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Elecciones allá: ¿y ahora qué pasa acá?

Por Juan Raúl Ferreira

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El resultado de las elecciones de Brasil nos obliga a hacer algunas reflexiones sobre sus consecuencias. Brasil deberá hacer su examen de conciencia. Y nosotros el nuestro. El domingo, el triunfador dijo que respetaría la Constitución. Eso fue suficiente para que algunos digan “cambió radicalmente” (El País).

En esa línea, entre dirigentes políticos y partidos uruguayos, hubo prudentes, críticos, y otros celebraron con euforia su triunfo. Hay que recordar que las posturas de Bolsonaro las repudia incluso Marie Le Pen, líder del partido neonazi francés.

Recordemos, usando información de la Agencia Alemana de Prensa, diez frases claves:

– “Pinochet debió haber matado más gente”. (Veja)

–  “La democracia es una mierda, por eso estoy a favor de la tortura”. (TV abierta)

– “El error de nuestra dictadura fue torturar en vez de matar”. (2016)

– “Las mujeres deben ganar menos cuando están embarazadas”.

– “De tener un hijo homosexual, no lo amaría,  preferiría que se muriera”.

– “Tengo cinco hijos. Cuatro varones y por debilidad me salió una mujer”.

–  “Veo a dos gays por la calle y los cago a patadas”.

–  “Hay sectores sociales que no deben procrear, creo en la infertilización y la pena de muerte”.

–  “Un hijo mío no tendría amor por una negra. Los he educado bien”.

–  “Si soy presidente, me salgo de la ONU”.

La diplomacia es lo que se dice, cuando y cómo. Su lenguaje es oral, escrito, gestual y de oportunidad.

La voz de los partidos de gobierno facilita, da señales de la relación entre Estados, pero no los compromete. Así fue que logramos, del exilio, los logros diplomáticos. El Partido Nacional (PN) aún reivindica los de Wilson.

Ejemplo de diplomacia: Uruguay mandó su saludo formal, pero no la misma noche. Fue formal, frío y sin juicio de valores sobre su contenido. Alta diplomacia. Esta vez Uruguay metió un gol. Ejemplo de no diplomacia: Almagro. Con una misión de observación in situ, felicita al ganador antes de las cifras oficiales, en tono de euforia con juicios favorables a sus “valores democráticos”. Oportunidad perdida, credibilidad seriamente dañada. Prudencia de la ONU. Catástrofe diplomática de algunos dirigentes.

Novick optó apoderarse de ese espacio. Pero Verónica Alonso tuitea: “ La cachetada grande contra los políticos corruptos e ineptos la dio hoy el pueblo brasileño que dijo basta […] En poco tiempo esa misma cachetada la vamos a dar en nuestro país. Celebro el triunfo democrático del presidente electo Bolsonaro”.

¿Qué parte del discurso de Bolsonaro atrae a Alonso? O a lo mejor no es más que igual identidad de fuentes de financiación (fundamentalismo religioso de sectas carismáticas). Pero qué feo leer esto en Uruguay y desde un partido que tuvo el contenido  humanitario de otros tiempos.

Ojo con querer legitimarlo por el resultado de las urnas. “El voto es fundamental pero no suficiente en una democracia” (Wilson Ferreira Aldunate, 1986). Las elecciones de la República de Weimar, que terminó por matarla y llevar a Hitler como primer ministro, fue con urnas, como el advenimiento del fascismo en Italia de Mussolini, como la anexión de Austria al III Reich.

Por su lado, el Dr. Larrañaga dice al otro día (primera plana de La Diaria): “Hay que defender a los nacionales de la competencia con los inmigrantes” y reflexiona sobre el tema de los refugiados. Jorge se presenta a las internas como el “ala wilsonista” del PN. Más allá de la ética que Wilson llamaba “comunidad espiritual”, le ruego no olvide que él, mi madre y yo fuimos refugiados más de diez años.

Uruguay ya está pagando el precio. Los trabajadores del gas cumplen hoy 17 días de huelga de hambre y la empresa Compañía del Gas de Montevideo se negó a recibir una delegación de notables que sólo quería ver si podía buscar un pequeño nicho de diálogo. Nada. Uruguay no va a dejar caer sus brazos y se impone un cambio en su matriz productiva que vamos a llevar adelante en menos tiempo y con menor costo que el imaginable. No hace tiempo que recuerdo otro país que mucho tiene que profundizar los cambios y otros, recuperar sus valores y códigos. Decía Gramsci: “Lo nuevo siempre demora en llegar. Lo viejo se niega a aceptar su muerte y en ese claroscuro aparecen los monstruos”.

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