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Consejos a EEUU, España y Uruguay

El FMI pide desindexar salarios

El mundo contiene la respiración esperando la asunción de Donald Trump y sus medidas, ya sin dudar de su radicalismo.

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Caras y Caretas Diario

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Por Carlos Luppi

El FMI, cuya titular fue procesada por desvío de fondos, emitió informes sobre Estados Unidos, España y Uruguay que muestran la duplicidad de su discurso. Ahora está al mando Maurice Obstfeld, un hombre del MIT.

Todas las expectativas económicas mundiales están puestas en lo que suceda a partir del 20 de enero en Washington, cuando asuma la presidencia Donald Trump (y su gabinete de multimillonarios, militares radicales y hombres de Goldman Sachs) y se concreten o no las políticas monetarias (fin de la expansión), de tasas de interés (fomento de las subas), tributarias (descenso del “IRAE” de EEUU de 35% a 15%) y comerciales (fuerte incremento del proteccionismo), que anunció en su campaña y que podrían cambiar –para mal y muy mal– el sentido de la economía global.

Sería el gobierno del 0,1% más rico del mundo y demostraría una vez más que recortar impuestos a los privilegiados no “derrama” sobre la economía y que la contracción monetaria genera recesión y desempleo. Pero así es la vida.

Según el informe Perspectivas de la Economía Mundial, emitido por el FMI en octubre de 2016, el crecimiento mundial proyectado se situaba en 3,1% en 2016 y 3,4% en 2017. El documento señalaba que “el pronóstico, que representa una revisión a la baja de 0,1% para 2016 y 2017 frente a las estimaciones de abril, refleja una moderación de las perspectivas de las economías avanzadas tras la votación de junio en la que el Reino Unido decidió abandonar la Unión Europea –el brexit– y un crecimiento más débil de lo previsto en Estados Unidos […] El sentimiento de los mercados financieros con respecto a las economías de mercados emergentes ha mejorado debido a las expectativas de una disminución de las tasas de interés en las economías avanzadas; la inquietud en torno a las perspectivas de China a corto plazo se ha aliviado gracias a la adopción de políticas que están apuntalando el crecimiento; y los precios de las materias primas en cierta medida se han afianzado. Ahora bien, las perspectivas difieren drásticamente según el país y la región […] obligadas a adaptarse a la caída de precios de las materias primas, varias economías emergentes y en desarrollo siguen enfrentadas a enormes retos en términos de política económica. Estas preocupantes perspectivas hacen que sea más urgente que nunca aplicar una política de respuesta amplia que logre estimular el crecimiento y manejar las vulnerabilidades”.

Este era el mensaje del FMI al mundo antes del “efecto Trump” del 8/11, y el alza de tasas dispuesta por la Reserva Federal.

El texto puede interpretarse como un aliento a las políticas monetarias expansivas y fue supervisado (si no elaborado) por el Dr. Maurice Obstfeld, economista jefe del FMI, quien pertenece a la “barra del MIT”.

Las políticas contractivas, que llevan a menor crecimiento y al desempleo, que se desarrollan en nuestra región corren por cuenta de los respectivos equipos económicos, que suelen ser más ortodoxos que la ortodoxia, nombre equívoco para políticas que no son otra cosa que dirigismo de derecha, fuertemente impulsados por los intereses de las clases privilegiadas.

Ahora bien, cuando actúa país por país, el FMI envía mensajes contradictorios que ayudan a estos equipos económicos reaccionarios a sostener sus recetas.

El FMI y Estados Unidos

El 22 de junio pasado se conoció el informe Estados Unidos de América: Consulta del Artículo IV; Declaración al final de la misión, en el que se describen las conclusiones preliminares (y recomendaciones) del personal técnico del FMI al término de una visita oficial (o “misión”). Las mismas se llevan a cabo como parte de las consultas periódicas, por lo general anuales, dentro del marco del Artículo IV del Convenio Constitutivo del FMI.

Dice el informe: “La economía de Estados Unidos está, en general, en una buena situación. El año pasado se crearon 2.400.000 nuevos empleos y la tasa de desempleo ha descendido a 4,7%, el nivel más bajo desde las vísperas de la Gran Recesión 2007-2010”. La inflación permanece contenida y la economía estadounidense ha demostrado una y otra vez su capacidad de resistencia ante la volatilidad del mercado financiero, el fortalecimiento del dólar y la debilidad de la demanda mundial”.

En su desarrollo, el documento agrega que “el ingreso disponible real de los hogares está creciendo a un ritmo de 3%, el mercado inmobiliario parece sólido y los balances tanto de los hogares como de las empresas están en general en buena situación […] y se pronostican tasas de crecimiento de 2,2% en 2016 y 2,5% en 2017. Se prevé […] que la inflación del gasto de consumo personal aumentará lentamente hacia 2%”.

Estos son los EEUU que legan Barack Obama y su equipo económico keynesiano tras ocho años de gobierno y luego de haber heredado y atravesado la mayor crisis económica desde la Gran Depresión de 1929.

Sin embargo, el texto del FMI señala que “pese a estos importantes logros, el crecimiento fuerte y sostenido de EEUU enfrenta desafíos a más largo plazo que pueden ser significativos”, y que “es preciso adoptar medidas concertadas de política, y cuanto antes mejor”, indicando que “el personal técnico del FMI recomienda las siguientes medidas para aliviar estas cuestiones de larga data relacionadas con la oferta:

– Incrementar la inversión estatal y federal en infraestructura.

– Adoptar una reforma integral de la inmigración basada en las aptitudes.

– Ampliar el crédito impositivo por ingreso del trabajo y elevar el salario mínimo federal.

– Mejorar los programas sociales para los desocupados pobres.

– Profundizar y mejorar las prestaciones familiares, incluida la licencia parental remunerada y la asistencia para el cuidado de niños.

– Aumentar el financiamiento para programas de capacitación, asociaciones vocacionales y educación inicial de primera infancia. Mejorar la eficacia del gasto en programas de ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas.

– Introducir una reforma integral del impuesto sobre la renta de las empresas.

– Ratificar el Acuerdo Estratégico Transpacífico de Asociación Económica, concluir un tratado de comercio e inversión con Europa y resistir toda modalidad de proteccionismo […]”.

Como vemos, y exceptuando el alcance que pudiera darse al capítulo sobre la inmigración y lo relativo al Acuerdo Transpacífico, el FMI propone a EEUU un programa político “progresista”, de carácter marcadamente keynesiano, focalizado en la inversión en infraestructura, los programas sociales, el empleo y la educación.

El informe alerta que “pese a la expansión en curso, EEUU se enfrenta a una confluencia de fuerzas que empañarán las perspectivas de crecimiento [aumento de la proporción de jubilados, deterioro de la infraestructura básica, escasos aumentos de productividad], crecientes vientos en contra a los que se suman perniciosas tendencias seculares en materia de ingreso: la proporción del ingreso que le corresponde a la fuerza laboral se ha contraído alrededor de 5% en los últimos 15 años; el tamaño de la clase media es ahora el más pequeño de los últimos 30 años, la distribución del ingreso y la riqueza está cada vez más polarizada y ha aumentado la pobreza”. Recomienda el FMI a EEUU: “La necesidad de abordar la pobreza es urgente. Los esfuerzos para mejorar la educación primaria y secundaria, invertir en educación inicial de primera infancia, subsidiar los servicios de guardería infantil para familias de bajo ingreso y ampliar el apoyo a la formación terciaria y vocacional pueden contribuir notablemente, dentro de un horizonte a más largo plazo, a reducir la persistencia de la pobreza intergeneracional”.

Cuando habla de “ampliar la inversión en infraestructura” en EEUU, el FMI no repara en gastos ni en el déficit de 3,5% de la cuenta corriente: “Los proyectos públicos para modernizar las tecnologías infraestructurales (por ejemplo, trenes de alta velocidad, puertos o telecomunicaciones) serían especialmente valiosos. Se estima que estas inversiones podrían tener un costo de aproximadamente 5%-8% del PIB en los próximos diez años”.

También señala el informe que “las reformas regulatorias y la reforma de las prácticas empresariales han afianzado el sistema bancario de Estados Unidos”, elogiando claramente la intervención estatal en el sector.

Reiteramos, este es el mensaje del FMI a Estados Unidos, y es muy atinado. Debería ser el mismo para todos, incluso más expansivo para los países que están peor, como la periferia de Europa. Pero no es así.

El FMI en España

El 13 de diciembre de 2016 se conoció la Declaración Final de la Misión De la Consulta del Artículo IV de 2016 relativa a España. Nuevamente gobernada por el Partido Popular, que orienta Mariano Rajoy, España creció en 2015 2,5% del PIB (seguramente como rebote tras la prolongada recesión), pero el FMI prevé que caiga a 2% en 2017. El desempleo cayó a 19% (la prensa señala que mucha gente dejó de buscar trabajo), pero sigue siendo de más de 50% entre los menores de 25 años. Esto le dice el FMI a la España que sigue sangrando: “La economía española ha continuado con su impresionante recuperación y vigorosa generación de empleo. Las reformas emprendidas y las medidas adoptadas para aumentar la confianza han surtido efecto y, junto con vientos de cola externos y la relajación fiscal, han impulsado la fuerte recuperación de los últimos dos años. Es fundamental, por tanto, preservar lo que se ha logrado con las reformas, pero España debe avanzar más para mantener su dinamismo económico. La reducción de las vulnerabilidades y de las debilidades estructurales que aún existen es esencial. La atención inmediata debe centrarse en reiniciar una consolidación fiscal gradual con el fin de situar el alto volumen de deuda pública en una firme trayectoria descendente, reducir el elevado desempleo estructural y de larga duración y elevar el lento crecimiento de la productividad de las numerosas pequeñas y medianas empresas españolas”.

El FMI, al referirse a “perspectivas y riesgos para la economía”, reconoce que “el crecimiento se ha visto beneficiado por impulsos favorables, tales como la política monetaria del Banco Central Europeo y la relajación fiscal”, refiriéndose a la política de expansión monetaria (Expansión Cuantitativa, QE, programa de compra masiva de bonos aplicada por Ben Bernanke en EEUU y aconsejada por Obama a Europa, donde fue impulsada por Mario Draghi desde el Banco Central Europeo).

Ahora bien, en lugar de hablar de infraestructura, políticas para los pobres y educación, las prioridades del FMI para España son otras: “Pese a los notables avances, el ajuste sigue siendo incompleto y persisten debilidades estructurales […] Las reformas introducidas en España siguen dando frutos, pero es necesario profundizar en ellas para mantener un crecimiento sólido y buenas perspectivas para el empleo a mediano plazo. Concretamente, la moderación salarial y una mayor flexibilidad del mercado laboral han contribuido a que la economía española recupere competitividad y genere empleo a buen ritmo”.

Sabemos que “reforma estructural” es sinónimo de privatizar empresas y bancos públicos cuando se dirige a los países periféricos, “moderación salarial” es sinónimo de caída del poder adquisitivo real de las retribuciones y “mayor flexibilidad laboral” equivale a eliminar las conquistas laborales obtenidas a lo largo de décadas.

Eso sí, el FMI no oculta el futuro: “A mediano plazo, y debido a que España seguirá enfrentándose especialmente a un débil crecimiento de la productividad y a un desempleo estructural elevado, las perspectivas de crecimiento seguirán desacelerándose. Las reformas aplicadas han atenuado esta tendencia y son prueba de que, con medidas estructurales adicionales, se pueden mejorar las perspectivas de crecimiento a mediano plazo”.

Las otras medidas aconsejadas nos van a sonar conocidas: “Política fiscal: vuelta a una consolidación favorable al crecimiento e incluyente. Con la vuelta a una consolidación fiscal estructural gradual pero sostenida se garantizaría una firme trayectoria a la baja de la deuda […] Si bien el déficit público ha seguido reduciéndose por segundo año consecutivo, […] en el futuro, los ajustes, aprovechando las profundas medidas fiscales que se adoptaron entre 2010 y 2013, podrán efectuarse a un ritmo más calibrado, pero deberían ser sostenidos y sustentarse en medidas bien definidas”.

El texto remarca: “En ese sentido, las medidas fiscales adoptadas para 2017 constituyen un paso importante hacia la consecución del objetivo de déficit y la disminución de la deuda pública. Un ajuste cuidadosamente diseñado puede ser favorable al crecimiento y al empleo”.

Con respecto al empleo se anotan estas gentilezas: “Una prioridad inmediata es promover la creación de empleo para los desempleados de larga duración y los jóvenes de baja cualificación. El impacto de las políticas activas de empleo sobre estos dos grupos ha sido limitado y urge su mejora […] las recientes reformas del mercado laboral podrían ser más eficaces si se ofrece una mayor seguridad jurídica y administrativa a las empresas en materia de despido y se les concede un mayor margen de control y flexibilidad en materia de condiciones de trabajo”.

Seguidamente continúan los consejos sobre reformas estructurales, impulso de la productividad (debe leerse “tasa de explotación”), aumento de la competencia, liberación (dejar sin aranceles protectores) de los servicios profesionales y eliminación de regulaciones financieras, es decir, todas las medidas que conducen a una sociedad sometida al capitalismo salvaje.

La palabra más utilizada, como se vio, es “ajuste”.

Nada de inversión en infraestructura (ni hablar de 5%-8% del PIB) ni en otras tareas de futuro. Sólo ajuste, es decir, más contracción, más recesión y más desempleo.

El capítulo final, ‘Hacia una estrategia integral a medio plazo’, dice: “Gracias a las impresionantes reformas introducidas durante la crisis, la economía española es ahora más resistente y ha podido beneficiarse de una vigorosa recuperación. Los retos pendientes son esencialmente de carácter estructural y requieren una estrategia integral a medio plazo […] En un futuro, esta estrategia tendría que verse apuntalada por nuevas reformas en el mercado laboral y en los mercados de producto”.

El informe finaliza con esta frase luminosa: “La misión del FMI agradece a las autoridades españolas y a otros interlocutores su cálida hospitalidad y el diálogo franco y constructivo”. Pobre España. No alcanzó una guerra civil ni el franquismo.

El FMI para Uruguay

El 8 de diciembre tomó estado público el documento Uruguay: Declaración del personal técnico del FMI al término de la misión sobre la Consulta del Artículo IV de 2016, que comienza diciendo: “Uruguay ha demostrado considerable resiliencia frente a las recesiones de sus dos grandes vecinos. La prudencia de las políticas macroeconómicas, la solidez de las instituciones y el éxito en la diversificación de los mercados y los productos dentro de los sectores predominantes de la agricultura y la silvicultura han contribuido a estabilizar la economía. Además, el país mantiene amortiguadores financieros sólidos que sirven de complemento al tipo de cambio flexible a la hora de absorber shocks externos”. Podría aplicarse aquello de que hay elogios que son de temer, pero enseguida llegan los peros. “Sin embargo […] la economía uruguaya se ha desacelerado significativamente desde finales de 2015 […] si Uruguay retrasara más la consolidación fiscal estructural [acá le llamamos ajuste fiscal, N. de R.], podría poner en peligro la credibilidad ante los inversionistas internacionales que ha ganado con tanto esfuerzo, y el ajuste podría terminar siendo más duro. En vista del crecimiento menor y los planes fiscales anunciados, la actual orientación de la política monetaria parece correcta. Sin embargo, las autoridades deberían mantenerse preparadas para endurecer la política monetaria en 2017 en la medida de lo necesario para guiar la inflación hacia la banda fijada como meta. A mediano plazo, la consolidación de los logros socioeconómicos de la última década requerirá reformas estructurales para estimular un crecimiento diversificado e inclusivo”.

Como se ve, el FMI es menos duro que con España, pero también habla de ajuste fiscal estructural y políticas contractivas. Prevé un crecimiento de 0,7% para 2016 y 1,1% para 2017. Señala que “el déficit en cuenta corriente se contraerá para ubicarse justo por debajo de 2% del PIB en 2016, y luego subirá poco a poco a 2,5% a mediano plazo”. Afirma que “a pesar de la desaceleración de la actividad, la inflación persiste a niveles por encima de la banda fijada como meta por el Banco Central. Alimentada por aumentos puntuales de los precios administrados y la depreciación del tipo de cambio nominal a comienzos de 2016, la inflación tocó un máximo de 11% en mayo. […] se prevé que la inflación se mantendrá por debajo de 9% en 2017 y que se reducirá progresivamente a aproximadamente 6% a mediano plazo”. Destaca que “los préstamos en mora han aumentado a más del doble como proporción de los préstamos brutos desde 2014”.

Tras señalar los riesgos internos y externos que sufre el país, el documento brinda las siguientes “recomendaciones de política económica”, siendo la primera la “implementación de la senda de consolidación fiscal”, lo que “exigirá más reformas, entre otras cosas, para limitar el déficit de los regímenes previsionales especiales”, e implementar “mejoras de la gestión y la rentabilidad de las empresas públicas”. Así se llega al punto 10, que afirma que “el ajuste fiscal debe estar concebido de manera tal que promueva el crecimiento económico y, además, brinde respaldo a los planes de inversión en infraestructura”. En el punto 12 se señala que “podría incorporarse a la regla actual un límite global de endeudamiento como referencia para fijar el límite anual del aumento de la deuda neta”. En el 14 se afirma que “para que la inflación regrese a la banda deseada del BCU se requiere una política monetaria restrictiva: […] las autoridades no deben demorar en endurecer las condiciones monetarias en 2017 si repuntan las presiones sobre la demanda”. En el 15 llega la anhelada desindexación de los salarios, que los haría perder poder adquisitivo directamente por exposición a la inflación: “Reducir más la persistencia de la inflación. Los acuerdos salariales suelen incluir una indexación retroactiva después de 12 meses o más a fin de compensar posibles pérdidas del salario real. Si bien un ajuste más rezagado ayudaría a evitar la indexación en respuesta a shocks pasajeros de precios, la eliminación completa de las cláusulas de indexación a la mayor brevedad posible sería aconsejable”.

Aquí está el sueño de las Cámaras Empresariales. Esperemos que el Frente Amplio y el pueblo uruguayo impidan este saqueo directo a los trabajadores.

Luego aborda temas como la “flexibilidad cambiaria”, la inclusión financiera, la “profundización del mercado”, y se reconoce que “las transferencias y las políticas sociales han jugado un papel significativo en la reducción de la pobreza y la desigualdad en Uruguay. Uruguay sobresale como el país con la mayor caída del coeficiente de Gini en América Latina durante la última década. Ese hecho refleja tanto pautas gubernamentales para reforzar los salarios bajos como una mayor redistribución a través de los impuestos sobre la renta y las transferencias. Una mayor igualdad del ingreso puede cimentar el potencial de crecimiento a largo plazo de los países. Sin embargo, de cara al futuro, las políticas redistributivas podrían verse restringidas por sus costos fiscales y debieran diseñarse tomando cuidadosamente en cuenta su impacto sobre la oferta de mano de obra y los incentivos para buscar capacitación”. Alega que “la reforma de la educación es esencial para sustentar un crecimiento vigoroso e inclusivo”; aboga por una mayor participación de la mujer en la fuerza laboral y recuerda que “el crecimiento potencial podría verse favorecido por nuevos acuerdos de libre comercio”.

Se comprueba una vez más que el FMI tiene caras diversas según sea el interlocutor. Las recomendaciones expansivas van a Estados Unidos, mientras que países periféricos como España o Uruguay reciben instrucciones de contraer sus economías.

Afortunadamente en 2006 el ministro Astori canceló todos los saldos pendientes y se señaló que ya no seguiríamos sus recomendaciones.

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