Por Manuel González Ayestarán
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Este domingo más de 14 millones de chilenos están llamados a las urnas para participar en las elecciones presidenciales en las que también se disputarán 155 bancas de diputados, 50 de senadores y los 278 miembros de los 15 consejos regionales del país. Desde que en el año 2012 entró en vigencia el voto voluntario, Chile figura entre los países con las tasas de participación más bajas de América Latina. En las últimas elecciones casi 60 por ciento de la población no ejerció su derecho al voto y en primarias del pasado julio apenas acudió a las urnas 13,4 por ciento del electorado. Por tanto, se espera que la baja afluencia de sufragios favorezca a los partidos mayoritarios Chile Vamos, con el especulador financiero Sebastián Piñera a la cabeza, y Fuerza de la Mayoría, liderado por el oficialista Alejandro Guillier. Ocho fuerzas políticas presentan candidatos presidenciales. En el espectro netamente derechista se encuentran el ya referido Sebastián Piñera (Chile Vamos), Carolina Goic (Partido Demócrata Cristiano) y el católico pinochetista José Antonio Cast (Independiente). Por otro lado, en el espectro liberal-progresista se ubican Alejandro Guillier, liderando Fuerza de la Mayoría, Beatriz Sánchez, (Frente Amplio) y Marco Enríquez-Ominami (Partido Progresista). Por último, en un plano netamente izquierdista figuran el filobolivariano Alejandro Navarro (País) y el comunista Eduardo Artés (Unión Patriótica). El “Macri chileno” Los sondeos coinciden en otorgar la mayor ventaja al expresidente (2010-2014) Sebastián Piñera con 34,5 por ciento del apoyo, según el Centro de Estudios Públicos (CEP). Piñera es dueño de una de las mayores fortunas de su país, cifrada en una cuantía aproximada de 2.700 millones de dólares, según estipuló este año la revista Forbes. En sus inicios empresariales, a finales de los años 70, el exmandatario se dedicó al negocio inmobiliario y pronto se introdujo en el mercado financiero, en el que acumuló varias multas y escándalos, como el fraude contra el Banco de Talca de 1982, por el cual estuvo prófugo de la Justicia durante 24 días. Décadas después, la exministra de Justicia entre los años 1977 y 1983 (en plena dictadura de Augusto Pinochet), Mónica Madariaga, declaró haber intercedido en favor de Piñera para su liberación en aquel momento. En este proceso también intervino su hermano, José Piñera, quien fue ministro de Estado durante la dictadura en las carteras de Trabajo y Previsión Social y Minería, desde donde impulsó por su parte el famoso sistema privado de pensiones (Administradoras de Fondos de Pensiones, AFP). En su postulación actual, Piñera no esconde sus intenciones encaminadas al crecimiento económico basado en la desigualdad social: reducción del gasto social, despido de funcionarios, fin de programas sociales instaurados durante el período de Michelle Bachelet. También promete implementar un plan educativo basado en la excelencia, en el que será clave la capacidad de elección de las familias en función de su capacidad adquisitiva mediante fórmulas de copago voluntario. Asimismo se manifestó en favor de revisar la ley que despenaliza el aborto en caso de violación de la mujer, riesgo de muerte de la madre o inviabilidad del feto y la unión civil homosexual. Piñera es, en definitiva, el candidato de la oligarquía chilena más parasitaria y evasora, de ese uno por ciento que acumula 33 por ciento del ingreso total del país (dato del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo). “El presidente de la gente” Por otro lado, este sistema de acumulación que hace de Chile el tercer país más desigual según la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) está apuntalado por una oferta fragmentada de partidos liberales con sesgo progresista, liderada en las encuestas por el experiodista y sociólogo Alejandro Guillier, representando a la coalición oficialista Fuerza de la Mayoría (Partido Radical Socialdemócrata, Partido Comunista, Por la Democracia, Movimiento Amplio Social, Partido Socialista e Izquierda Ciudadana). Con el lema “¡El Presidente de la gente!”, Guillier se presenta como candidato independiente dentro de esta coalición, basándose en la falacia presuntamente antiideológica de afirmar que su compromiso es con los ciudadanos, no con los partidos. El exconductor televisivo cuenta con 15,4 por ciento de apoyos en las encuestas y encarna el continuismo respecto a la gestión socioliberal implementada por la actual mandataria, Michelle Bachelet. En su agenda figura el desmantelamiento del sistema de pensiones AFP, el cual figura como el segundo problema más importante para los chilenos, según la encuesta del CEP. “El sistema de AFP debe tener un fondo acumulado ya superior a los 200.000 millones de dólares, o sea, es casi un país paralelo que está en manos de seis grupos económicos, de los cuales uno es chileno”, sostuvo el candidato, según recogió el diario El Siglo. Este sistema, implementado por José Piñera durante el pinochetismo, implica hoy un entramado hermético difícil de solucionar mediante los mecanismos legales propios de la democracia liberal. Esto se debe a que las administradoras privadas de pensiones, que inicialmente se hicieron cargo de proveer este servicio, vendieron su patrimonio a capitales internacionales. Por otro lado, Guillier también defiende la implementación de una reforma de la salud chilena. Sin embargo, su proyecto plantea algunas dudas para ciertos sectores, teniendo en cuenta que en 2006 fue imagen de la Asociación de Isapres, la cual integra a los proveedores privados de este tipo de servicios. “En estos 25 años el sistema de salud privado ha demostrado ser un enorme aporte al desarrollo del país. Se debe ampliar su participación, permitiendo un desarrollo acelerado del sector de salud de Chile”, señaló el actual candidato por aquel entonces en un video promocional. Guillier ha definido líneas estratégicas a largo plazo apelando a las energías renovables y la investigación científica y tecnológica. En materia educativa, el discurso del candidato centrista se enfoca en profundizar la reforma educativa implementada por Bachelet en pro del acceso igualitario al estudio. Esta reforma, sin embargo, se ganó una fuerte oposición del movimiento estudiantil, el cual denuncia su viraje hacia un rumbo equivocado, sustentado en la participación privada. Nuevos liberal-progresismos El tercer nombre que aparece destacado en las encuestas, con 8,5 por ciento, es el de Beatriz Sánchez, líder del heterogéneo Frente Amplio. Esta coalición fue fundada en enero del presente año e está integrada por el Partido Humanista, el Partido Liberal, Revolución Democrática, Poder Ciudadano y el Partido Ecologista Verde. Su composición militante se nutre de exmiembros y simpatizantes de Nueva Mayoría y de varios movimientos estudiantiles de izquierda libertaria. Beatriz Sánchez es una experiodista de amplia trayectoria, reconocida feminista e históricamente favorable a las reformas socioliberales promovidas por Bachelet. Se muestra diametralmente contraria a la expropiación de empresas y defiende un sistema de aumento progresivo de los impuestos. “Proponemos, primero, un impuesto a las ventas brutas de la gran minería; segundo, para las grandes fortunas sobre 5 millones de dólares, 2 por ciento de impuesto a la riqueza. Y, tercero, un impuesto a las ganancias sobredimensionadas o sobreutilidades, es decir, a empresas que ganan mucho más que el rango del mercado, sobre un 15 por ciento de ganancia”, declaró el pasado junio en un debate televisivo. A nivel laboral se ha mostrado a favor de ampliar la capacidad de la negociación colectiva y de incorporar convenios colectivos ramales o por sector de producción. Asimismo Sánchez ha manifestado su intención primaria de fortalecer la Central Unitaria de Trabajadores de Chile (CUT). Su proyecto también incluye poner fin a las AFP, pero carece de una propuesta concreta acerca de su sustitución. Su candidatura se muestra a favor de otorgar beneficios a empresas responsables con el medioambiente y que promuevan una mejor distribución de los salarios. También figuran entre sus objetivos la reforma constitucional a través de una Asamblea Constituyente, en la que promovería la creación de un Estado plurinacional. Por otro lado, Marco Enríquez-Ominami figura en las encuestas con 6,1 por ciento de apoyo, liderando el Partido Progresista. Su propuesta trae consigo un plan de inversión público privada por valor de 6.000 millones de dólares, al que suma consignas compartidas con el resto de opciones progresistas, como el desmantelamiento de las AFP, reforma educativa y un plebiscito para que la población defina un mecanismo de modificación de la Constitución. Su retórica centrista atrae a una composición heterogénea de votantes que, sin embargo, según informó el medio La Tercera, se inclinaron por Sebastián Piñera en la segunda vuelta de las elecciones de 2009. El resto de candidaturas presidenciales no superan tres por ciento de apoyo en las encuestas. Entre ellas figura Carolina Goic por el Partido Demócrata Cristiano. Esta formación retiró el apoyo que prestó a Bachelet en el actual gobierno y se presenta con un programa en el que defiende medidas de presunta ética neoliberal, como transparentar las AFP y crear un sistema de salud privada “justo”, en el que el interés del enfermo prime sobre el de la corporación, entre otras cuestiones.