El propósito era asegurar la incorporación de todos los niños y niñas desde los tres a los 17 años en el sistema educativo y lograr una mejora en la calidad, promoviendo el aprendizaje de contenidos adaptados a los cambios trascendentales que el siglo XXI está trayendo consigo.
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Los obstáculos eran y siguen siendo muchos. Uruguay estaba apenas saliendo en 2005 de la peor crisis económica y social de su historia, que había expulsado de sus viviendas, de sus trabajos y de su entorno social a cientos de miles de personas, que había destruido la convivencia y desintegrado decenas de miles de familias, que había llevado los niveles de pobreza al entorno del 40 por ciento, la indigencia al 10 por ciento y la desocupación a cerca del 20 por ciento. Era el Uruguay de las largas colas en los comedores barriales y en los merenderos, de la emergencia.
Esta realidad marcó los primeros años con fuerza, pero su huella aún se siente en las generaciones de niñas y niños que se siguen incorporando al sistema educativo. Y se siente aun más si se pretende incorporar a aquellos que nunca se habían incorporado, a quienes integran los estratos sociales y económicos más desfavorecidos, tienen sus familias desintegradas y sus entornos más cercanos destrozados por la drogadicción y la delincuencia.
Aquellos males agudizaron problemas ya presentes: los altos índices de repetición, que comenzaban en Primaria y provocaban rezagos y muchos alumnos que llegaban a la educación media con uno o más años de atraso; la paulatina desvinculación de franjas de niñas y jóvenes del sistema, que se comenzaba a manifestar con fuerza en el pasaje de la escuela a la educación media y luego, como un goteo, afectaba todo el resto del trayecto educativo; y como otra consecuencia de todo lo anterior, los bajos porcentajes de egreso de la educación media básica y principalmente de la superior.
No se trataba, sin embargo, únicamente de reconstruir lo que había antes. El objetivo era aún más ambicioso: mejorar, asegurar la educación inicial desde los tres años y proteger a niñas y niños desde su nacimiento; asegurar en la práctica la educación para todas y todos hasta la culminación de la enseñanza media superior, que recién se volvió obligatoria por ley en 2008; desarrollar programas que brindaran contenidos diferentes a estudiantes que llegaban con carencias enormes, y cuyas necesidades se volvían cada vez más diferentes a las de otros de entornos socio culturales más favorecidos.
Para enfrentar estos problemas, para lograr, paso a paso y estudiante por estudiante, revertir estas dificultades, se ensayó un gran número de planes y políticas.
Se definió que era necesario seguir la trayectoria educativa de cada alumno, desde la educación inicial hasta la culminación de la educación media, y para ello, el desarrollo de sistemas de información confiables y accesibles en tiempo real, que no existían; promover el aumento del tiempo pedagógico, escuelas y liceos de tiempo completo y extendido, más horas de clase con programas de apoyo educativo, inglés o portugués, computación, educación física, etc.; desarrollar nuevos formatos pedagógicos: centros educativos asociados que protegen el tránsito entre la escuela y la educación media; varios programas de apoyo en Secundaria (tutorías, programas de revinculación al sistema, para personas en contexto de encierro, para personas sordas y ciegas o con baja visión; impulso a la educación no formal).
Muchas de las dificultades persisten aún, como el rezago de muchos niños en los primeros años, el bajo egreso en la educación media superior, el rendimiento en materias claves.
Muchos logros se han ido al mismo tiempo alcanzando: se universalizó la educación inicial para cuatro y cinco años y se está cerca de lograrlo en los tres; la repetición en Primaria se situó en porcentajes históricamente bajos. Se desarrollaron sistemas de seguimiento de trayectorias que permiten conocer el recorrido de cada niño y actuar con mayor celeridad; se logró asegurar que casi la totalidad de las niñas y niños que egresan de Primaria se inscriban al año siguiente en un curso de educación media; se fueron mejorando, año a año, los porcentajes de matriculación, asistencia a clase y egreso en todos los niveles de Secundaria; se trabajó en numerosas iniciativas y programas para mejorar el rendimiento educativo.
Seguimiento de trayectorias
Se está realizando el seguimiento de la trayectoria de cada alumno a lo largo de todo su tránsito educativo. La labor conjunta de los Consejos de Educación Inicial y Primaria y Secundaria, el afinamiento de las herramientas de investigación y el uso de la plataforma Gurí permitieron que al terminar el año lectivo de 2016 se realizara la inscripción temprana en educación media de casi la totalidad de los egresados de Primaria, y luego seguirlos uno a uno para asegurarse de que efectivamente se integraran a los cursos.
Se han desarrollado instrumentos de investigación y evaluación y se avanzó en la informatización de todo el sistema. La creación del Instituto de Evaluación Educativa y el fortalecimiento de las reparticiones de investigación en todos los sectores son una fortaleza que el sistema ha adquirido y es una primera gran arma para conocer y enfrentar los problemas.
El perfeccionamiento de los sistemas informáticos permite ahora, por primera vez, seguir la trayectoria de los alumnos que terminan Primaria, hacer una preinscripción online y luego identificar con precisión quiénes se inscribieron en Secundaria, UTU o el sector privado, quiénes a algún curso de educación no formal y a quiénes se debe salir a buscar para que no se desvinculen.
De este modo, se logró reducir casi a cero el número de niñas y niños que luego de terminar Primaria no se inscriben en algún curso de educación media, un problema que era crítico hasta hace muy poco tiempo.
Se implementó un Sistema de Información de los Centros de Primera Infancia regulados por el MEC, compatible con el sistema Gurí de ANEP, que permitirá, desde este año, iniciar el seguimiento de la trayectoria de cada niña o niño en la primera infancia y hasta la culminación de la educación media.
El porcentaje de jóvenes de 17 a 18 años que terminaron la educación media básica creció de 64 por ciento en 2012 a 72 por ciento en 2017.
Son, sin embargo, fuertes las diferencias entre los quintiles 4 y 5, de más altos ingresos, en los que se sitúa por encima del 90 por ciento, y los del quintil 1, en el que el porcentaje crece fuertemente, pero en porcentajes muy bajos, de 41 a 51 por ciento en el mismo período.
Matrícula
La matrícula en la educación media creció de 297.000 estudiantes en 2005 a 329.000 en 2017. En Secundaria se mantuvo sustancialmente estable, mientras tuvo un gran crecimiento en UTU, donde pasó de 66.000 a 96.000 en el mismo período.
Entre 2010 y 2018 se crearon 2.636 nuevos grupos en educación media, pasando de un total de 9.743 a los 12.379 actuales.
Se logró incrementar la asistencia de los jóvenes en todas las edades comprendidas entre los 12 y los 17 años, pero el aumento es mayor en los de 15, que pasaron entre 2010 y 2017 de 82% a 91%, en los de 16, que pasaron de 78% a 87%, y en los de 17, que crecieron de 66% a 80%.
Asistencia
Las mejoras de asistencia se concentraron en los sectores más vulnerables. No hubo movimientos relevantes en los jóvenes del quintil 5, mientras que entre los del quintil 1, entre 2005 y 2017, la asistencia de estudiantes de 15 años creció de 73% a 88%, de 69% a 81% en los de 16 años, y saltó de 52% a 70% en los de 17 años.