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Columna destacada | dólar |

Había una vez el dólar

Por Joselo Olascuaga.

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“Nos debemos la deuda a nosotros mismos”, dijo Paul Krugman, estadounidense Premio Nobel de Economía (2008), desestimándola, cuando le preguntaron por la enorme deuda del Tesoro de Estados Unidos, que asciende a 30 trillones de dólares, la mayor del mundo.

EEUU imprime los dólares, que son la divisa de reserva mundial desde los Acuerdos de Bretton Woods (1945), aunque lo de “imprime” es un decir, la enorme mayoría de los activos se emiten sin impresión. Sería absolutamente imposible respaldar en papel todo el dinero emitido, pero Bretton Woods le exigía respaldarlo en oro.

A partir de entonces, Estados Unidos tiene un dilema advertido por Robert Triffin, economista belga que, en 1960, señaló, en su libro El oro y la crisis del dólar: el futuro de la convertibilidad, el colapso del sistema monetario fijado en Bretton Woods, colapso que se produjo once años después.

El dilema de Triffin es el conflicto de intereses económicos que surgen entre los objetivos nacionales e internacionales para los países cuyas monedas sirven de monedas de reserva mundial.

Con la doctrina del presidente Harry Truman (1945), EEUU comenzó, por obligación geopolítica de reforma económica en Europa occidental, a hacerse cargo en exclusiva de la respuesta reformista ante la Revolución rusa, que venía desde el apalancamiento en la Bolsa de París, de la, repudiada por Rusia, deuda externa zarista, la condonación de deuda a Alemania en los hechos posteriores a la República de Weimar (1918-1933), el crédito a las metalúrgicas Krupp y el apoyo de toda índole al ascendente nazismo.

Por dialéctica de las reformas, explicada desde sus inicios, por Rosa Luxemburgo en forma inequívoca: “Las reformas no generan su propia fuerza independientemente de la revolución. Durante cada período histórico, la lucha por las reformas se lleva a cabo solo en el sentido indicado por el ímpetu de la última revolución”, estas reformas europeas y otras posteriores (en particular la china en 1978) obligaron a EEUU a optar por uno de los cursos inevitables que señaló Triffin en su libro. La potencia cuya moneda es de reserva mundial, puede repartir la divisa en el mundo para que éste compre los bienes y servicios que la potencia produce y puede pagar por los bienes y servicios que otros países producen, es decir, por el desarrollo productivo de otros países. A mediano plazo, estas opciones hacen imposible que dé abasto para respaldar en oro u otro metal la divisa, distorsionando el último aspecto mercantil de la economía capitalista.

Consciente del dilema, EEUU combinó ambas: procuró amortizar los subsidios a Europa occidental con un implacable comercio desigual para el resto del mundo bajo su dominio militar. A fines de los años cincuenta ya tenía controlado el comercio de deuda en competencia con las otras potencias imperialistas, y, por el comercio desigual, recuperaba miles de millones de dólares por año de los países más dependientes o semicoloniales. Para mayor seguridad financiera creó el Fondo Monetario Internacional (FMI, 1945), que condicionó políticamente a los países primarizados en su matriz productiva para impedirles el desarrollo e intervino sus gobiernos a través de acuerdos de préstamos stand by, a la vieja usanza colonial e imperialista, pero desde un “organismo multilateral”. Cuando un gobierno se insubordinaba, lo agredía de mil formas y, en definitiva, militarmente.

Desde 1971 el dólar dejó de respaldarse en oro, porque en tiempos de Nixon con guerra de Vietnam, el dilema Triffin –la “maldición” de la bendición de ser el emisor de moneda de reserva mundial– le hizo imposible a EEUU cubrir con oro físico la circulación de papel y el presidente de Francia Charles De Gaulle, exigiendo su oro, implosionó el sistema, EEUU recurrió al petróleo, bastante más líquido que el oro, en varios sentidos, para sustituir su patrón de referencia, “el oro negro”.

Pero al petrodólar le siguió la especulación inmobiliaria con su crisis de 2008 y la decadencia de poderío bélico. Porque nunca se libraron del dilema de Triffin, tal cual les explicó el gobernador del Banco Popular de China, Zou Xiaochuan, en 2008. Entonces a EEUU le quedaba la coacción contra quien amenazase su moneda.

“El dólar es una divisa respaldada en armas”, dijo entonces Paul Krugman.

Hasta que Rusia superó a EEUU en calidad militar.

La confianza de la fuga de capitales en dólares de las oligarquías centrales o periféricas a paraísos fiscales y fondos buitres está en que, cuando Hussein vendió petróleo en euros, EEUU destruyó Irak, pero ¿qué pasa cuando no puede invadir Venezuela? ¿O cuando la invade con mercenarios y fracasa, o cuando fracasa en Irak después de ocho años de ocupación militar y de Afganistán sale huyendo después de diez? Pero, sobre todo, ¿qué pasa cuando Rusia lo detiene en Siria, en Armenia, en Bielorrusia, en Kazajistán, en el Donbás?

 

Una moneda respaldada en nada

A China no le importó de qué lado del dilema de Triffin estaba cayendo EEUU, cuando al año siguiente de descolgar al dólar del oro, en 1972, Kissinger y Nixon fueron a visitar a Mao y a Zhou Enlai, en Beijing. China acumuló capital estatal en dólares. Había cambiado sus relaciones de producción pese a bloqueos, “sanciones”, sabotajes y hasta desconocimiento (la República Popular China fue reconocida por la ONU recién en 1971, 22 años después de fundada). Sus condiciones para insertarse en la economía imperialista incluían soberanía política e independencia financiera totales (ninguna institución financiera extranjera opera en China). Para seguir debiéndose a sí mismo, el Congreso de EEUU, en diciembre de 2021 extendió el límite de endeudamiento a más de 30 trillones, de los que China adeudaría, según estimaciones de 2020, más de tres trillones de dólares en bonos del tesoro de EEUU y Japón un poco menos. La deuda de EEUU con Wall Street es la mayor del mundo que acredita la Reserva Federal (12 bancos privados, transnacionales y de orígenes geopolíticos y geográficos diversos, desde Israel hasta Alemania, pasando por la City de Londres y el edén perdido de Nueva York).

Pero desde 2008, y cada año más, China empezó a comprar oro físico en ingentes cantidades, siguiendo en esta práctica a Rusia, que adquirió 600.000 millones de dólares en oro. Hoy la mitad de ese oro ruso está congelado en bóvedas occidentales, por dudosa maniobra del ministro de Finanzas, Anton Siluanov, y de la presidenta del Banco Central, Elvira Nabiúlina, desde que el gobierno Obama-Biden (2008-2016) generalizó usar el dólar a manera de un arma de guerra más, sancionando unilateralmente a varios países a través del sistema Swift, que es el sistema de mensajería para transacciones bancarias por el cual EEUU controla el tráfico financiero en dólares y por eso puede hacer efectivas sus “sanciones”.

El 23 de abril de 2020, China puso a funcionar en los celulares una cibermoneda creada por el Banco Popular de China, que tiene su propio mecanismo de mensajería (CIPS), no requiere inclusión en el sistema bancario Swift y al tener su versión por cadena de bloques, cripto yuan, no puede ser hackeada porque ocurre a la vista de muchos. Tampoco permite crear bloques nuevos, o sea, minería. Es una moneda dura. Lo suficientemente dura para, a medio plazo, transformar al dólar en pura volatilidad.

El jueves 17 de marzo, la Unión Económica Euroasiática anunció una nueva moneda de reserva mundial, pasando del sistema Swift, y con referencia en el yuan, el rublo y los precios de las materias primas que respaldan sus Estados, entre estas el oro de Moscú y el de Beijing. Rusos, chinos, indios, iraníes, comercian hoy en sus monedas, no envían mensajes a la banca dolarizada, usan canastas de monedas fiat y criptomonedas, entre las que va a descollar el cripto yuan antes de que EEUU alcance tecnología para misiles supersónicos que compitan con los rusos. El sur global y el bloque oriental están creando su propio sistema global para mensajería de transacciones. Es más que una época de cambios. Es un gran cambio de época.

 

Érase una vez fuera de Hollywood

Hoy India negocia armamento ruso en rupias y rublos, Pakistán anunció el 13 de marzo un nuevo gasoducto con Rusia, compras de millones de toneladas de cereales a Rusia, sin usar el dólar y hasta Arabia Saudí le está vendiendo petróleo a China en yuanes (Irán tiene contratos en yuanes y dinares por 10 años). Todos necesitan protegerse de las “sanciones”, pero además necesitan mantener el comercio para la seguridad alimentaria en jaque y la protección militar rusa.

Los saudíes recuerdan perfectamente que la OTAN lanzó a Hussein contra Irán con créditos de Kuwait y después los enfrentó entre ellos para terminar saqueando el petróleo de ambos. Saben que al fracasar ante Yemen igual que Sadam ante Irán, corren riesgo de ser “sancionados” (Irak, antes de invadida fue bloqueada hasta la muerte por hambruna de cientos de miles). México y Brasil anunciaron que siguen comprándole fertilizantes a Rusia, seguramente no en dólares para esquivar las “sanciones”. Malasia se incorporó el viernes activamente al RCEP (Asociación Económica Integral Regional, el mayor acuerdo de libre comercio de la historia, que comprende a Malasia, Indonesia, Brunéi, Vietnam, Camboya, Laos, Myanmar, Singapur, Tailandia, Filipinas,

Australia, China, Japón, Corea del Sur y Nueva Zelanda; en conjunto, representan el 30% del PBI mundial). Entonces Jake Sullivan, encargado de Seguridad Nacional de Estados Unidos se reunió en Roma, el sábado, con Yang Jiechi, presidente de la comisión de exteriores del Comité Central del Partido Comunista de China, para amenazarlo con “sanciones” si ayudaban a Rusia.

El domingo en el Global Times, el Partido Comunista de China editorializó: “No importa cómo evolucione la crisis de Ucrania, porque Washington sigue viendo a China como su mayor competidor estratégico. China tiene en cuenta esta política todo el tiempo. China no debe dar EEUU ni la más mínima oportunidad de abrir una brecha en nuestra relación con Rusia; la asociación estratégica integral de coordinación entre China y Rusia ha resistido la prueba del tiempo y es sólida como una roca. Es el activo estratégico más importante y estable para China, un activo que no puede dañarse de ninguna manera”.

Parece una dura respuesta, pero aún antes de concretar la nueva moneda de reserva mundial emitida por naciones unidas, China está abierta a dar a EEUU nuevos préstamos en un futuro próximo.

 

Probablemente en yuanes.

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