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De fusiles nada republicanos

El sobretodo herrerista de cruces y recámaras

Las paredes de la sede del Honorable Directorio del Partido Nacional luce algunos cuadros de fotos de época del ejército saravista; orgullo comprensible de una colectividad que dice haber afianzado el voto secreto y cierto republicanismo a punta de fusil; sin embargo su histórico y actual predominante sector herrerista siempre tuvo en la mira, desde diversos reductos conspirativos, a gobiernos democráticamente electos, y hasta el presente se ha convertido en el espacio político de sectores afines a la acción directa y la subversión institucional.

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Por Ricardo Pose

La presencia política de los gobiernos del Denominado Eje, impactaron en algunos gobiernos de América Latina; Luis Alberto de Herrera, al igual que otros caudillos de origen nacionalista, por ejemplo Perón, empezaron a mirar con simpatía aquellos líderes como Franco, Hitler, Mussolini, que formaban una tercera alternativa a la polarización entre Estados Unidos y la Unión Soviética.

En ese marco no era raro que el joven Dr. Luis Alberto Lacalle hiciera pública su admiración por el caudillo falangista, el Generalísimo Francisco Franco, que aglutinaba varios de los sectores que reunía Herrera en Uruguay, léase los sectores católicos y ultranacionalistas.

Aquella postura antiimperialista de Luis Alberto de Herrera mirada con simpatía incluso desde la izquierda por su negativa a la instalación de bases militares norteamericanas en Uruguay, a saludar el alzamiento de Sandino, migró hacia la ideología de aquellas masivas movilizaciones conservadoras, falangistas, fascistas y nazistas en Europa y Japón.

Así también se puede entender el apoyo explícito dado por el Herrerismo al golpe de Estado del colorado Gabriel Terra que instauró una dictadura inclinando la balanza a favor de los conservadores católicos en su pugna contra el ateísmo liberal; la represa del Rincón del Bonete fue posible gracias a los acuerdos de Terra con los gobiernos de Hitler y Mussolini.

No hubo un solo herrerista en las filas revolucionarias que se alzaron en 1935 ni en el combate del Paso Morlán: no hubo un solo detenido ni desterrado de ese sector.

Cipayos y ruralistas.

De la mano de la ruralidad movilizada por Benito Nardone en alianza estratégica con el Herrerismo, las viejas consignas antiimperialistas se volaron con el poncho de Aparicio.

Se hicieron fuertes en la conducción del gobierno y de la economía los sectores ganaderos y agroexportadores y de allí la importancia de una política exterior amigable con los intereses imperiales fundamentalmente norteamericanos, que llevaría incluso a la primera firma con el Fondo Monetario Internacional. Lo aplicado seguramente le suene muy actual en boca de los actuales dirigentes del Herrerismo: la ideología económica reflejada en ella respondía en términos generales a una orientación antiindustrial y antiproteccionista, restablecimiento de las mejores condiciones para el desarrollo de las corrientes tradicionales de exportación, redistribución de los ingresos a favor de la producción agropecuaria, asignación de los recursos internos conforme a los dictados de la división internacional del trabajo y reducción del peso del Estado en la política económica del país. O sea, antiestatismo, conservadurismo político y económico, aceptación de la tradicional estructura agroexportadora, eliminación de las ilusiones industrialistas autónomas, que venían del gobierno de Luis Batlle.

Demás está decir la escalada represiva contra el movimiento sindical, necesaria para la aplicación de este modelo económico, estrenando por primera vez las Medidas Prontas de Seguridad.

Deducen bien; esta política del primer gobierno blanco, al igual que la aplicación del neoliberalismo del gobierno de Lacalle en los 90, siempre tuvieron el saldo de muertos en la calle.

En la integración del Consejo de Estado de 1973, el apoyo del Herrerismo no pudo ser más contundente. Personajes como Martín Etchegoyen que integró el gobierno dictatorial de Terra y luego el  de Juan María Bordaberry, por mencionar uno de los más claros exponentes.

Pero además  de quienes formaron parte públicamente de la dictadura militar, militantes herreristas se movían como peces en el agua en los cerrados círculos de católicos practicantes, logias militares y círculos policiales.

Para quienes quieran ahondar en estos vínculos sugerimos la relectura del artículo de Alberto Grille del 14 de setiembre del 2014 sobre ‘El Herrerismo y la dictadura’.

Los ultranacionalismos para policiales y militares post-1985.

Durante la campaña por la derogación de la Ley de Caducidad, tuvo pública actividad una agrupación dentro del Partido Nacional, conocida como Alianza Libertadora Nacionalista; esta, junto al Movimiento de Reafirmación Nacionalista, llevaron adelante varias actividades en apoyo al voto amarillo que rozaron la violación de la legalidad vigente. Con algunos integrantes de la Escuela Nacional de Policía, de las Escuelas de la Armada y del Ejército, estuvieron involucrados en algunas agresiones físicas a militantes del voto verde y atentados contra sedes frenteamplistas y de la Comisión Nacional Pro Referéndum.

No es posible demostrar su vínculo con el grupo  paramilitar Comando Lavalleja, pero sí consta la activa militancia de la ALN dentro del Herrerismo en las elecciones donde obtuvo el gobierno Luis Alberto Lacalle.

De ese período recordemos las actividades del Comando antes mencionado, la Logia Tenientes de Artigas, los atentados a Hugo Cores y Sanguinetti, las voladuras de algunas vías férreas, el asesinato de Berríos, Fernando Morroni y Roberto Facal.

Parapoliciales siglo 21.

La dispersión y aglutinamiento  es una dinámica constante en estos sectores de ultraderecha, donde el Herrerismo  parece encontrar su cauce natural.

Instalada la cultura de las redes, varios Foros y páginas en FB como ‘Libertad y Concordia’, aglutinan nacionalismos militares y policiales. Para las elecciones del 2009 nuevamente el Dr. Luis Alberto Lacalle recibe el apoyo de una nueva colectividad dentro del Herrerismo denominada Dignidad Policial, encabezada por el excomisario Ernesto Carrera, Juan Rolan, uno de los procesados por la masacre del Filtro, y la vieja guardia 630 de Radio Patrulla y varios miembros de forma individual, retirados o en actividad  de las Fuerzas Armadas, que explicitan su apoyo al caudillo Herrerista.

 

De Pájaros y Pompitas.

El intendente de Florida Carlos Enciso apoyando al herrerista Luis Lacalle Pou armó su Agrupación Nacional denominada Dale.

Fieles a su tradición, siguen impulsando la visión de una sociedad anclada en el conservadurismo de las prácticas más retrógradas, arengando a  subvertir el orden institucional que alguna vez ellos mismo pregonaron.

Representantes de los sectores ultracatólicos espantados por la Agenda de Derechos y del Progreso en el Orden, no podían demorar en volver a aglutinar a sectores que embriagados de olor a pólvora y hemoglobina dan sus apoyos explícitos.

Así, dentro de la Agrupación Dale, se conforma la lista 747 dirigida por Raúl Quijano.

Raúl Quijano, egresado del Liceo Militar e hijo de integrantes de las Fuerzas Armadas, organiza esta Agrupación en apoyo a la candidatura de Carlos Enciso y Luis Lacalle Pou, candidateándose como diputado para apoyar a la familia policial y militar, representación que también tomaba para sí el exdiputado colorado Daniel García Pintos.

Es la reivindicación de aquel Uruguay de empresarios sin conflictos sindicales ni Consejos de Salarios; de la libertad de mercado que entre otras cosas implicaba el no control fiscal de las finanzas; del ejercicio y goce de las reglas impuestas  por los dueños en la intimidad y lejanía de las estancias; en la familia patriarcal y sacrosanta; en el combate y la represión sin pausa de los vagos y pichis; en jugar todas las fichas a la meritocracia, el esfuerzo y la suerte.

El discurso de este nuevo emprendimiento político-electoral  no es novedoso pero efectista en algunos sectores de escaso desarrollo político; se parte del concepto del desamparo económico e institucional del funcionario militar y policial y se agitan las viejas banderas del nacionalismo conservador. Se logra un núcleo militante en las redes y que se expresa en la calle, con esa particularidad de ciudadanos conocedores del manejo  de armas, en la exaltación del coraje y sacrificio de ciudadanos que no deben olvidar que la confianza dada por el Estado para el uso de la fuerza tiene como consigna prioritaria el acatamiento al Estado de Derecho, incluso por encima de los gobernantes de turno.

Pero las fuerzas aglutinadas y polarizadas en torno al Herrerismo, desde Terra al menos para acá, se enfundan en el viejo sobretodo del desconocimiento institucional.

 

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