Por Fernando Francia desde Costa Rica No se trata de un cheque en blanco al gobierno ni un voto de apoyo a la gestión actual del presidente Luis Guillermo Solís. En la primera ronda, Acción Ciudadana apenas tuvo 21% de los votos y se convierte en la fuerza política al frente de un gobierno con la menor fracción legislativa de la historia reciente de Costa Rica. Tiene diez diputados de la unicameral Asamblea Legislativa de un total de 57 escaños. Frente a ellos, y en la oposición, desde la derecha, asumirá un grupo de 46 diputados que podrán controlar el congreso con medidas conservadoras y neoliberales. En este contexto, el presidente electo, Carlos Alvarado, reiteró, al siguiente día de su elección, la oferta de conformar un gabinete multipartidista con las siete fracciones que tienen asientos en el Parlamento. Costa Rica cumplirá 200 años de vida independiente en 2021 y en ese marco un grupo de académicos impulsaron el Acuerdo Nacional para la Costa Rica del Bicentenario que firmaron nueve grupos políticos en 2017. Ese documento será la base para que los grupos con representación parlamentaria puedan negociar ejes programáticos y puedan acceder a un asiento en el gabinete de Carlos Alvarado. El ofrecimiento de un gabinete multipartidista surgió al otro día de la elección del 4 de febrero. “Es el mandato que nos dio el pueblo”, dijo en ese momento Alvarado, que reconoció que el resultado electoral obligaba a las partes a dialogar. Para el politólogo Rotsay Rosales, este acuerdo no será fácil. “El presidente deberá ceder mucho ante un panorama muy conservador que tiene en sus interlocutores políticos. Sin duda eso le dará un viraje a la derecha, forzado, al próximo gobierno”, comentó el especialista. Acción Ciudadana se define como un partido de centro con elementos progresistas en lo económico y en lo social, aunque el gobierno actual ha actuado con fuertes presiones de las cámaras empresariales, los grandes medios de comunicación y el poder fáctico en el país. Matrimonio igualitario En diciembre de 2017 Acción Ciudadana aparecía con cinco puntos en las encuestas. Un escándalo de corrupción en el gobierno del actual mandatario, Luis Guillermo Solís, afectaba fuertemente la intención de voto del oficialismo. Los principales contendientes eran, en ese momento, el otrora hegemónico Liberación Nacional y un abogado de verbo encendido y de mano dura en un partido de poca trayectoria, Integración Nacional. El 9 de enero todo comenzó a cambiar. La Corte Interamericana de Derechos Humanos emitió una opinión consultiva en la que obliga a Costa Rica, y a todos los países de la región signatarios del Pacto de San José que aceptan la jurisdicción de la Corte en sus territorios, a brindar la misma protección y los mismos derechos a todas las familias sin importar si eran compuestas por parejas de diferente o del mismo sexo. Además, obliga al Estado a proteger a las personas trans y aceptar la identidad elegida por la persona. Este hecho, que a simple vista podría parecer ajeno a la campaña electoral, encendió el debate y catapultó a quien se oponía con furor al dictamen de la Corte y, en contraposición, también levantó a quien apoyaba al mismo. Así subieron a los primeros lugares los dos Alvarado, el conservador evangélico Fabricio y el progresista oficialista Carlos. El matrimonio igualitario se transformó en el centro de la campaña y la población se olvidó de la economía, el porcentaje de pobreza, la corrupción y la infraestructura, que eran los principales temas que ocupaban a los costarricenses antes del 9 de enero. Las iglesias Un día después de que Fabricio Alvarado alcanzara el primer lugar en la elección del 4 de febrero, decenas de líderes de iglesias evangélicas y neopentecostales pusieron atención en el pequeño país centroamericano. En la primera semana, el candidato ya se había reunido con varios de esos representantes y el sector conservador tenía la certeza de contar con un próximo presidente afín a sus intenciones. Recibió la adhesión de la mayoría de los otros once candidatos que ya habían quedado afuera y conformaron un fuerte bloque “en defensa de la familia y los valores”, según proclamaron. También comenzaron a aparecer las figuras que han estado detrás de Fabricio Alvarado, como el pastor evangélico Rony Chaves. El 16 de enero, una vez que el candidato de Restauración ya había comenzado a dirigir en las encuestas, Rony Chaves escribió: “Yo sí conozco a Fabricio” y relató cómo el candidato se había sometido ante su autoridad como pastor evangélico. Esto fue confirmado posteriormente por el propio Fabricio Alvarado. Pocas semanas después, y ya en campaña hacia la segunda ronda, la polarización comenzó a elevarse entre evangélicos y cristianos. Apareció un video en el que Chaves insultaba y fustigaba a la Virgen de los Ángeles, deidad principal de la población católica en Costa Rica. La elección caía justo en un domingo de resurrección, por lo que la Semana Santa se constituía como la semana previa a la elección. Durante las procesiones típicas de esa semana, algunos fieles católicos hicieron llamados a votar en contra de los “mercaderes de la fe” y otras llamadas de atención contra Restauración Nacional. El politólogo Rotsay Rosales considera que uno de los principales argumentos de la masiva votación contra Fabricio Alvarado y a favor de Carlos Alvarado estuvo relacionado con ese conflicto. “Una prueba es que en Cartago, ciudad que alberga a la Catedral de la Virgen de los Ángeles y un pueblo muy católico, Carlos ganó con 75% de los votos”, argumentó el experto. La coalición Entre los movimientos que surgieron a las pocas horas de conocerse quiénes eran los contendientes de la segunda ronda, uno fue muy particular. Un grupo de jóvenes de diversos partidos se reunió con preocupación y decidieron hacer una página en Facebook. Una de las participantes de la Coalición relató a Caras y Caretas que “casi por error se formó un grupo en la red social, porque en realidad se pretendía hacer un grupo en WhatsApp para comunicarse entre ellos, pero se abrió una página en Facebook y en una semana ya habían 200.000 personas conectadas”, dijo Alejandra Gutiérrez. La Coalición Costa Rica es un grupo de personas de diversos partidos o sin partido que se reunió para defender la institucionalidad democrática que veían amenazada con la candidatura de Restauración Nacional. Se reunían periódicamente en asambleas generales y se organizaban a nivel territorial en las diversas provincias y municipios. Las personas integrantes se ofrecían para el trabajo necesario en el convencimiento de la población para votar abiertamente por Carlos Alvarado. Para el politólogo Felipe Alpízar, “esta agrupación de novedosa estructura trajo consigo una emocionalidad que aceleró el convencimiento de un grupo de indecisos”. El desenlace Alpízar es director del Centro de Investigaciones y Estudios Políticos de la Universidad de Costa Rica, responsable de varias encuestas en todo el proceso electoral. En ellas, una semana antes de la elección, había anunciado un empate técnico entre ambos candidatos, pero con un grupo importante de indecisos. “Esos indecisos se volcaron masivamente hacia la propuesta de Carlos. Por varios factores. Algunos de esos factores pueden ser el ataque a la religión católica que hicieron algunos allegados a Fabricio, la aparición de la Coalición Costa Rica, que movió a mucha juventud a participar en campaña, y al bajo desempeño de Fabricio en los debates”, explicó Alpízar. Además, la presentación fallida de un plan de gobierno a tres días de la elección fue otro factor. “La población sintió que ese candidato no tenía lo suficiente para gobernar, pese a las adhesiones que había recibido”, sentenció Alpízar. La encuesta del CIEP pudo adelantar un dato fundamental: el abstencionismo no se comportaría como en las anteriores segundas rondas, sino que bajaría fuertemente. Incluso, el porcentaje de abstención bajó en relación con la primera ronda, algo totalmente inédito tanto en 2002 como en 2014, las otras dos ocasiones en que se ha necesitado un balotaje para elegir presidente en Costa Rica desde la promulgación de la Constitución Política en 1949. Una vez cerradas las urnas y previo al anuncio oficial del Tribunal Supremo de Elecciones, en esas dos horas de incertidumbre, las personas encargadas de los centros de votación comenzaron a hacer circular por diversas redes electrónicas resultados locales de sus mesas. “Mesa 3413, Cartago, PAC 386, PRN 68, Nulos, 5, Blancos 2, Total 461”, “Mesa 4858, Corralillo de Nicoya, Carlos Alvarado 148 votos, Fabricio 107 votos, 5 votos nulos” y así centenares de resultados parciales inundaron las redes. El presagio era una contundente victoria de Carlos Alvarado y sus seguidores comenzaron a desbordar las calles antes del resultado oficial. Cuando el Tribunal Supremo de Elecciones anunció el resultado, la algarabía explotó al este de la capital, mientras que la tristeza sumergió a un grupo de simpatizantes de Restauración en el oeste. Carlos Alvarado ganó de forma contundente, aunque tendrá la menor fracción legislativa de la historia reciente y deberá emprender con urgencia tareas que no pudieron ser resueltas por el primer gobierno de Acción Ciudadana.
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Carlos Alvarado
Será el presidente número 48 y el más joven de los últimos 120 años. Tiene 38 años y es egresado de la carrera de Comunicación en la Universidad de Costa Rica y de una maestría en la Universidad de Sussex en Inglaterra en Estudios del Desarrollo. Tiene tres novelas publicadas y es seguidor del grupo Radiohead, de música progresiva. En su temprana juventud tocó la guitarra en grupos de rock de poca trayectoria. Nunca militó en otro partido que no fuera Acción Ciudadana y antes participó en movimientos sociales. Sus primeros pasos como activista fueron durante las protestas llamadas “combo ICE”, que lograron detener la privatización del Instituto Costarricense de Electricidad (ICE). Fue asesor en comunicación de la fracción legislativa y director de comunicación de la campaña del actual presidente, Luis Guillermo Solís. Luego, en el gobierno, ocupó la presidencia ejecutiva del Instituto Mixto de Ayuda Social, entidad que se encarga de los subsidios a las personas más empobrecidas, y luego pasó a ser ministro de Trabajo. Renunció a este cargo para postularse como precandidato del Partido Acción Ciudadana.
Las siete fracciones
En la Asamblea Legislativa está la representación del pueblo. Son siete fracciones que tendrán que llegar a acuerdos para resolver los principales temas del país, uno de ellos una reforma impositiva urgente para que Costa Rica salga del déficit fiscal que le aqueja cada año y que rondará 7% del PIB a final del año. La principal fuerza en el congreso es el antiguamente hegemónico y tradicional Partido Liberación Nacional, con tendencia neoliberal, que obtuvo 17 diputados. Le sigue el ultraconservador y contendiente de la segunda ronda Partido Restauración Nacional, con 14 diputados, siete de ellos pastores evangélicos. En tercer lugar está el oficialista Partido Acción Ciudadana y luego el Partido Unidad Social Cristiana, otro de los considerados partidos tradicionales que gobernaron el país por más de 30 años, con nueve diputados. Más abajo está el Partido Integración Nacional, con cuatro, y el Republicano Social Cristiano, con dos. Finalmente, el izquierdista Frente Amplio, mantiene apenas un diputado y logra mantenerse en el congreso tras una bancada 2014-2018 de nueve diputados. Aunque todavía no se han definido las alianzas partidarias en la Asamblea Legislativa, los analistas coinciden en que hay un sector de 46 diputados de derecha y conservadores frente a un grupo de diez diputados medianamente progresista y uno de izquierda.