En 1973, Luis Buñuel obtenía el Óscar por una obra maestra del cine: «El discreto encanto de la burguesía». Su argumento es la peripecia de un grupo selecto de burgueses que son invitados a una cena por un matrimonio de su círculo. Un mal entendido frustra la cena, por lo que deciden concurrir a un restaurante de alta gama. Con la mala fortuna que lo encuentran cerrado por la muerte del dueño.
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Buscando dónde comer, el sexteto incursiona en el mundo real, dónde se ven envueltos en enredos con gentes y ambientes que les eran ajenos. Tal vez esa haya sido la peripecia de las inocentes integrantes del equipo de hockey del British School, Loli y Maya, una, devenida en esposa de un presidente y la otra, indagada por la justicia desde 2017 para terminar figurando en el alerta roja de Interpol por sus implicancias en el caso Oderbrecht, siendo detenida, a la espera del pedido de extradición que pesa sobre ella. Las desventuras de Maya cobraron notoriedad por ser compañera sentimental del futuro ministro de Educación y Cultura
Si a los burgueses de Buñuel, las circunstancias los llevaron a involucrase en en mundo de empresarios dudosos, traficantes, policías, mercachifles, militares y hasta guerrilleros, la vida llevó a las dos ingenuas jugadoras de hockey a descender -para procurarse la comida- al mundo real de políticos de distinta laya, de militares devenidos en parlamentarios, de presidentes sin espalda política y de dudosos ministros de educación.
Allá lejos en el tiempo quedó «el discreto encanto de la burguesía»