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Segunda vuelta

El Frente Amplio chileno ante el balotaje

Este domingo Chile decidirá quién ocupará el Palacio de la Moneda durante los próximos cuatro años; en este marco, el joven Frente Amplio constituye la llave que puede garantizar el continuismo liberal progresista de Nueva Mayoría o permitir que un integrante de la oligarquía chilena ocupe la Presidencia. Sebastián Depolo, jefe de campaña de Beatriz Sánchez, comentó con Caras y Caretas la coyuntura electoral.

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Por Manuel González Ayestarán

  Este domingo Chile vivirá el desenlace de las elecciones presidenciales, marcado por la disputa entre el expresidente, empresario y especulador financiero Sebastián Piñera (Chile Vamos) y el experiodista Alejandro Guillier, candidato independiente que lidera la coalición liberal progresista Nueva Mayoría (integrada por el Partido Socialista, el Partido Demócrata Cristiano, el Partido Comunista, Izquierda Ciudadana, Movimiento Amplio Social, el Partido Radical Socialdemócrata y el Partido por la Democracia). Paradójicamente, ambos líderes vieron cruzadas en el pasado sus trayectorias profesionales. Guillier era director de prensa de Chilevisión cuando la cadena fue adquirida en 2005 por la empresa Bancard, propiedad de Piñera. La relación laboral entre ambos duró hasta finales del año 2008, cuando el periodista fichó por Televisión Nacional de Chile como conductor de varios programas informativos. Teniendo en cuenta los resultados de las elecciones del 19 de noviembre, la unión de todas las opciones centro-liberal-progresistas, contando al Partido Progresista de Marco Enríquez-Ominami (5,71 por ciento) y al Frente Amplio (FA, 20,27 por ciento) debería bastar  para que Guillier (22,7 por ciento) derrotase a Piñera (36,64 por ciento). En este contexto, la llave de la Casa de la Moneda la tienen los votantes del Frente Amplio, los cuales deberán elegir entre dar su apoyo al continuismo o entregar la presidencia directamente a un integrante de la oligarquía nacional. Esta joven coalición, nutrida esencialmente del sector de la clase media, intelectual, progresista, decepcionada con Nueva Mayoría (1.336.622 votantes), ha optado por no definir una posición de partido clara ante el balotaje, apelando al sentir individual de cada militante. Esto se explica por su diametral negativa a tomar parte en un hipotético gobierno junto a Guillier cuando este ni siquiera acepta propuestas socialdemócratas básicas, como poner fin a las Administradora de Fondos de Pensiones (AFP) o medidas enfocadas al fortalecimiento de la educación pública. No obstante, algunos líderes frenteamplistas han manifestado su preferencia abierta por Guillier. “Para poder seguir avanzando en la construcción de nuestro proyecto político es mejor un escenario con Alejandro Guillier que con Sebastián Piñera”, expresó en entrevista con Caras y Caretas el exjefe de campaña de Beatriz Sánchez, Sebastián Depolo. “Si bien Guillier lidera un proyecto político distinto, lo entendemos como un gobierno continuista que, al menos, no retrocederá en derechos sociales ni en algunas conquistas instaladas por el gobierno de Michelle Bachelet”, añadió. De alguna forma, Depolo representa al sector frentista que, sin renunciar a criticar el componente antipopular de Nueva Mayoría, considera que “en Chile se está abriendo un gran ciclo político que hay que seguir empujando para que siga evolucionando”. Sin embargo, la diversidad y juventud de la nueva coalición hacen que su propia constitución contradiga las fórmulas de política tradicionales. Por ello, en este movimiento pesa más la autonomía de sus integrantes que la disciplina partidaria. “Queremos cultivar la unidad del FA sin forzar a una determinada decisión”, explica Depolo. Esto hace que la misma formación legitime también aquellas posiciones que llaman al voto nulo. Por otro lado, su líder, Beatriz Sánchez, ha declarado que votará a Guillier con el único fin de que no gane Piñera. “Creemos que Sebastián Piñera es un retroceso porque representa al conglomerado de derecha más conservador de Chile, representa a los grandes grupos económicos […] se instala diciendo que quiere volver atrás sobre las reformas”, señaló Sánchez en entrevista con Telesur. De esta forma, se configura un escenario incierto de cara al fin de semana al que los dos contendientes llegan prácticamente empatados en las encuestas, con una leve ventaja para el magnate derechista. En el sondeo de Cadem, publicado el 1º de diciembre, Piñera figura con 40 por ciento de apoyo y Guillier con 38,6 por ciento. Por otro lado, el estudio de la consultora Criteria otorga 47 por ciento de votantes totales a Piñera y 45 por ciento a Guillier. El líder de Chile Vamos obtuvo 36,64 por ciento de apoyos en las elecciones del 19 de noviembre, a los que habría que sumar a una mayoría de votantes del pinochetista José Antonio Kast (que obtuvo 7,93 por ciento de votos). Kast brindó su apoyo incondicional a Piñera desde la publicación de los resultados electorales. Esto, para analistas como Depolo, asegura que el hipotético gobierno del magnate chileno no sería ni siquiera el mismo que en 2009, sino que “es un Piñera que seguramente está cargado hacia la extrema derecha”. Desde este sector del FA vaticinan que el triunfo de este “Piñera recargado” traería consigo un duro retroceso en derechos sociales y reproductivos, así como en cuestiones ligadas el rol de la mujer y del colectivo Lgbti. Asimismo, desde un punto de vista estratégico, teniendo en cuenta que ningún partido logró mayoría parlamentaria, Depolo considera que la bancada frenteamplista (20 diputados y un senador) “podrá tener un papel más gravitante en un gobierno de la centroizquierda, en el que podremos emplear nuestros votos para poder acercarnos más a nuestra agenda”. En este sentido, para este sector, el FA debe seguir siendo un factor incidente en el proceso político chileno al que le toca buscar acuerdos para mantener los derechos sociales de cara a su ampliación futura. Los retos frentistas Los resultados electorales han supuesto un gran salto para la joven coalición, nacida esencialmente del movimiento estudiantil de 2011. Sebastián Depolo fue uno de los protagonistas de estas protestas que movilizaron Chile contra el sistema educativo neoliberal impuesto durante la dictadura. En 2012 fundó junto a varios compañeros el partido Revolución Democrática, que integraría posteriormente el FA. Este bagaje sociopolítico ha hecho que el nuevo partido haya sido catalogado como una fuerza de elite universitaria rebelada contra sus padres. Depolo insiste en que esta visión fue en parte una creación de los medios de comunicación privados, controlados por la derecha. “Si uno mira los resultados desagredados, puede ver que muchas familias de clase media marcadas por la incertidumbre han apoyado a nuestro partido”. En este sentido, de cara al futuro, los líderes frentistas tienen el objetivo de generar una estrategia discursiva que apele al ambiente de inseguridad predominante en los estratos medios y bajos de la población en un país en el que no existe seguridad social y donde todos los mecanismos de previsión son privados. “Nuestro proyecto apunta a construir solidaridad, un nuevo pacto social, por ello estamos muy contentos con el respaldo que tuvimos tanto de los sectores populares como de sectores medios en grandes ciudades y en capitales regionales a través de todo Chile”, señaló Depolo. Asimismo en la coalición son conscientes de que buena parte del electorado que deben movilizar es aquel que no acudió a votar el 19 de noviembre (53,3 por ciento). “Tenemos que entender que estamos construyendo un discurso político que no es sólo de resistencia. Muchos de nosotros venimos de luchas sociales que en general en Chile han sido luchas de resistencia, como aquellas vinculadas a la educación pública, a la vivienda o el medioambiente. Ahora, con el nuevo respaldo electoral, tenemos que aprender que debemos crear un discurso que en vez de la resistencia, apele más a la esperanza de incidir en resultados posibles para que la gente se involucre”, destacó el entrevistado.   Mirada internacional Por otro lado, en materia internacional, el FA pretende reaccionar a la estrategia que en los últimos años los ha aislado del resto de la región. Sin embargo, en entrevista con el medio El Mercurio a mediados de 2017, Beatriz Sánchez declaró sentirse “más cerca de Bernie Sanders que de Hugo Chávez”. Por su parte, Depolo sostiene que un reto del FA es “fortalecer el espacio regional de América Latina como un espacio mucho más integrado, mucho más coordinado, con el que podamos hacer frente a problemas que los países por separado no pueden enfrentar, como son el narcotráfico, la migración o el terrorismo”. El cofundador de Revolución Democrática también se mostró crítico con los gobiernos progresistas latinoamericanos de la última década, señalando que “si bien lograron redistribuir la riqueza, no lograron cambiar el modelo de desarrollo”. Así, de cara a una hipotética nueva integración progresista regional, Depolo apuesta por un modelo que huya de la hiperdependencia de los commodities. “Que los commodities no sean lo que caracterice a América Latina”, expresó. “Los gobiernos progresistas no fueron capaces de modificar la economía y agregarle valor añadido a sus exportaciones para diversificar y ser menos sensibles a los shocks de precios internacionales. Ese es un aporte que queremos hacer a las izquierdas latinoamericanas”, concluyó.

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