre de que el niño será un adulto empleado en unos años. Esto pone en el tapete la discusión de si la escuela es un lugar de tiempo libre o de tiempo terriblemente ocupado por una planificación”, señala.

Con relación al lugar que asumió la tecnoeducación reflexiona, al mismo tiempo que afirma: “Ya se preveía una escolarización o educación formal mediada por la tecnología. Se hablaba de una “tecnoeducación”, de una livianísima o superficial mediación por parte de los maestros. O de su fin. La pandemia subrayó la confusión entre conectividad y comunicabilidad (…) hasta ahora era claro, pensé que lo era, que la responsabilidad de un educador es tomar la palabra en nombre de la humanidad, el mundo anterior, presente y porvenir. Y buscar cómo comunicarla en diferentes estructuras. Si fuera a través de la conectividad, con ella como una herramienta más. Ahora es como si se hubiera invertido esta lógica. Dado que en una buena parte del mundo la conectividad es un hecho, pareciera estar resuelta la comunicabilidad. Tomar la palabra, tener algo para decir, quedó en la nada. Como si fuera superficial, banal, dado por la naturaleza. Y no es verdad. Habría que insistir en qué tienen el mundo y nuestras vidas para decir que se pueda comunicar bajo las formas que se quiera, y ver si la conectividad ayuda o no”, una reflexión que a todas no adjudica a la tecnología y su articulación con lo educativo una relación de cero conflictividades pedagógicas, lo que no supone satanizar «a priori», dicha relación.

Para Carlos Skliar, “la tecnoeducación crea la falsa idea de la disponibilidad. Lo que antes era un espacio-tiempo consagrado a la tarea de educar se ha vuelto una cuestión de disponibilidad. No sólo ha aumentado el trabajo: ha aumentado la reunión por el trabajo. El perfil administrativo-burocrático del maestro, como si ése fuera el lugar de su responsabilidad o preocupación”, una problemática expresada en estos tiempos de pandemia por parte de educadores de diferentes niveles educativos y que refieren a la anulación de las espacialidades educativas y sus tiempos, o lo que es igual, la escuela mediada centralmente por la tecnología no solo “sobreocupa” el tiempo laboral, sino que además subvierte el contenido educativo y pedagógico de los contactos entre enseñantes y aprendices y al hacerlo hace que se “desdibuje” la centralidad del que enseña en una escuela que se mantiene, en apariencia “sin maestros”.

Consultado sobre la brecha digital, que afecta tanto a estudiantes como a maestros, el pedagogo responde: “Esto se había marcado hace un tiempo de otra manera, con otros conceptos, que presagiaban que nuestra generación y las anteriores estaban desacompasadas con respecto a las generaciones digitales nacientes. En algunos casos se mencionaba como un obstáculo que los maestros no estuvieran a la altura de los niños. Y mucha gente planteaba que la educación era un punto de encuentro entre diferentes generaciones, que ése era el principio educativo por excelencia. Hay que mirarlo desde dos lugares. Si esta idea de brecha digital es una falsa acusación a los maestros, mi defensa tiene que ver con que siempre la educación es un encuentro entre generaciones desacompasadas, que buscan encontrar lo común para ir más allá de las propias edades y lo que corresponde a una época determinada (…) el relato de la brecha digital es evidente en términos cuantitativos. Como los estudiantes, muchos maestros tampoco tienen acceso liberado, gratuito, sostenido”.

Al evaluar reflexivamente sobre las formas de los regresos a clases en varios lugares del mundo señalaba: “Muchos estamos pensando en el regreso como la vuelta de la celebración, la fiesta, pero todavía estamos en el medio de…. Espero que todo lo que está siendo planteado como regreso sea un momento de la historia. Que nada asuma carácter definitivo” y añade con relación a las medidas de cuidado que se han sugerido para este retorno: “¿cómo nos vamos a cuidar del mundo que ha creado esta pandemia? ¿O del mundo que ha dejado todo al pie de la pandemia? Otra sensación que tengo es ante lo precario. Estoy como el personaje de La peste, de Camus, cuando en la última parte siente la alegría de que podemos volver todos a las calles a estar juntos de nuevo, pero mantiene un pie atrás sintiendo que otra rata rabiosa nos va a morder. Se volverá, pero la precariedad se va a manifestar con toda su crudeza. La precariedad de la pobreza, la miseria, el hambre. Será un regreso sin gloria, por otro lado”, sentencia.

Consultado sobre los países que ya han asumido y organizado el regreso a la escuela, señalaba: “Tengo la impresión de que los países que ya plantearon el regreso lo hicieron por el experimento de la productividad, para que vuelva a funcionar un poco la maquinaria. Para dejar un poco libre al mundo adulto y que siga mecanizándose”.

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