Arabia Saudita ejecutó a 47 personas este sábado, entre ellos el clérigo chiíta disidente Nimr al-Nimr, quien había hablado en repetidas ocasiones en contra del gobierno y la familia real saudita. Pocas horas después cientos de airados manifestantes incendiaron el consulado y la embajada de Arabia en Teherán. Nimr fue condenado por incitar a la lucha sectaria, sedición y otros cargos tras su detención en 2012, según informó la cadena CNN. Amnistía Internacional había calificado como vagos los cargos contra Nimr y tachado de atroz su sentencia de muerte. El grupo dijo que el caso contra él fue parte de un esfuerzo sistemático del gobierno de mayoría suní de aplastar la disidencia entre la minoría chiíta del país. Irán deploró la ejecución en un comunicado y advirtió que Arabia Saudita pagaría un alto precio por sus políticas. El gobierno de Teherán consideró que la ejecución de una personalidad como el jeque Nimr es una muestra de una profunda imprudencia e irresponsabilidad. La respuesta más violenta hasta el momento se produjo en Teherán, cuando manifestantes atacaron la embajada de Arabia Saudita con cócteles molotov e irrumpiendo en el edificio para destrozarla. Según la agencia de noticias Isna, los agresores fueron contenidos por la policía. Además de Nimr, las autoridades sauditas ejecutaron a otras 46 personas, en 12 lugares, por condenas por actos de terrorismo. Nimr era el imán de una mezquita en una zona de mayoría chiíta en el este de Arabia Saudita. Fue un abierto opositor del gobierno durante el levantamiento de 2011, conocido como la «Primavera Árabe», que se extendió por todo el norte de África y Medio Oriente.
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