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#F.AjusteDeCuentas

Por Andrés Copelmayer.

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Caras y Caretas Diario

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Escuchando poco a los de a pie y sin fortalecer afectos entre compañeros, el FA no tendrá renovación ideológica, nuevas utopías, asamblea constituyente, giro a la izquierda, cambio de matriz productiva ni futuro. El proceso de las elecciones de mayo determinará si gana la derecha o los abrazos.

Sin prisa ni pausa, las mafias sin guantes se han incorporado a las clases dominantes de América Latina, con alta valoración social. Imponen modas, generan cultura, promueven antivalores y se rigen por normas propias. Manejan gobiernos, y la Justicia es la voluntad de sus caprichos. Destruyen identidades comunitarias y transgreden tradiciones de la convivencia cotidiana. La narcopolítica, los corporativismos empresariales globalizados, los mega multimedia y las multinacionales deportivas expresan esta nueva realidad política y social que tiene como principal herramienta a la corrupción.

Este vale todo organizado reinstaló la Faida del antiguo derecho germánico. La sola presunción de no ser parte de la banda, te vuelve enemigo. Así, la venganza, la justicia por mano propia, las guerras entre “familias” u otros grupos sociales, la traición, la difamación y el ajuste de cuentas entierran “muertos” de todo tipo en el abismo irreconciliable entre agresor y agredido. La violencia física y moral permea la calidad institucional, genera miedo ciudadano al compromiso y a la participación, corroe democracias y contamina los sistemas políticos. Las mafias más inteligentes del capitalismo saben que es imposible vivir en guerra permanente por los territorios, y acuerdan. La FIFA no entendió y cayeron todos. En Uruguay, gracias a la gestión de Bonomi y su equipo (el mejor ministro del Interior post dictadura), el narcotráfico ronda pero aún no ha infiltrado al país ni a la política. Sin embargo, los ajustes de cuentas intrapartidarios hace rato sustituyeron a la negociación. Sanguinetti fue el pionero. Le arrancó el brazo a Batlle, quebró al Batllismo Unido y su narcisismo republicano lo llevó a “boletear” a todo correligionario que le pudiera hacer sombra. El golpe de gracia fue impulsar, contra su voluntad, a su mejor espada, Don Enrique Tarigo, a postularse como presidenciable en las internas contra Batlle. Perdió y dejó la política. Jorge, luego de ser presidente sin apoyo del Foro, se vengó y le impuso a Stirling como candidato, cortando las aspiraciones de Sanguinetti de romper el récord presidencial. De esa noble generación colorada y batllista sólo sobrevivió Ope, gracias a su capacidad y luego de años de ostracismo. Sanguinetti, con su Faida fratricida, hundió al PC en la peor crisis de su historia. En treinta años transformó al Partido de Gobierno, como irónicamente lo llamaba Wilson, y al “cambio en paz”, en la paz de los sepulcros. Hoy partido testimonial que ni siquiera tiene ediles propios en Montevideo. Aún ciego, Sanguinetti sigue autorreferenciándose como gurú orientador, no responsable de la estrepitosa caída de su partido. Al PN los caudillos departamentales lo salvan de la autodestrucción. La Faida blanca comenzó en las internas de 1999, cuando el delfín Ramírez, traicionado por Lacalle, lo denunció públicamente por enriquecimiento ilícito y dio el detalle de todo el patrimonio no declarado que heredará Lacalle Pou.

Lacalle igual triunfó, descabezó al wilsonismo, manejó el Partido a su antojo y siempre puso freno a las aspiraciones de Larrañaga, quien aún logrando la mayor votación del partido post dictadura, nunca logró apoyos del herrerismo en Montevideo y Canelones. Supuestamente retirado, en las últimas internas Lacalle digitó a su hijo como candidato. No dejó competir a los herreristas por la postulación presidencial e hizo base en Maldonado, su segunda casa, para gobernar con los amigotes de siempre. La guerra fratricida sigue instalada, y todo caudillo carismático es sistemáticamente atacado por sus pares. Lo sufrieron Larrañaga, Zimmer y Botana. Sólo sobreviven los de vuelo corto. Hasta Chiruchi marchó. Ahora Lacalle Pou, con su estrategia individualista y confrontativa, lidera el suicidio colectivo del PN. El cambio de nombre de su agrupación lo dice todo. Ahora se llama “Todos”, para dejar claro que los demás nacionalistas son “naides”. Los partidos tradicionales, como las mafias de antaño, matan a los sobrinos antes de que crezcan y truncan la sucesión. No es casual que los principales referentes de la derecha sigan siendo los tres ex Presidentes, a pesar de su pésima imagen pública. El Frente, inmunizado por el espíritu generoso de los fundadores, se venía salvando de su propia Faida, pero resbaló en sus propias cáscaras de bananas. La seducción del poder fomentó el carguismo, la autocomplasencia omnipotente, el distanciamiento de la gente, la escasa renovación de cuadros de gobierno, la soberbia acrítica y el personalismo prescindente del colectivo. La dificultad del FA para asumir su rol de Partido de Gobierno, a pesar de los veinte años de gestión de la IM, nos atrapó en la carrera corta de ganar elecciones para acumular poder, siendo oficialismo y oposición. El atajo tentador amenaza empañar todos los logros y cambios estructurales que hizo el FA en pos de mayor justicia social. Nos complica la falta de flexibilidad e incapacidad para responder a dos nuevos desafíos: que un mismo sector, el MPP, sea mayoría del FA por 3 períodos consecutivos, y comprender que generamos en la ciudadanía mayores expectativas de consumo y casi ninguna responsabilidad social y comunitaria. Dentro de las reglas del juego, aceptando disensos pero acatando mayorías, en el FA siempre existieron operaciones políticas e imposiciones de aparatos para dirimir debates internos. Pero nunca ajustes de cuenta mediáticos personalizados, con estilográficas envenenadas. Nos contagiamos. Desde PLUNA hasta ANCAP, primó la vendetta por fuera de la estructura, utilizando a El País y Búsqueda como voceros del enchastre. No para debatir ideas, sino con clara intención de agraviar y descalificar compañeros. Sobre PLUNA ni siquiera existe un relato común de los aciertos y errores cometidos. Excepto el MPP orgánico, todos los sectores aprovecharon la ocasión para cuestionar e intentar desacreditar públicamente a Astori y su equipo. Sólo a cuenta de más, digo que fue un acierto haber cerrado Pluna luego de 70 años de subsidos en los que los uruguayos gastamos más de U$D 1.000 millones para sostener, a pérdida, una aerolínea de bandera con participación estatal. Fue un acierto hacerlo en el momento justo, cuando, además de los riesgos por eventuales juicios en Brasil, supimos que los Campiani querían seguir endeudándonos y vaciando la empresa para provecho propio. Hasta retrasaban meses pagar lo recaudado por tasas de embarque, dinero propiedad del Aeropuerto. Fue un acierto darnos cuenta de que lo estratégico no es la bandera del avión, sino tener políticas de aeronavegación comercial que aseguren soberanía y control sobre la conectividad internacional de personas y el transporte de carga. Fue un acierto ir a concurso, porque cuesta a los uruguayos exactamente lo mismo que haber mantenido Pluna operativa a pérdida al menos 42 meses (hasta el fin del mandato de Cristina, que apostó a copar el mercado regional con Aerolíneas). Más aun cuando la mayoría de los acreedores son del Estado. Fue un error la desesperación de querer resolver todos los problemas de un solo tiro. Se envió un proyecto de ley al Parlamento, escudados en la opinión del doctor Olivera, que jugó a dos bandas, que incluía artículos claramente inconstitucionales. Fue un error querer forzar al mercado a comprar aviones en apenas 120 días a través de una subasta e incluyendo la contratación de personal ex Pluna. Voluntarismo sano pero irracional. Fue un error confiar en López Mena cuando dijo que traería inversores para comprar los aviones. Ya todos sospechábamos su plan de negocio: revender a través de Cosmo los aviones al Estado, alquilarlos a precio vil para BQB, quedarse con las frecuencias y los slots de Pluna, y no tomar más de 40 ex funcionarios. Fue un error entrar en pánico por una mera foto en el diario, cuando se sabía que Fernando [Lorenzo] almorzó con esta gente para confirmar el negocio que traían entre manos. A las 48 horas de la subasta, googleando, descubrimos el nexo de López con Cosmo, y confirmamos que el comunicado público de esta empresa fantasma sobre vender los aviones en el exterior fue publicado por la misma agencia del empresario. Fue un gran acierto que el FA sea el único gobierno que le torció la mano a los negociados de López. Al final del día, éste se quedó sin los aviones, pagó los U$D 13.5 millones del aval, vendió BQB y ahora despotrica contra el gobierno de Mujica. Pero el costo político del ajuste de cuentas interno fue muy caro. Dio pasto a la derecha para que instalara sospechas de corrupción e intentara igualar al FA con la poca ética de gobierno de los partidos tradicionales. Melló la credibilidad de Danilo [Astori], que nada tuvo que ver con el cierre; perdimos a Lorenzo y a [Fernando] Calloia, la gente olió algo turbio, y se afectó el caudal de votos del FLS, tradicional puerta de entrada de votantes extrapartidarios. Después vino el ajuste de cuentas con Mónica Presidenta. Un manoseo innecesario e injusto que generó desconcierto, división y desconfianza en el votante frentista de a pie de todas las horas. Ahora la Faida recayó sobre Ancap y Sendic. Sin predicar con el ejemplo, hicimos exactamente lo contrario que le pedimos a la oposición. El mismo día que se votó la Comisión Investigadora, los principales dirigentes del FA desempolvaron su pluma para regar de cartas el jardín de la discordia. Sopa de letras con atribuciones de responsabilidad cruzadas en una guerra autodestructiva, miope y falaz. Hoy importa más si hubo o no operación política para desacreditar a Sendic como presidenciable 2019, que hablar de lo central: cómo manejar eficientemente y para el bien del país una empresa estratégica que sigue sin tener gerente general ni financiero.

Las próximas elecciones internas del FA son el 29 de mayo de 2016. Se elegirá la presidencia del Frente Amplio, la representación de los sectores en el Plenario Nacional y la Mesa Política Nacional y la de las bases al Plenario Nacional. Curiosamente, la web del FA omite decir las condiciones de elegibilidad para los candidateables a la presidencia. El antes, el durante y el después de esta elección, determinará si seguiremos inmolándonos con los ajustes de cuenta o cambiamos la pisada. Tenemos muchos pendientes que no implican debate ideológico. El FA debe acordar gobernabilidad con el Ejecutivo en base al diálogo, al programa común, al plan de gobierno y al contexto económico y político regional e internacional. Debemos escuchar a la gente y ampliar la base del movimiento popular de izquierda integrando a las nuevas organizaciones sociales y comunitarias, y fortaleciendo aún más el vínculo con estudiantes y trabajadores. Pende descentralizar la acción orgánica frenteamplista apoyando al interior, para que los compañeros cuenten con recursos para formar militantes políticamente y en la gestión de gobierno en los tres niveles. Nos debemos implementar una revolución cultural que fomente valores solidarios, participación y compromiso con las causas comunitarias. Nos falta sistematizar aun más la transparencia informativa de la gestión tanto del gobierno como del propio FA. Carecemos de mecanismos para la participación de frenteamplistas no sectorizados que quieren aportar en temas específicos de interés nacional. Falta reformular la ley de regulación de financiamiento de los partidos políticos, que no es más que un hipócrita saludo a la bandera. Modificarla pensando en el futuro del país y en el derecho de la ciudadanía a conocer las propuestas de los partidos, sin inundarlos de publicidad engañosa por TV, a costos siderales. Después de los logros alcanzados, es indispensable construir con todos la nueva utopía frenteamplista. Nada será posible si no se restablece el diálogo frontal, el respeto por las identidades sectoriales y la unidad de acción. Menos aun si no recuperamos el afecto y la confianza frenteamplista entre compañeros. No es de izquierda pedirle al votante que confíe en nosotros cuando nos ven siempre mirándonos de reojo y con desconfianza, hasta cuando callamos. Sabremos cumplir.

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