El nuevo año se ha iniciado en Europa con un nuevo naufragio de refugiados que trataban de llegar a la isla griega de Lesbos desde la costa turca. Más de treinta refugiados de origen irakí, argelino y sirio murieron ahogados el pasado martes en el mar Egeo según informaron medios turcos. Entre ellos hay tres niños (uno de ellos de tan sólo dos años de edad) y una mujer embarazada de seis meses.
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Hasta ahora se han registrado 12 supervivientes, según la agencia de noticias turca IHA, varios supervivientes denunciaron que su bote llegó muy cerca de Lesbos, pero fueron obligados por los guardacostas griegos a regresar a aguas turcas. Tras eso, las fuertes olas y el viento terminaron por volcar la precaria embarcación.
A pesar del frío invernal y los fuertes vientos que azotan a esas latitudes, varias decenas de migrantes se hicieron a la mar en la madrugada del pasado martes. Aún se desconoce cuántas embarcaciones se hundieron pero, según fuentes turcas, se sabe de al menos dos incidentes separados.
“Oímos que una barca se hundió y golpeó en las rocas. Supongo que esta gente murió cuando trataban de nadar desde las rocas (a la playa). Hemos venido a ayudar como ciudadanos” declaró un testigo a la agencia Reuters en la localidad turca de Altinova donde se hallaron 24 cuerpos sin vida. A unos 20 kilómetros al sur de este punto, otro naufragio tenía lugar cerca de las costas de la provincia de Esmirna y ocho cadáveres llegaron a la playa de Dikili, situada en esa localidad.
Algo que ha llamado la atención de los periodistas locales es la mala calidad de los chalecos salvavidas que portaban los ahogados, estando algunos de ellos rellenos de “productos de desecho”.