En la época en que los europeos estaban llegando al Nuevo Mundo, un pueblo aún desconocido, nativo de la región central de la Amazonia, realizó una ceremonia fúnebre colectiva. Por 500 años, los vasos de cerámica que contenían los huesos se mantuvieron ocultos bajo una gruesa capa de sedimentos y tierra.
Hacete socio para acceder a este contenido
Para continuar, hacete socio de Caras y Caretas. Si ya formas parte de la comunidad, inicia sesión.
ASOCIARMECaras y Caretas Diario
En tu email todos los días
Las primeras fueron encontradas en 2014, por casualidad, durante las obras realizadas por los habitantes de la comunidad Tauary. Ahora, un equipo de investigadores liderado por el Instituto Mamirauá descubrió una cueva con nueve urnas funerarias, cuidadosamente agrupadas. Es la primera vez que tales vestigios son descubiertos por arqueólogos profesionales.
– Las urnas funerarias no son raras en la Amazonia, pero todas las que conocemos fueron encontradas por los habitantes de las comunidades. Alguien que fue a hacer un trabajo o construir una casa se topó con ellas. Muchas veces, encuentran algo interesante, lo guardan o limpian para usar la cerámica. En ese proceso, informaciones preciosas del campo se pierden – explica Eduardo Kazuo, coordinador del Laboratorio de Arqueología del Instituto Mamirauá.
En total, se encontraron 16 urnas funerarias en el sitio arqueológico de Tauary – una comunidad con 21 familias a orillas del río Tefé – nueve durante la última expedición realizada entre el 10 y el 25 de julio de este año. Las urnas estaban cuidadosamente dispuestas en una sola cueva.
Llamó la atención de los investigadores el hecho de que los vasos tenían rostros diseñados y ninguno estaba orientado frente a otro. Los artefactos se encontraron en la misma capa de tierra, a unos 40 centímetros de profundidad. Para Kazuo, esas evidencias indican que las nueve urnas fueron colocadas juntas, de manera intencional.
– Es como si no quisieran «mirarse» una a la otra. Las urnas siguen un orden preestablecido y, claramente fueron enterradas de esa manera – cuenta Kazuo. – La gente no tiene la menor idea de lo que eso significa. Lo único visible es que existió una intención, puede que religiosa, obedeciendo una creencia que tendría sentido en el universo simbólico de ese pueblo perdido.
A través de pruebas de carbono en el material cosechado en 2014, los investigadores dataron las urnas alrededor del año 1.500 dC, en la época de la llegada de los europeos al continente americano. Todas tienen pinturas rojas y negras, con representaciones de figuras humanas formadas por el rostro y el cuerpo estilizado con imágenes de animales, como serpientes y lagartos. Debido a estas características, fueron clasificadas como pertenecientes a la Tradición Polícroma de la Amazonia.
– Se trata de una clasificación de cerámicas encontradas en la Amazonia, en un área que se extiende entre la región de Manaus hasta Perú, Ecuador y Colombia. Esta tradición duró entre los años 600 y 1500, explica el arqueólogo. – Esto muestra que, por más que el bosque fuera ocupado por pueblos diferentes, con lenguas y culturas distintas, tenían algún rasgo en común.
Las excavaciones se reanudarán a principios del próximo año. Hasta entonces, los investigadores trabajarán sobre el material recogido. Las nueve urnas son de tamaño y diseño diferentes. Una de ellas fue abierta y otra fue encontrada con restos óseos. Según Kazuo, aparentemente los vasos sirvieron para la sepultura secundaria – después de la descomposición del resto del cuerpo – de niños y adultos.
La expectativa es que el análisis de los huesos permita la identificación del sexo y de la edad de las personas sepultadas. Dependiendo del material que se encuentre, los científicos intentarán recuperar ADN antiguo para la realización de pruebas genéticas.
– Si encontramos partes del cráneo o dientes los enviaremos a examinar – afirma la arqueóloga Anne Rapp Py-Daniel, de la Universidad Federal del Oeste de Pará, resaltando que el ambiente amazónico es hostil para la preservación de huesos, a causa de la acidez del suelo y de la acción de las raíces de los árboles, que consumen el calcio. – Los análisis de ADN no son milagrosos, pero nos permiten un panorama general sobre quiénes eran aquellas personas.
En una capa más profunda, los arqueólogos encontraron restos de cerámica que parecen ser de un período anterior, tanto por el mayor grado de desgaste como por los sedimentos que los recubrían.
— Eso indica que Tauary tuvo por lo menos tres periodos de ocupación-dijo Anne. —la primera es bien antigua, tal vez de mil años atrás. La segunda alrededor de los años 1500. La tercera, es actual.Son tres momentos diferentes lo que muestra que el lugar es bueno para vivir-