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El Holocausto: lección para la humanidad

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El 27 de enero pasado se conmemoró un nuevo aniversario del Día Internacional de Conmemoración Anual en Memoria de las Víctimas del Holocausto, instituido por la Organización de Naciones Unidas en 2005, coincidiendo con la fecha de la liberación del campo de concentración de Auschwitz-Birkenau en 1945 por el ejército soviético.

En dicho lugar fueron “internados” en condiciones inhumanas 1,3 millones de ciudadanos judíos, de los cuales se calcula que fallecieron 1,1 millones. Su liberación marcó de hecho el fin del Holocausto o Shoah, el incalificable, por lo terrible, plan de exterminio dispuesto por la Alemania nazi por orden directa de Adolf Hitler.

Podemos decir que ese hecho marcó la verdadera victoria moral de la civilización sobre la barbarie genocida, pero el hecho tiene numerosas implicancias más, y para toda la humanidad.

El presidente de la República, Dr. Tabaré Vázquez, se refirió al hecho por cadena de radio y televisión, dándole la importancia que merece. Señaló el mandatario: “Es necesario que este homenaje al Pueblo Judío sea un acto de lo que nunca debe olvidarse y de un compromiso para que no se repita […] nunca más, en ninguna circunstancia ni en ningún lugar y contra ningún grupo humano”.

Precisó el Dr. Vázquez que “nuestra memoria a las víctimas del Holocausto es, además de una obligación de nunca más, un compromiso de trabajo por un porvenir mejor que también ellos anhelaron”. Señaló que es importante recordar con actos especiales a las víctimas del Holocausto cada 27 de enero, pues de este modo se evita que pase desapercibido “o se limite a una evocación protocolar”.

Vázquez citó un “conmovedor” ensayo del historiador judío Marc Bloch que expresó: “La incomprensión del presente es producto del desconocimiento del pasado”. El texto figura en Introducción a la Historia, texto escrito durante su encarcelamiento en un cuartel de la Gestapo cerca de Lyon, Francia, por su militancia en la Resistencia antes de ser fusilado el 16 de junio de 1944.

Vázquez afirmó: “A juzgar por muchos datos de la realidad del mundo actual, parecería que la humanidad desconoce o se empeña en desconocer su propio pasado o pretende conocerlo no como realmente fue, sino como le gustaría que hubiera sido […] Esto puede explicar tanta incomprensión del presente y desaprensión respecto al futuro”.

El régimen nazi asesinó en el curso de la Segunda Guerra Mundial (1939-1945) a seis millones de hombres, mujeres y niños de origen judío en la llamada “Solución Final”, y en el marco de la misma concepción racista mató a millones de personas de otros colectivos, tales como gitanos, minusválidos, opositores políticos, homosexuales y muchos otros.

El mandatario uruguayo recordó a Ana Valov, “nacida en Uruguay en 1930 de una pareja de inmigrantes judíos, que volvió con su familia a Hungría poco antes de la guerra. Con la invasión nazi a ese país fue tomada prisionera junto con su madre y su hermana y recluida en el campo de concentración de Auschwitz, donde murió en 1944. En Ana, nuestro homenaje a todas las víctimas del Holocausto. A las que murieron, pero también a las que habiendo sobrevivido dejaron parte de su vida en aquel infierno”. Y agregó que este homenaje es fundamental “porque las cosas no pasan en vano y porque el pasado nunca descansa en paz. Esperamos un futuro mejor y confiamos en nuestra capacidad para construirlo. En nuestro oficio de vivir, el pasado es una herencia que recibimos sin haberla pedido, esperado ni elegido, sino simplemente es como es”.

También citó a la filósofa alemana-estadounidense Hannah Arendt (1906-1975), quien dijo que el “pasado no es una carga, sino una fuerza hacia el futuro”.

Este discurso, pronunciado en nombre de la República, es sumamente significativo, ya que Uruguay estuvo directamente vinculado a través de la histórica participación de su embajador en la ONU, Enrique Rodríguez Fabregat, a la condena nacional a la barbarie nazi y el aporte a la construcción del Estado de Israel y de un similar Estado Palestino, como forma de asegurar la paz en Oriente Medio.

Quien, como yo, caminó por los helados senderos y barracones de Auschwitz, comprende cabalmente y se enorgullece de la actitud de nuestro país.

Y se alegra también de que nuestra República haga suya una de las grandes enseñanzas del Pueblo Judío: no se debe olvidar los crímenes contra la humanidad. Ni se debe perdonar.

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