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Con Eduardo Platero, fundador de la CNT

“Espero disculpas de los legisladores que no se reunieron ante el golpe”

Para el exdirigente de los trabajadores municipales, las nuevas generaciones de líderes sindicales no deben olvidar que la derecha “siempre sueña con volver”.

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A 44 años de la huelga general y del golpe de Estado de 1973, el exdirigente de los trabajadores municipales y de la Convención Nacional de Trabajadores (CNT), Eduardo Platero, señaló que esos hechos dejaron varias enseñanzas para comprender la historia reciente y alguna reflexión para el tiempo presente. “La huelga general y el golpe de Estado de junio fueron hechos de enorme importancia para la vida nacional, al punto que todavía hoy seguimos hablando de ellos y de sus consecuencias. Efectivamente el país vivió un gran drama signado por este verdadero corte de etapas en la vida nacional”, reflexionó Platero en diálogo con Caras y Caretas. “Más allá de las discusiones sobre si el golpe se había iniciado el 9 de febrero –una discusión que tiende más a pasarle facturas a alguien–, lo cierto es que el 27 de junio fue cuando se disolvieron las cámaras”, agregó. Otro hecho a destacar para el veterano dirigente del movimiento sindical fue que la unidad de los sindicatos “era una cosa muy reciente (recién en 1966 se había logrado, apenas siete años antes) y, no obstante, abarcó a más gente de la que estaba sindicalizada, lo que da una idea de la legitimidad que había ganado el reclamo, la decisión de enfrentar con la huelga general cualquier intento de golpe de Estado”. “El golpe de Estado vino a significar la culminación del desencuentro entre la política oficial, en particular la económica, y la resistencia de la gente. Fue un intento de gobernar de otra forma”, subrayó. Como consecuencia de ese enfrentamiento entre la política oficial y la resistencia a perder derechos, es que “la gente identificaba a los enemigos en el Poder Ejecutivo, encabezado por [Juan María] Bordaberry, los militares y ese grupo de aventureros que quería llevar adelante una política económica antipopular. De la misma manera, veía en el Parlamento a un defensor de sus derechos”. Por ese tiempo el Parlamento “daba voz a los reclamos y por eso se consideraba lógica su defensa con la huelga general. Y hubo, sobre todo, mucha gente no sindicalizada que se plegó a esa defensa”. “Creo que la gente vio en el movimiento sindical a quienes representaban la legalidad, el derecho, y por eso participó y rodeó de solidaridad a la huelga. De la misma forma que no vio eso en los partidos políticos”, agregó. Tras recordar que hubo muchos responsables de la situación que desembocó en el golpe de Estado de 1973, Platero dijo: “Todavía estoy esperando que la Suprema Corte de Justicia pida disculpas por aceptar, el 14 de abril de 1972, la jurisdicción militar para los civiles. De la misma forma espero una explicación de los legisladores que, una vez disuelto el Parlamento, no se reunieron ni una sola vez en otro lugar. No hubo intento alguno de reunirse”. Recordó en este sentido que la última sesión del Legislativo, “esa que cada tanto nos muestran en televisión, aunque sacando la imagen y el mensaje de Enrique [Rodríguez], no tenía quórum para sesionar, es decir que muchos legisladores, y ni siquiera el héroe civil de los colorados, el vicepresidente Jorge Sapelli, se hicieron presentes en la reunión. Esta fue presidida por el primer secretario, el senador Eduardo Paz Aguirre, quien no tomó la asistencia. Le dio la palabra a un legislador y después continuó la reunión con intervenciones efectuadas mediante el pedido de interrupción. Terminadas las exposiciones, pidió el número de legisladores, y al ver que no había quórum, dio por terminada la reunión”. “Estoy esperando, entonces, el pedido de perdón de los legisladores que en esa fecha no fueron al Parlamento y se quedaron en su casas, y que ni siquiera intentaron reunirse después. No hicieron nada”, subrayó. “Mientras tanto, el apoyo de la gente fue muy grande. Sin eso no se explica la duración de la huelga”, reflexionó seguidamente. “Esa gente llevaba apoyo, auxilios. Siempre había grupos en las empresas de trabajadores que tenían a mano ollas y otras cosas, que las pusieron a disposición de la ocupación”. “Fue una medida meditada y discutida durante años, por eso es que se logró un gran nivel de organización. Porque cuando llegó el golpe la gente estaba preparada en cada lugar de trabajo. Fue tan grande la discusión y la preparación de la medida, que durante mucho tiempo en Adeom se rechazaba la idea de la ocupación porque se pensaba que era un problema. Porque había que atender a los huelguistas, resolver su alimento y otras cosas; entonces creíamos que la atención iba a estar en otro lado y no en la huelga como tal. Pero en vista de que la cosa se venía en serio, por abril o mayo hicimos un paro con ocupación y le dijimos a la gente que era un ensayo de lo que podría pasar si había golpe de Estado”, rememoró más adelante. Seguidamente recordó que “cuando se decidió levantar la huelga, la gente lo aceptó, al punto que más allá del documento de las ‘tres F’ (FUS, FOEB, Funsa, tres gremios que rechazaron dar por terminada la huelga) y de aquellos que siembran la derrota, a los pocos meses, cuando los militares plantearon el tema de la reafiliación sindical, los trabajadores se afiliaron en masa a los sindicatos de la CNT”. “Fue el 28 de agosto, cuando [Néstor] Bolentini –ministro del Interior de la dictadura– intentó aplicar las disposiciones del reglamento de asociaciones profesionales, que los trabajadores se reafiliaron a sus sindicatos”, agregó. “En Adeom, en apenas dos horas se reafilió todo el personal. En cuatro meses los sindicatos de la CNT tenían más afiliados que antes del golpe de Estado. Incluso había un sindicato más”. Se trataba de un grupo de trabajadores rurales a los que se les repartieron los formularios de afiliación y tuvieron que armar su organización. A 44 años de esos acontecimientos y viéndolos en perspectiva, Platero señaló que “Uruguay cambió mucho, por eso yo les recomendaría a las nuevas generaciones de dirigentes sindicales que no se gasten en falsas partidas, en pelear por chauchas y palitos, que no se olviden nunca que de un lado están ellos y del otro, nosotros: de un lado la gran burguesía y del otro, el pueblo. Esa gran burguesía que siempre puede volver, a través de un nuevo golpe de Estado, o destruyendo a la fuerza política que los trabajadores y el pueblo uruguayo construyeron para los cambios o mediante la siembra de la desesperanza y la pérdida de expectativa en nuestros proyectos. “Que no se olviden que viven al lado del monstruo de la derecha, que siempre está pensando en volver”.

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