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Sociedad

“Lo que yo quiero saber es si a mi padre lo enterraron vivo o muerto”

Por Mauricio Rosencof

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Por Mauricio Rosencof

 

Corrían los días de luchas estudiantiles, reclamando la autonomía universitaria, manifestaciones, broncas, represiones.  La FEUU al firme con José Claudio Williman en la secretaría general. No lejos de la universidad, casi en la esquina de Uruguay y Tristan Narvaja, un local desprolijo con latas de engrudo casero para pegatinas,rollos de murales, reuniones en todas las piezas, mucho humo. Era el Seccional estudiantil del Partido Comunista. Discutian las agrupaciones de arquitectura, derecho, que se yo., todas. Y uno en la del liceo nocturno.
Por esos territorios campeaba el ruso Bleier, fornido de tanto remo en la bahía,la mirada clara, compañera. La voz pausada. En poco mas sería odontólogo, si los tiempos le daban, tiempos que le marcaba Rosita: “Ruso, vamos, que ya es muy tarde”. Estaba embarazada.
El ruso era puntero de tropa del Seccional y enlace con Sierra 1720 que tenia en la entrada una escultura de yeso del sembrador de Michelena y en la pared un fresco de la Guerra Civil Española, nuestros referentes milicianos

Un cuadro de Fútbol para mantener el estado

El Seccional Estudiantil, como todos los secciónales por aquellos días convulsos y de guerra fría, tenia un cuadro de fútbol para mantener el Estado y actuar en equipo. Los domingos andábamos a las patadas. Y con palabras tangueras, “¡que cuadro, compañero!”
Sanseviero al arco, a veces Elias Tulbovich, y la pareja de back el chuno Ormaechea y el Ruso Bleier con unas morras para que el projimo evite el trancazo. El equipo se cerraba por el ala izquierda con quien suscribe y el Canario Arizaga.
Una nohe el RUSO Bleier concentró el equipo en el Seccional. SE venían los cambios. Por entonces uno tecleaba por la calle, en diagonal, donde estaba la redacción de “Justicia”.
Los cambios se estaban produciendo o se empezaban a producir en Sierra 1720. Allí fuimos, con el puntero de Tropa. Esa noche se plantó Arismendi, volvió a la dirección Enrique Rodriguez. La noche fue larga y los partes nos llegaban con las bajadas del Ruso que el debate tenia lugar en el primer piso.
Y lo que son las cosas: el cuadro de fútbol se convirtió en el horcon del medio en la fundación de la Unión de Juventudes Comunistas, otros fuimos el parto de El Popular con Enrique, y el Ruso Gande al comité central.
Años después, avanzada la década del 60, nota que ando en otra, aunque sea “por la misma, siempre por la misma”.
Había rumbeado para las cañeras del norte, convocado por el Bebe Sendic y volvía con un libro: “La rebelión de los cañeros”.
El Ruso Grande cae por casa, conversamos largo, mi vieja sirvió las milanesas, el Ruso por costumbre pidió 15 minutos para reposar la digestión. Caminamos juntos hasta la parada del ómnibus y ahí me dejó las últimas palabras que registro:
“Vos cuídate. Cualquier cosa, acá estamos. Cuídate”

Qué nunca falte

Hace una punta de años junte en una mesa a Javier Miranda y Gerardo Bleier. UN programa periodístico que salía por Tv Ciudad.
Los dos, Javier y Gerardo, con los viejos perdidos, buscando, tejiendo hilitos de información, puteando.
Teníamos noticias fragmentadas desde antes de la asuncion de Sanguinetti que con palabras rotundas había sentenciado “En Uruguay no hay desaparecidos”.
No era sencillo digerir los grados de crueldad, cobardía que cubrían con los mandos de la mentira que con el tiempo, como todo mando, se entra a deshilachar.
Con Tabaré en el gobierno se entró a arañar la tierra de los cuarteles, y los primeros huesitos comenzaron a asomar, como si volvieran a pelearla, por ellos, por todos.
ES que la verdad es como el arroyito de Malvin, que aunque lo tapen de piedra y tierra, sigue corriendo.
Y en eso estábamos, en esa trenza de tres, cuando Gerardo Bleier cierra la entrevista con esta frase: “Yo, lo que quiero saber,es si a mi padre lo enterraron vivo o muerto”

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