El sector de la cultura ha sido uno de los más golpeados desde que se determinó la suspensión de los espectáculos públicos, como parte de las medidas ante la emergencia sanitaria.
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Recientemente el gobierno determinó que se retomaran las ceremonias religiosas, pero la apertura de los teatros todavía sigue siendo indefinida. Esta medida motivó el cuestionamiento del rubro de espectáculos artísticos y culturales, que reclaman la reactivación de sus actividades.
El gobierno argumentó su decisión explicando que la habilitación de las misas y otros eventos religiosos serían como una prueba. «Empezamos con las ceremonias religiosas quizás como la primera prueba, porque además el protocolo que acordamos después de un mes de trabajar (…) es muy restrictivo en la primera fase, que obviamente es una antesala de lo que se viene», expresó el secretario de Presidencia, Álvaro Delgado, en una nota publicada por LaRed21.
En este contexto, en el caso del rubro teatral, la Sociedad Uruguaya de Actores (SUA) y la Federación Uruguaya de Teatros Independientes (FUTI) respondió a esta determinación realizando una movida a través de redes sociales bajo la consigna «#Abrirlosteatrosya».
En esta misma línea, el «Colectivo de Artistas Independientes y Trabajadorxs de la Cultura» llevó a cabo la intervención artística «Primer ensayo» que tuvo lugar en la Plaza Independencia el día 9 de junio. Esta iniciativa reunió a más de 500 trabajadores y trabajadores del campo cultural que vestían o portaban artículos distintivos relacionados a las diversas disciplinas artísticas como vestuarios de teatro, zapatillas de baile, instrumentos, entre otros.
Caras y Caretas Portal dialogó con Florencia Dansilio, socióloga y directora teatral, quien forma parte del colectivo del espectáculo teatral «Doméstica Realidad», una obra coproducida por el Fondo de Fortalecimiento para las Artes en la cual venían trabajando desde hace más de un año y que cumplía su segunda función el viernes 13 de marzo cuando anunciaron el cierre de los teatros por la emergencia sanitaria.
Dansilio explicó que la reciente determinación de habilitar los eventos religiosos, pero no los artísticos, generó un profundo malestar en la escena teatral. A su entender, «si se activó la actividad productiva, educativa y ahora la apertura de las iglesias y centros comerciales, no existe argumento para no abrir los teatros».
«En lo personal, considero que esta apertura de servicios religiosos y centros comerciales previa a la habilitación de espectáculos genera molestia porque no se entiende el criterio mediante el cual una cosa puede ser más importante que la otra. Tampoco el criterio sanitario, teniendo en cuenta que se trata de actividades que implican reunir gente en espacios cerrados. Me genera una fuerte preocupación que un estado laico priorice una cosa frente a la otra. Hay que estar muy atentos frente a eso y exigir argumentos», opinó.
Dansilio reconoció que se trata de una situación «inédita y trágica» para el medio teatral y para la cultura en general. No solo porque implicó la suspensión de espectáculos teatrales, de danza y de música que estaban previstos para este año, sino porque puso de manifiesto otras precariedades del rubro que ya existían antes de emergencia sanitaria. En tal sentido, hizo referencia a que todas la trabajadoras y trabajadores del sector, ya sean actrices, actores, técnicos o productores, cobran por proyecto o por porcentaje de entradas por lo cual actualmente se encuentran sin ingresos. «Es un sector regido por la incertidumbre de nos saber cuando vas a poder cobrar o tener un nuevo contrato y ,por esta razón, caracterizado por el multiempleo, ya que se hace necesario acumular diferentes fuentes de ingreso para poder subsistir».
«Esta situación nos obliga a pensar en las condiciones previas en las cuales se encontraba el campo cultural. La situación de precariedad es precedente a la crisis, pero siempre se llevó adelante a base de la voluntad, la pasión y emprendimiento de quienes hacen al sector».
Por otro lado, Dansilio expresó que la situación actual que atraviesa el medio teatral implica una dimensión afectiva que tiene que ver con «la tristeza que generó para todos el ver de un día para otro los teatros vacíos, proyectos suspendidos, eventos anulados y el escuchar hablar del fin de la actividad teatral tal como la conocíamos. Todo eso generó mucha angustia por parte de quienes integran el sector». También hizo referencia a la existencia de una dimensión político institucional que debe abordar la cuestión de pensar en qué condiciones se deben reabrir los teatros.
Al concluir, la directora teatral se mostró positiva en cuanto a la condición de supervivencia del teatro que, a su entender, ha sabido atravesar otras crisis y manifestó que no tiene dudas de la continuidad de esta expresión artística. Valoró que se trata de un sector que se mantiene proactivo, ya sea en la visibilización de sus problemáticas, así como en la elaboración de protocolos para retomar la actividad. «Uno de los nuevos fenómenos que se vio durante el aislamiento y el cierre de los teatros fue la reproducción de actividades virtuales, ya sea de formación, talleres, cursos, seminarios y también de obras u otras propuestas que parten de la virtualidad. Esto es muy positivo porque muestra un sector activo y ávido de integrar rápidamente los cambios del contexto y que está en diálogo estrecho con la realidad social».
De todas formas, señaló que estas actividades no suplantan al teatro, que implica necesariamente la presencia de los artistas y espectadores en un mismo espacio y tiempo.