De la mano de la Real Academia Española (RAE) me meto en los cenagosos terrenos de las definiciones. Hipocresía: fingimiento de cualidades o sentimientos contrarios a los que verdaderamente se tienen o experimentan.
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Para ser más preciso me refugio en Wikipedia: La palabra proviene del latín tardío hypocrisis y del griego ὑπόκρισις (hypokrisis), que significan «actuar», «fingir» o «una respuesta». También se puede entender como viniendo del griego hypo que significa «máscara» y crytes que significa «respuesta» y por lo que la palabra significaría «responder con máscaras». Me quedo con esta hermosa definición: “responder con máscaras”.
Esta historia -tóxica como “café vencido”- parte de la inquietud de un grupo de ciudadanos del departamento de Rivera que se sintió agraviado por una humorada de un personaje que desde hace años pone en el aire el comunicador y murguista Rafael Cotelo.
Enseguidita los “soldados artiguistas” -devenidos en Blandengues de la moral, las buenas costumbres y el mate caliente- salieron al ruedo. No alcanzó la demanda judicial contra el humorista y sus compañeros de la radio “Del Sol”, sino que, dada la entidad, gravedad y profundidad del tema -o sea, un humor irreverente que naturalmente es incómodo- había que instalarlo en el Parlamento.
Así fue como el senador de Cabildo Abierto, Guillermo Domenech, uso su media hora previa para acompañar la ofensiva moralista nacida de un abogado blanco de Rivera que, para peor, no entiende los chistes (dicen que hay una aplicación en Google Store que explica con dibujitos y textos muy amenos como funciona este temita del humor. Se la sugirieron al indignado abogado y el tipo no entendió la sugerencia).
Entonces Domenech -al parecer ideólogo de Cabildo Abierto junto a la patricia familia Manini Rios- se lanzo con furia contra el humorista, describiendo como era la gente de campo afuera, como se comportaban esas personas que -extrañamente- ofician de peones y alambradores en la estancia que posee Domenech y sus amigotes de la cruzada moralista.
Domenech hizo una moña más, al borde del área del Palacio Legislativo: respondió con máscara. O sea: sin darse cuenta, el pobre hombre quedo desnudo en pleno senado republicano. Sin querer, apareció con una máscara de streeper y quedo en bolas frente a sus colegas. Una asquerosidad.
El asunto es que Domenech y las “focas multicolores” nada dijeron ni dicen de las personas vinculadas con la explotación sexual de menores, todas con algún que otro vínculo con empresarios, cámaras empresariales y determinados partidos políticos. Una muerte -una adolescente- y un grupo de hijos de puta en una rosca inmunda, y Domenech y su rumfla guardan oprobioso silencio. Hipócritas 2.0.
Ahí anda Domenech, con su máscara, desnudo, cabalgando por los caminos de la Patria, recogiendo -disculpenme la palabra- datos de pueblo en pueblo. Hay veces que le llegan por Whatsapp historias de doncellas de conpleja relación con curas confesores de parroquias perdidas en los alambrados. Pero no las cree.