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¿Algo que ocultar?

A favor de la inclusión financiera

Por Alberto Grille.

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Confieso que al principio no me gustó nada este proyecto llamado de “inclusión financiera”. Que el Estado esté husmeando detrás de mí y que yo tenga que hacer todos mis gastos con tarjeta, aunque ello me permita tener descuentos, chocaba con ciertos prejuicios libertarios que uno lleva arriba más por rebeldía que por otra cosa. Pero hace tiempo que había llegado a la conclusión de que, al fin y al cabo, dado que no tengo nada que ocultar, a la hora de la verdad primaban más la veracidad y los descuentos que la supuesta “privacidad” que, además, todos sabemos que es un mito desde que vivimos entre cámaras, grabadores, buchones y espías. Es muy claro, por otra parte, que el hecho de que los organismos de supervisión financiera puedan ver todos los movimientos económicos impulsa la formalización de los trabajadores (con el consecuente reforzamiento de las finanzas de los organismos previsionales como el Banco de Previsión Social, que aseguran el futuro de los más débiles); aumenta la seguridad de las transacciones y va directamente contra el lavado de dinero proveniente de fondos negros, como la venta de drogas, el tráfico de armas o de objetos robados, o el producto de robos y todo tipo de operaciones ilegales. Reitero, no veo que quienes no tienen nada que ocultar tengan algún problema con pagar con una tarjeta (que además les baja unos puntos de IVA) y dejar de manejar dinero, que por otra parte acerca a los amigos de lo ajeno en todas sus formas. Con la misma claridad voy a decir que estoy en contra del retiro de personal, no reposición de vacantes,  y cierre temporal o definitivo de locales del Banco de la República Oriental del Uruguay, al que se definió muy bien como “el banco país”, que tuvo enemigos acérrimos como el doctor Ramón Díaz, gran representante de la banca extranjera, ideólogo y defensor de la “tablita” que nos llevó a la Crisis de 1982, pope del neoliberalismo (o dirigismo de derecha, como dicen algunos) y promotor, entre otras bondades, de la supresión de la moneda nacional y su sustitución por el dólar de Estados Unidos, una forma de anexión bastante sutil, ya que perdíamos un instrumento fundamental como es la política monetaria independiente. El BROU es una institución principal de la nación oriental, una de sus columnas basales, y es un orgullo de todos nosotros, además de formar parte del bien llamado “escudo de los débiles”. Por eso tuvo y tiene los enemigos que tiene, y a veces me da la impresión que tiene más que los que parecen. No me entra en la cabeza que se cierren sucursales bancarias, particularmente en el interior del país. No me importa lo que haga la banca privada, hablo de “mi” banco, el que cobra menores intereses, el que refinanciará siempre a la gente de bien, el que permite sacar préstamos a los más débiles de mi país, aquel en el que puedo confiar siempre (porque lo demostró en la Crisis de 2002, cuando congeló por unos meses los depósitos, pero pagó intereses altísimos que permitieron vivir a muchos, y después pagó hasta el último peso, religiosamente, como corresponde), y ver sus sedes es un orgullo cuando uno llega a cualquier lugar del interior del. Hasta el cajero automático de Tomás Gomensoro es un orgullo, paradito ahí, al lado de la frontera. Por otra parte, siempre hay gente, sean viejitos que no se adaptan o personas de cualquier edad que les pasa lo mismo, que tienen que ser atendidos en sus consultas de todo tipo por un bancario, por un ser humano que les responda sus inquietudes, no por meras máquinas. Hay situaciones y conductas que me cuesta entender, y no creo que tengan nada que ver con el futuro ni con ahorros necesarios, porque voy a bancos privados, todos extranjeros y tienen abundante y muy educado personal. Así que, por favor, nada de achique del BROU. Al contrario, que sea cada vez más grande, como lo demostraron los premios internacionales que ganó hasta hace muy poco y el bajísimo índice de morosidad que tenía. Doy el alerta porque me temo que le están errando al bizcochazo. Tanto ahorro y el banco multiplicó por cuatro la morosidad y se quedó casi sin utilidades para volcar al gobierno central, para angustia del ministro Danilo Astori y de todos los uruguayos que disponemos de 100.000.000 de dólares menos cada año. Pero vuelvo a la inclusión financiera. Si ya estaba a favor de ella antes, mucho más me convenció ver quiénes son los que la quieren eliminar, e imaginarme, porque nadie es inocente, los motivos por los que la pueden querer eludir, como algunos eluden impuestos, en particular los empresarios (esos que gritan patriotismo en sus supercámaras y sólo piden más beneficios, esos que se enriquecieron fabulosamente en doce años de gestión frenteamplista aunque no colaboren con la parroquia en la medida de sus posibilidades, y que según un informe oficial de la DGI evaden 44,5% del IRAE, mientras que a trabajadores y jubilados, los únicos que soportan los ajustes fiscales, se les recaba hasta el último peso.   Los “libertarios” del ocultamiento La primera extraordinaria novedad, que casi me hace pasmar de asombro, es que el diario El País, primero siempre, haya pasado de sacar cuatro lujosos suplementos, apoyando la inclusión financiera, a oponerse furiosamente a la misma. Veamos el editorial ‘La bancarización forzosa’ del día 26 de julio. El diario que defendió a capa y espada la dictadura dice: “Este proyecto encaja dentro de una visión orwelliana de la sociedad en la que el Gran Hermano todo lo vigila, y vida y hacienda de las personas quedan bajo escrutinio de burócratas y políticos sin ninguna razón que lo avale”. Esto lo dice el diario que no solo apoyó a Pacheco Areco, a la reelección inconstitucional, a Bordaberry, al espionaje de los milicos, a la dictadura con sus crímenes y sus torturas y que, por supuesto, no se molesta en hablar de los desaparecidos, de los robos de los generales de la dictadura ni de la complicidad de los blancos baratos y colorados traidores que fueron intendentes, ministros y consejeros de Estado durante el período dictatorial. Es el diario que no habla una palabra del “Banco Nelson”, que operaba a cielo abierto en la fértil plaza financiera de Maldonado, boca de entrada de muchas cosas, buenas y malas. Luego, pontifica la nota, seguramente escrita por un economista larrañaguista muy conocido: “En los últimos días se ha debatido mucho sobre la ‘inclusión financiera’, en buen romance, la bancarización que lleva adelante el gobierno con entusiasmo digno de mejor causa […] vale la pena analizarlo a la luz de la realidad de nuestro país, qué fines se propone y sus posibles resultados”, y se refiere a la entrevista de hace unos días del periodista Emiliano Cotelo al ministro Astori. Dice que, preguntado sobre qué planes importantes se estaban desarrollando, “el ministro, luego de quedar en blanco, contestó: la inclusión financiera”. No escuchamos la entrevista, pero el secretario de Estado tiene muchas cosas para exhibir como obras pasadas, presentes y futuras del gobierno, como haber resucitado los Consejos de Salarios (contra la opinión de El País), innumerables realizaciones económicas y sociales en todos los ámbitos, generalmente a favor de los más débiles, y tiene por delante el fortalecer la educación, la infraestructura y aumentar la inversión pública y extranjera para mejorar la economía uruguaya, la única que crece (y a 3% anual) en toda la región. Posteriormente el matutino (y el economista en particular) derrapa en su conocido torrente de insultos y concluye: “Sin embargo, para nuestro ministro de Economía esta es la principal preocupación y el principal tema en la agenda del gobierno. Un verdadero disparate”. Y agrega esta notable explicación: “Este es un tema central, porque como manifestó recientemente el senador Luis Lacalle Pou, está en juego la libertad de las personas. Es evidente, además, que los fines expuestos por el gobierno detrás de esta iniciativa no son los edulcorados que enuncian con un patriotismo exaltado como si volvieran de la guerra. No son los uruguayos de a pie quienes se benefician de esta arremetida contra la libertad de elegir los medios de pago; son las instituciones financieras y la Dirección General Impositiva”. Está clarito: para esta gente a la que la libertad no le importó en la dictadura ni le importa hoy (“la libertad del capitalismo es la libertad de morirse de hambre”) no le gusta que se beneficie la Dirección General Impositiva, y eso que bastantes y muy generosas (para mi gusto, exageradas) exoneraciones fiscales tienen. ¿O acaso su editorialista Ignacio de Posadas no construyó su estudio de Carrasco con una fabulosa exoneración fiscal? Efectivamente, Pompita, de vuelta de su recorrida en avión privado por las zonas inundadas (¡qué feos son los pobres! ¿verdad, Senador?), y su viaje de descanso con amigos a las playas del Caribe, se pronunció por buscar “medidas alternativas” al tratamiento en el Parlamento de la ley de inclusión financiera, como apoyar la junta de firmas para realizar un referéndum, idea que surgió de un “grupo de empresarios preocupados”. Dicha convocatoria fue realizada en marzo por la Cámara Regional de Comerciantes y Empresarios del Este (Crece, seguramente microempresarios de la Barra), a los que se sumaron la Confederación Empresarial del Uruguay (CEDU), el Centro de Almaceneros Minoristas, Baristas, Autoservicistas y Afines del Uruguay (Cambadu) y otras organizaciones empresariales. A El País no le llama la atención que ni los sindicatos de trabajadores ni los de jubilados adhieran al “movimiento”, sólo grandes tenedores de dinero. La Confederación Empresarial del Uruguay  (CEDU) señaló su rechazo a la ley de inclusión financiera por los “altos aranceles” que perciben los emisores de tarjetas de crédito y débito, a los que los comercios deben pagar aranceles de 2% por las transacciones con tarjeta, en tanto que las grandes superficies pagan 1,5%. Inmediatamente del pronunciamiento de Pompita, Jorge Larrañaga, manifestó que no sólo apoya el plebiscito contra la inclusión financiera, sino que también impulsará una consulta para reformar la Constitución a fin de eliminar los impuestos a las pasividades. Al mismo tiempo, varios dirigentes colorados ya se pronunciaron a favor del referéndum y salieron a recorrer el país juntando firmas. El Comité Ejecutivo Nacional, máximo órgano del partido, decidió tener papeletas para firmar en los locales partidarios. La Unidad Popular apoya el plebiscito que impulsa Salle y puso su militancia a disposición para obtener firmas. Ni Edgardo Novick, del Partido de la Gente, ni su principal asesor, Javier De Haedo, han hecho declaraciones.   Los defensores de la inclusión AEBU, el sindicato bancario, afirmó oficialmente que el senador Lacalle Pou defiende a “los poderosos”. El Pit-Cnt respalda la ley del gobierno para impulsar la bancarización. El secretario general de AEBU, Fernando Gambera, afirmó: “Están reaccionando quienes son poderosos y tienen transacciones mucho más a menudo que cualquier trabajador”. El economista Pablo Rosselli, socio de la firma consultora Deloitte, afirmó que “Kenneth Rogoff [Harvard] explica que es conveniente reducir el uso de efectivo”, y afirma que el uso del dinero alimenta el mercado ilegal. Rosselli sostuvo que “pese a críticas, Uruguay avanza bien”. Finalmente, el propio presidente Tabaré Vázquez, al ser preguntado, dijo: “No, no voy a firmar porque estoy convencido que es una buena ley”. Sostuvo el primer mandatario que la inclusión es algo que en “muchos momentos fue pedido a gritos” para sacar de circulación el dinero de estaciones de servicios o comercios a fin de evitar robos. “Mucha gente pidió que se transitara el camino hacia el dinero electrónico, el dinero de plástico, para sustituir al dinero en efectivo. Así que creo que cada uno tendrá que pensar, razonar y ver qué posición toma”, sostuvo Tabaré, que también enfatizó el beneficio de la ley en relación a la lucha contra la evasión impositiva. “La ley permite que la evasión impositiva que había y que aún existe pueda ser combatida y disminuida”. Finalmente sostuvo que “puede ser que en este posicionamiento, además de posiciones totalmente honestas, que no critico, haya atrás una intencionalidad de algunos actores a los que no les sirve que haya un contralor estricto del cumplimiento que todos los ciudadanos tenemos en cuanto a pagar nuestras obligaciones impositivas”. Por esta y muchas otras razones, sobre todo por los enemigos que tiene, es que debe apoyarse el proceso de inclusión financiera y también de fortalecimiento de los bancos públicos.

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