Hacete socio para acceder a este contenido

Para continuar, hacete socio de Caras y Caretas. Si ya formas parte de la comunidad, inicia sesión.

ASOCIARME

Con el filósofo Argentino Jorge Alemán: “Tiene que aparecer un amor por la verdad”

Las elecciones primarias de medio término del domingo 12 de agosto pusieron en evidencia los hilos del dispositivo neoliberal en los que se enmarca el gobierno de Mauricio Macri.

Suscribite

Caras y Caretas Diario

En tu email todos los días

Por Cynthia García   Cristina Fernández de Kirchner ganó en la provincia de Buenos Aires por una diferencia que aún se desconoce, pero perdió en la construcción de sentido comunicacional. La carga de datos desde el Correo Argentino se detuvo intencionalmente para generar la percepción de triunfo en el distrito electoral más importante y de mayor peso simbólico. El aparato de medios líderes montó un escenario triunfal para la televisión y la hora de cierre de los diarios. Macri dio un discurso antes de la medianoche y recién entonces los telegramas con los votos comenzaron a achicar notablemente la diferencia entre la expresidenta y Esteban Bullrich, el candidato bonaerense de la derecha. Luego de las palabras del presidente cargadas de sentido de autoayuda, esta periodista fue testigo de cómo varios medios, satélites del discurso dominante, levantaban sus coberturas móviles del centro de campaña de Unidad Ciudadana. El objetivo ya había sido logrado. Habían ganado la elección en los medios.   Las asimetrías “Dispositivo quiere decir que tienen todo a disposición”, analiza el psicoanalista, filósofo y escritor argentino Jorge Alemán, quien en entrevista con Caras y Caretas intentó profundizar en las consecuencias del resultado electoral, del día después y de la Argentina que gobierna Mauricio Macri. “Los seres humanos han entrado en una lógica en la que están en manos de los dispositivos -continúa Alemán-. Del lado de uno, tiene que argumentar, tiene que salirse de la inmediatez de la situación, decir qué es un proceso neoliberal, decir que tarde o temprano no sólo no van a mejorar las cosas, sino que va a reducir a este país a un país habitable para una pequeña parte de la población y el resto viviendo en el limbo”. Esa es la tendencia. Argumentativa. “Uno necesita armas como la palabra, el discurso, la militancia. Todo eso está enfrentado a un montón de flujos semióticos, discursivos, que están las 24 horas del día en un espacio perfectamente transformable, todo el tiempo y expandiéndose. Puede aparecer en un reality, en un programa de cocina, en un almuerzo, en un programa cómico, no tiene focalización. Esta charla entre nosotros está delimitada. Hablamos de política e intentamos hablar en términos críticos. Hacemos lo que Kant llamaría un ‘uso público de la razón’, tratamos de razonar en la medida de nuestras posibilidades”, piensa Alemán. Esta bajada de línea va por diferentes carriles, como bien lo explica el filósofo: “Por otro lado, ocurre que todo el tiempo hay mensajes de transmisión ideológica y de construcción de subjetividad en programas que no son políticos, pero que derivan en efectos políticos inmediatos sobre el tipo de la representación de la realidad, estilo de vida e identificaciones que promueven. Entonces, claro, hay una asimetría enorme”.   Más allá del triunfo de Cristina Fernández de Kirchner en la provincia de Buenos Aires, ¿cómo se explica que trabajadores que sufren el ajuste voten a la alianza Cambiemos? Puede haber un gran malestar social y que eso no vehiculice ni remita a ninguna transformación política. Ha pasado de todo en este país: lo que sucedió con los jubilados, lo que sucedió con Milagro Sala, lo que sucedió con los tarifazos, lo que sucedió con Santiago Maldonado, este chico desaparecido, y esto no ha sido traducible en términos políticos.   ¿Caracterizar al neoliberalismo es más fácil que salir de él? La política ya no es sólo la política. La política aparece ahora contaminada en un escenario con otros factores. No es una broma lo de empezar a entender algo sobre el sujeto y la teoría del sujeto para empezar a entender lo político. ¿Cómo puede ser que con este tipo de excesos y abusos que hubo las personas vuelven a ratificarlo?   Esa era la pregunta recurrente voceada la noche de las elecciones en Arsenal, el búnker de Unidad Ciudadana. En psicoanálisis hay una experiencia bastante frecuente; no soy amigo de trasladar mecánicamente una situación de un lado a otro, pero hay textos de Freud, como por ejemplo “El malestar en la cultura”, que nos hicieron pensar que algunas situaciones eran trasladables. Uno escucha a un paciente que estuvo durante muchos años tratado sádicamente por algún personaje de su vida familiar, de su novela familiar, y finalmente termina admitiendo que esa situación no estaba solamente sostenida por el que lo maltrataba; él también estaba implicado en ese maltrato, él también era responsable. Esta metáfora de alguien que de algún modo en ese sufrimiento a la vez se afirma, se sostiene y no cambia su posición es algo que hay que empezar a pensar en términos políticos también. Lo que hicieron con la elección fue renovar de nuevo su vocación sádica. Todo el jueguito que montaron de evangelistas de autoayuda, voces conmovidas, emotividad, mientras habían interrumpido el conteo de los votos, forma parte de la maquinaciones de sugestión y violencia a las que someten a la gente. Ahora, la gente no reacciona, se introduce en ellas de una manera muy paradójica. La jornada de elecciones en la provincia de Buenos Aires fue para el infarto. Esos votos que no estaban sumados por el conteo detenido, luego dieron otro resultado. A medida que se achicaba la diferencia, surgía un fervor, una épica, una esperanza que estaba hecha de lo que implica intentar ponerle freno a un gobierno neoliberal capaz de reprimir para ganar votos o negar la desaparición de una persona detenida forzadamente por la gendarmería.   ¿Hay algo épico en el kirchnerismo o en el peronismo de izquierda? Sí, yo sentí esa épica y fue el único momento de esa noche que podemos rescatar; porque si esa energía que se empezó a sentir en el momento en el que se repuntaban las cosas se mantiene vigente, puede ser muy interesante para la proyección futura que tengamos. Son dos lecturas contradictorias a la vez: por un lado, uno siente que dados los aparatos y dispositivos que están funcionado, lo que logró Cristina es muy importante porque la asimetría es total. Pero a la vez se confirma que esos aparatos tienen un gran poder de penetración en la construcción ideológico social. Si no, no se puede explicar lo que ocurre. El esquema de que uno vota según sus intereses inmediatos o según su relación en el cuadro económico o posición en la estructura social, no funciona. Funcionan otros factores. Pienso que sí, que ese momento épico tuvo que ver con que todavía se preservan huellas de esas luchas sociales: por ejemplo, La Matanza, su condición heroica y antioligárquica; pero evidentemente también hay otros lugares que podemos decir que han sido severamente afectados y que les siguen respondiendo. El macrismo ha entendido que ese sadismo, esa crueldad, no los está perjudicando. Avanzan sin ningún pudor sobre eso.   ¿El sadismo busca domesticar al otro? Está bien usar la palabra domesticar. Lo que en realidad busca es que a todo el mundo le dé todo lo mismo. Que no haya diferencias. Que se produzca una especie de nihilismo. El nihilismo no es no creer en nada, sino poder creer en cualquier cosa. Que las cosas sean todas equivalentes, que no se discriminen, que no se diferencien. Eso es una explicación contemporánea. La domesticación actual no es a palazos, es también produciendo a personas que, como les da más o menos igual, no establecen un análisis de cómo su situación puede verse afectada.   ¿Esto es parte de la articulación de la derecha con las herramientas del dispositivo neoliberal?¿Hay un avance y una articulación regional-global de la derecha? Sí, estoy totalmente convencido de lo que decís. Pero además con nuevos ingredientes; se ha entrado a una fase que hay que ir caracterizando con calma porque tal vez sea una de las últimas etapas de concentración económica del capital. Con todo lo que eso implica de generar dispositivos, medios, poder mediático, judicial, etc. La historia es a través de oleajes. Vimos un oleaje que tiene su eje en el “no al ALCA” de 2006 y la invención de una Latinoamérica que daba que pensar al mundo porque incluso se había abierto un horizonte emancipatorio. Ahora ya no sólo no hay horizonte emancipatorio, sino que los futuros armados políticos van a tener que hacerse en términos muy pragmáticos y en una situación dificilísima. Entonces es evidente que la historia no progresa, sino que uno ve de golpe oleaje y, de golpe, el mar se queda quieto o hay olas lejanas o hay olas que llegan con fuerza a la orilla… Ahora estamos en un escenario en el que habrá que ver los pactos peronistas, habrá que ver cómo se suma, pero ya, eso que habías señalado (la región que bajo el paraguas que generó Hugo Chávez para el “no al ALCA” junto con Tabaré Vázquez, Néstor Kirchner, Lula da Silva) era el comienzo de algo muy diferente, muy nuevo. Hasta tal punto que impactó sobre el sur de Europa y no sólo eso. Hizo surgir una corriente como el laboralismo: Jeremy Corbyn miraba los procesos latinoamericanos. Hizo surgir en Francia a Jean-Luc Mélenchon, que también los miraba; hizo surgir en España a Podemos; el propio Bernie Sanders en Estados Unidos; consideraban los movimientos nacionales y populares como una referencia. Prestemos atención en qué poco tiempo se ha logrado revertir todo eso.   Esta nueva oleada de la derecha en la región llega a Estados Unidos a tal punto que Donald Trump puede pensar una invasión militar en Venezuela. No lo descarta, se puede decir eso. Yo empecé a sorprenderme del efecto Venezuela en España, cuando vi ocho meses seguidos las tapas de los periódicos. Pero ya cuando vi que a Mélenchon le decían “Hugó” [lo pronuncia en francés, por Chávez] Mélenchon, pensé: pero ya hasta en Francia llega la “imputación”. Venezuela y populismo son dos términos que se alternan, se han vuelto intercambiables y son -vamos a decir- la representación del mal.   Se convirtió en un significante. Sí, es un no lugar. No es un lugar geográfico. Es un significante.   Pero qué gran trampa de la derecha con ese no lugar que representa Venezuela, porque aquellos mismos que le dicen chavistas a Mélenchon o a Podemos actúan como la oposición venezolana. La oposición venezolana está legitimada mundialmente. Son “héroes democráticos”. Si no existiera, lo inventarían a Maduro. Les ha resultado un fenómeno que les permite destituir todo tipo de aparición de lo político   Entonces, ¿qué se puede hacer para revertir estas lógicas y recuperar caminos emancipatorios? Tiene que aparecer una especie de amor por la verdad que a veces, milagrosamente, en la historia de los pueblos surge. Tiene que suceder una especie de acontecimiento. Cuando despierta la gente. El momento en que la gente dice: “No, estaba metido en un sueño que era de otro. He quedado atrapado en el sueño del otro. Esta vida no era la mía. Me estaban haciendo vivir la vida que tienen ellos”. Cuándo se despierta de eso es muy difícil determinarlo. Sobre todo determinarlo colectivamente. Lo único que podemos saber es que en la historia hay momentos en los que eso ocurre. Surge un proceso colectivo de despertar. Preguntarnos por el tipo de vida que quiero. No sólo qué tipo de vida tengo, sino qué deseo. Esto del deseo es muy importante, en el deseo está siempre la insistencia. La fuerza de lo que insiste a pesar de las derrotas coyunturales. Sólo el deseo es lo que te permite atravesar eso.

Dejá tu comentario

Forma parte de los que luchamos por la libertad de información.

Hacete socio de Caras y Caretas y ayudanos a seguir mostrando lo que nadie te muestra.

HACETE SOCIO