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Dinero y recursos públicos en el gobierno de Lacalle

El agujero negro

Por Alberto Grille.

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Caras y Caretas Diario

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Lectores atentos nos han señalado, con referencia a nuestro anterior editorial, que cuando se habla de “corrupción”, el inconsciente colectivo uruguayo no va solamente el gobierno de Luis Alberto Lacalle Herrera (1990-1995), sino que oscila también hacia el primero de Julio María Sanguinetti (1985-1990) y sigue con episodios memorables en todas las administraciones que se sucedieron hasta marzo de 2005. Esos memoriosos nos recuerdan también que fueron esos gobiernos y sus políticas de “Uruguay plaza financiera” y apertura indiscriminada al capital extranjero lo que nos llevó a la crisis de 2002. Está bien recordarlo en circunstancias en que los autodenominados “autoconvocados”, que ahora adoptaron el nombre de fantasía “Un Solo Uruguay”, están anunciando nada menos que un “corte de la cadena de pagos” y un retorno a las condiciones de la crisis de 2002 para dentro de dos meses. Dejo para políticos, juristas, fiscales y jueces, investigar si no hay en estos anuncios un llamado a la conmoción pública o convocatorias golpistas -se está hablando de la supuesta ruptura del orden económico y social imperante, buscando una profecía autocumplida-, figuras delictivas claras. Sería bueno que averiguaran, ya que hoy hay tanta comunicación pública de los avatares de la Justicia, por lo menos en algunos casos. Hizo muy bien el ministro Astori en salir a responderles que “no hay condiciones objetivas para que una situación así se produzca”, además de recordar todos los indicadores favorables de nuestra economía, elogiada en todos los foros económicos internacionales, tanto de derecha como de izquierda, que tenemos reaseguros institucionales y recursos firmes para evitar esas crisis. Hizo muy bien, sobre todo, en recordarles a todos que detrás de Uruguay está el Banco de la República Oriental del Uruguay, el “Banco País”, al que el directorio integrado por el contador público Daniel Cairo y los doctores en derecho Milka Barbato, Pablo García Pintos y Carlos Rodríguez Labruna (sí lector, los dirigentes colorados y blancos que tienen que rendir cuentas o directamente devolver el dinero sacado con sus tarjetas corporativas, y deberían responder ante sus partidos y sus colegios profesionales) dejaron con patrimonio negativo, es decir, fundido, y que hoy no sólo goza de buena salud, sino que tiene como grandes deudores, primereando como siempre en el ranking, a esos grandes estancieros “autoconvocados” que tanto protestan y que hace unos años conocimos como “deudores contumaces”.   De “sobres” y órdenes para Presidencia En la edición anterior recordamos como medios de prensa como la revista Posdata, dirigida por Manuel Flores Silva, revelaron relevantes episodios del gobierno aguerrondo-herrero-lacallista, que -perdón por la repetición- entonces y hoy parecen increíbles. La citada revista Posdata del 23 de junio de 1996 contiene un reportaje a Teódilo Maciel, chofer y hombre de confianza del Dr. Igor Svetogorsky, quien se presentó a la Justicia el 17 de junio de aquel año y formalizó las denuncias correspondientes por las irregularidades y eventuales delitos que aquí denuncia. Como el lector recordará, Teódilo Maciel es descrito por Posdata como un hombre de entre 50 y 60 años, apariencia cuidada y varios años de educación formal, nacido en el departamento de Tacuarembó. Fue Policía en su juventud, luego se embarcó en la marina mercante durante cinco años y luego trabajó nueve años y medio para la firma International Trade Consortium (ITC Ltda.), a las órdenes de su dueño, el Dr. Igor Svetogorsky. Maciel se desvinculó por su propia voluntad en diciembre de1994 y pasó a trabajar de portero en la Suprema Corte de Justicia, donde lo encontró la revista de Manuel Flores Silva. En el reportaje titulado ‘Yo preparé los sobres con dinero para Raffo y García Pintos. Me dio vergüenza por Uruguay’, y preguntado acerca de su resolución de hablar en público, responde que “(…) sabía de antemano que el tema que yo tenía era muy difícil, tremendamente difícil. Un tema difícil porque involucraba a gente del gobierno, hombres públicos que estaban y están aún hoy en cargos públicos. Pero me dije a mí mismo: ‘Maciel, tienes que tener paciencia. Va a llegar un momento en que esto tiene que explotar. El país no puede soportar esto, no puede seguir soportando’. Porque de repente me encontraba con amigos y todos hablábamos de lo mismo: corrupción. Entonces yo dije: ‘Pero, caramba, nadie hace nada’. Yo siempre decía: ‘En este país tiene que haber una mujer que un día va a parir a un hombre que tenga las suficientes agallas para destapar todo esto (…) va a tener que haber gente honesta’”. Preguntado sobre si tenía temores de que sus denuncias judiciales perturbaran mucho su vida, contesta: “Naturalmente. Yo tengo mi esposa, mi hija, tengo mi trabajo. Yo me jugaba un montón de cosas (…) En una oportunidad, en un canal, vi algo que realmente me indignó y creo que fue el detonante. Estaba en ese programa el diputado Juan Carlos Raffo; recuerdo que miró a la cámara y dijo: ‘Por eso nosotros hemos pedido a este gobierno que los uruguayos se ajustaran un poco el cinturón a ver si mejoraba un poco la economía del país’ (…) Y yo que había ido una infinidad de veces a buscar dinero al banco para Raff0 (…) Yo soy un lego en jurisprudencia, no sé nada, pero yo me preguntaba por qué mi patrón [el Dr. I.S.] debe mostrarle a [el entonces ministro de Transporte y Obras Públicas] Juan Carlos Raffo el borrador de un contrato por un trabajo que va a hacer con el Ministerio de Transporte de Obras Públicas, en el cual Raffo es el ministro. Yo me preguntaba por qué, que habría entre los dos (…)”. Preguntado por Posdata sobre si “en el caso de Pablo García Pintos (entonces secretario de la Presidencia del Dr. Luis Alberto Lacalle Herrera, N. de R.), hubo entrega directa de dinero de parte del Dr. Svetogorsky”, contesta Maciel: “Sí. Se hacía en la oficina del Dr. I.S., diez, veinte, treinta (10.000, 20.000, 30.000 dólares, N. de R.), dependía del caso”. Pregunta: “Estamos hablando de miles de dólares?” Respuesta: “Ahí está”. P: “¿Y cómo era la mecánica?”. R: “Yo, cuando García Pintos venía a almorzar o desayunar (a la casa del Dr. I.S., N. de R.), ya sabía del tema”. P: “¿Y el Dr. I.S. le decía ‘vaya a buscar tanto’?”. R: “Claro: yo tenía que ir al banco, entonces me hacía un cheque al portador, dependía de la cantidad que fuera a llevar, se traía el dinero y se ensobraba. Si era mucho, en un sobre manila, y si era poco, en un sobre chico”. P: “¿Qué Banco era?” R.: “El Citibank, casa central”. P: “Usted le daba el dinero al Dr. I.S., pero ¿usted veía la entrega a García Pintos?”. R: “Mire, a veces se ponía en un sobre y en un cajón del escritorio y después el Dr. I.S. venía a buscarlo y volvía al comedor donde estaba García Pintos; otras veces la secretaria lo tenía preparado en el cajón, se lo daba al Dr. I.S. y marchaba. La plata se la daba el Dr. Svetogorsky directamente a García Pintos: eso era él quien lo entregaba”. P: “¿Entonces el dinero estaba pronto y ensobrado para que la entrega fuera una cosa rápida?”. R: “Era una cosa más o menos disimulada”. (…) P: “Entonces, el Dr. Svetogorsky, con un sobre con dinero, entraba en una habitación donde estaba [el secretario de la Presidencia de la República] Pablo García Pintos y luego salía de la habitación sin ese sobre. ¿Alguna vez, luego de esos encuentros en su oficina, el Dr. I.S. le devolvió un sobre con dinero para que usted lo depositara de nuevo en el Banco?”. R: “No, no. Hay más, muchas veces entraba al comedor también el muchacho que hacía de mozo, Raúl Sánchez, y cuando venía, me decía que se estaba entregando el sobre, ya fuera a García Pintos, a Juan Carlos Raffo o al comensal que estuviera allí de turno: el mismo veía entregar el sobre”. P: “¿Alguna vez lo vio usted?”. R: “La única vez que yo vi entregar plata que yo ensobré fue para el hermano de Raffo, esa también la ensobré yo”. P: “Sigamos con García Pintos. ¿García Pintos iba de modo regular, en determinado momento se hacía del dinero, se quedaba el sobre, había un procedimiento convenido de entrega y había, además, un contacto entre ellos permanente?”. R: “Sí, eso que llamaban ‘ayudamemoria’”. P: “¿Por fax?” R: “No, señor, personalmente”. P: “El Dr. Svetogorsky le daba a usted esos ‘ayudamemorias’ para que usted se los diera personalmente a Pablo García Pintos?”. R: “Eso llevaba, sí”. P: “Iba usted directamente hasta la oficina del edificio Libertad”? R: “Sí, sí, siempre entregué allí en el séptimo piso (N. de R.: el piso donde están las oficinas del presidente y del secretario de la Presidencia) en un sobre de manila cerrado”. P: “Y llevó también un ‘ayudamemoria’ al estudio de García Pintos?”. R: “No, señor, yo siempre llevé a la casa de gobierno. Alguna vez a otro lado. Por ejemplo, a Raffo de repente le llevé ‘ayudamemoria’ a la barraca. Y respecto a García Pintos, recuerdo además que se le regalaron dos cuadros, uno de Zoma Baitler y otro de Carlos María de Herrera. Los cuadros eran comprados por la Sra. Mailhos. Ahí tiene los recibos, se llama Elisa Mailhos”. (…) Este es el comienzo de un largo reportaje en el que luego aparecen otras figuras públicas, como el diputado Jaime Trobo, el entonces ministro de Economía y Finanzas, contador Enrique Braga, el entonces presidente de OSE, Villanueva Saravia, el exdirector de Zonas Francas y luego ministro de Transporte y Obras Públicas, contador José Luis Ovalle, militares y embajadores. Y se mencionan cheques, con su correspondiente numeración, por montos que van de 10.000 a 110.000 dólares, que se entregaban a cambio del cumplimiento de “prestaciones” escritas en esos “ayudamemorias”. Pero tiempo habrá para todo esto y más. No quiero finalizar esta evocación sin volver al presente porque la “historia es la maestra de la vida”, como dijo Cervantes, o al menos debería serlo. Estos episodios, que en realidad nos hablan de “una forma de vida”, forjaron un Uruguay que fue desalojado en marzo de 2005 por la montaña de votos que llevó al Frente Amplio al gobierno. Ahora, los mismos actores, o sus descendientes, o sus alumnos preferidos, están preparando, a todo trapo, su vuelta al gobierno. Lo hacen declarando una “guerra” al Frente Amplio que, como nadie, describió el difunto Claudio Paolillo en una nota editorial de Búsqueda utilizando el discurso de Winston Churchill ante el Parlamento inglés para convocar al combate al nazismo: una guerra a muerte, sin prisioneros, una guerra de exterminio. Sobre esa “guerra” que pasa por el corte de la cadena de pagos, vamos a seguir hablando. Mientras tanto, reitero algunas preguntas para quien corresponda, sea el gobierno, la Justicia o la opinión pública: ¿cumplió el Dr. Pablo García Pintos su promesa de devolver el dinero, todo, todo, retirado con su tarjeta corporativa al Banco de la República Oriental del Uruguay?. Me temo que todavía no. ¿Y devolvieron algo el contador Daniel Cairo y los doctores Milka Barbato y Carlos Rodríguez Labruna, conocido en el BROU como “el de las milanesas y el whisky”? ¿Si se devolviera el dinero volcado por García Pintos al Partido Nacional, se extinguiría el eventual delito aún no prescrito de lavado de activos? ¿Qué investigaciones se han hecho en el BROU sobre las tarjetas corporativas de los doctores Milka Barbato, Carlos Rodríguez Labruna y el Cr. Daniel Cairo? ¿Qué otras tarjetas corporativas había en el Banco República en ese momento? No sería hora de investigar otras tarjetas corporativas utilizadas por los directores  de UTE, Ancap, Antel, BROU, BHU, BSE, la Corporación Nacional para el Desarrollo y los distintos organismos del Estado durante los gobiernos de Julio María Sanguinetti, Luis Alberto Lacalle y Jorge Batlle? ¿Qué dicen de esto el gobierno, la Jutep, la Justicia y los partidos Nacional y Colorado? Seguiremos con el tema. Esto recién empieza.  

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