Hacete socio para acceder a este contenido

Para continuar, hacete socio de Caras y Caretas. Si ya formas parte de la comunidad, inicia sesión.

ASOCIARME
Sociedad

En buenos pasos: Centro Comunitario de Integración Social para liberados

Desde hace años Uruguay cuenta con políticas postpenitenciarias orientadas a facilitar la reinserción de personas liberadas del sistema penitenciario. Hogar transitorio, acompañamiento psicosocial, consultas médicas, cursos de capacitación y asesoramiento jurídico son algunas de las oportunidades que ofrecen estas políticas. La última apuesta de la Dirección de Apoyo al Liberado (Dinali) es la creación del Centro de Integración Social, un lugar donde las personas liberadas se forman, trabajan, y disfrutan de la cultura en el mismo espacio que lo hace cualquier persona de la comunidad.

Suscribite

Caras y Caretas Diario

En tu email todos los días

Por Meri Parrado

Alexis Álvarez tiene 33 años y estuvo cinco años y ocho meses en privación de libertad. En el 2017 egresó del sistema penitenciario y cuenta que lo que más le costó fue conseguir una ocupación, algo vital para quienes buscan salir adelante sin reincidir. Con indumentaria de trabajo y herramienta en mano, hace una pausa y agradece que la Dinali que “le abrió las puertas”. Alexis, al igual que otros liberados, está desde hace un tiempo trabajando en la reconstrucción y remodelación del Centro Comunitario de Integración Social. Cobra un sueldo, tiene las leyes sociales cubiertas, sostiene a su familia y se siente en armonía con la sociedad. “Hace 3 años estoy afuera y me adapté bien a la sociedad. Fue muy duro el tema de la ocupación, pero cuando decidí concurrir a este lugar se me abrieron muchas puertas”.

El trabajador valoró las políticas postpenitenciarias que tiene nuestro país y considera que con este tipo de oportunidades “si no te enderezás es porque no querés”. Hace referencia a muchos de sus compañeros, quienes participaron de esta experiencia y actualmente encontraron otras oportunidades laborales. “Acá te dan una mano y podés salir adelante, tenés posibilidades de crecer porque de acá te podés ir a otro lado como le pasó a algunos compañeros que se fueron, se les abrieron otras puertas y ahora están cobrando un sueldazo”.

Hoy, él es encargado en una de las áreas de trabajo que se encuentra arrancando su segunda etapa con la construcción de oficinas, y un anfiteatro. Tiene objetivos y deseos de ver este espacio terminado con las manos y el oficio de él y sus compañeros. Se muestra enfocado en el futuro y vislumbra que será positivo. “Estoy muy contento con ser parte de esto, con la gente que hay acá y con la oportunidad que me dieron: el encargado general me puso un voto de confianza para estar a cargo y hoy ayudo a otros compañeros a formarse. Se vienen buenos pasos”.

Él tiene una hija de un año y medio, y asegura que le preocupa su futuro y que no le falte nada. “Hoy miro por ella y agradezco la oportunidad de estar acá para no volver a lo de antes. Esto está genial, que nos den una mano a las personas que salimos en libertad para no volver a hacer cosas que no queremos seguir haciendo”.

 

Una realidad

En Uruguay hay 11.000 personas privadas de libertad y cada año aproximadamente 6.200 son liberadas del sistema penitenciario, según datos difundidos por un informe de la Dinali. La mayoría de las personas que egresan son jóvenes de entre 18 y 34 años, muchos de ellos con problemas de policonsumo, dificultades de acceso al mercado de trabajo, y escasa o nula experiencia laboral. También presentan bajos niveles de formación o capacitación, problemas de vivienda, y carencia de vínculos familiares y afectivos. Estas condiciones de vida suelen atravesar a las personas que salen en libertad, quienes en muchos casos padecen varias de estas problemáticas e incluso todas juntas y de forma sostenida en el tiempo, dificultando su integración a la sociedad.

En este contexto surgió la Dinali, que depende del Ministerio del Interior y fue creada en 2015 para atender el problema de los bajos niveles de reinserción social, así como el de las altas tasas de reincidencia en el delito de esta población. Para cumplir con su objetivo, este organismo cuenta con una serie de prestaciones destinadas al apoyo inmediato y a la satisfacción de necesidades básicas como alojamiento (Posada de Camino), atención psicosocial, formación y generación de empleo.

Según datos aportados por autoridades de la Dinali, la reincidencia delictiva de los liberados que pasan por pasantías laborales cae a 17 por ciento, por lo cual el componente de formación es uno de los pilares más fuertes de este proyecto.

 

Integración y convivencia

El Centro Comunitario de Integración Social se ubica en los ex talleres del Ministerio del Interior ubicados en la calle Enrique Martínez esquina Burucayupí. Este espacio se encontraba en desuso y fue reacondicionado y financiado, con el 10% de sus ingresos, por personas liberadas del sistema penitenciario.

El 22 de noviembre se inauguró la primera fase de este emprendimiento: una escuela de capacitación que consta de tres salones de clases, una sala múltiple, una cantina, una radio y un espacio de recreación. Actualmente se encuentran trabajando en la segunda fase de este proyecto que integrará un espacio cultural con un anfiteatro destinado a la realización de actividades artísticas múltiples, y un área laboral donde empresas privadas instalarán sus talleres.

Hasta el momento funcionan dos emprendimientos laborales a cargo de personas liberadas: una herrería y otro proyecto llamado “Olmos” que se encarga de la reparación de motos. La idea es que en la medida que existan más personas formadas se incorporen a estos proyectos o puedan emprender otros.

Caras y Caretas dialogó con Jhon Manzzi, director del hogar transitorio de Dinali, quien contó que el proceso de este centro se inició en el año 2016, cuando los antiguos talleres del ministerio fueron cedidos en comodato a la Dinali. “Al comienzo, uno de los cometidos fue poner este espacio en desuso en funcionamiento y generar un lugar con diferentes opciones laborales para liberados y que se instalaran empresas para producir, pero luego se le dio un vuelco más hacia centro de inclusión”.

De esta forma, el proyectó viró en un polo de trabajo para liberados, pero a la vez abierto a la comunidad. “Se trata de un verdadero espacio de convivencia e integración, y no solo de un lugar destinado a usuarios de Dinali, se busca acercar a las personas del barrio e integrarlas a este proyecto”.

Por otro lado, Manzzi valoró que este centro de integración fue realizado con mano de obra de personas que estuvieron privadas de libertad y pasaron por el proceso de insertarse laboralmente mediante Dinali, resignificando un espacio que se encontraba abandonado y sucio.

En el correr de este año, 180 personas liberadas del sistema penitenciario participaron de los cursos de capacitación de la Dinali y se empleó formalmente a 450 personas mediante pasantías laborales. “Quienes están trabajando en jornales entre seis y ocho horas están ubicados dentro del trabajo formal, cobran un sueldo y tienen leyes de seguridad social. Quienes optan por realizar alguna capacitación cuentan con un viático de Inefop”.

En este lugar también se brindan talleres de consumo problemático y adicciones a cargo de un especialista voluntario que dos veces por semana recibe a personas liberadas y de la comunidad en general que deciden participar de este espacio conjunto.

 

Próximos pasos

Autoridades de la Dinali estiman que las obras serán concluidas en el mes de marzo. Se pondrá en funcionamiento una radio que le dará voz y empleo a liberados que se quieran capacitar en el área como operadores y tareas afines. La futura programación está abierta a colectivos, organizaciones y personas que quieran ser parte de la grilla.

La inauguración del anfiteatro, construido por egresados del sistema penitenciario, es otro de los eventos esperados y que posibilitará el acceso a la cultura por parte de la población que culminó su proceso de privación de libertad y disfrutará de estos espacios en comunidad.

Se espera que con el cambio de gobierno estas políticas postpenitenciaras no sean parte del ajuste que se ve venir, sino que sean potenciadas. La Dinali se plantea como desafío fortalecer sus recursos, su personal y su presupuesto para continuar con estos programas que a entender del director, Jaime Saavedra, “son un orgullo”. Lo que está bien, está bien.

 

Dejá tu comentario

Forma parte de los que luchamos por la libertad de información.

Hacete socio de Caras y Caretas y ayudanos a seguir mostrando lo que nadie te muestra.

HACETE SOCIO