Montevideo fue sede, los días 27 y 28 de mayo, del seminario denominado “El desarrollo infantil en América Latina: Desafíos para la medición y respuestas de política”, con el propósito de impulsar la realización periódica y regular de encuestas nacionales de desarrollo infantil en la región.
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Los expertos participantes intercambiaron con autoridades uruguayas sobre el tema. Estuvieron presentes en el acto de cierre las ministras de Educación y Cultura (MEC), María Julia Muñoz, y de Desarrollo Social (Mides), Marina Arismendi, así como el subsecretario de Salud Pública (MSP), Jorge Quian.
La actividad, realizada en el Centro Cultural España, incluyó la participación del director de Uruguay Crece Contigo, Pablo Mazzini, y la responsable del Programa Niñez del MSP, Claudia Romero.
En la oportunidad los expertos intercambiaron y avanzaron en el diseño de un protocolo o plan de acción para concretar la medición del crecimiento infantil. La elección de Uruguay como sede responde a los logros alcanzados por el país hacia la institucionalización de un sistema de encuestas nacionales de salud, nutrición y desarrollo infantil (ENDIS).
Jorge Quian entiende el desarrollo infantil como fundamental para una adultez productiva tanto para la persona como para la sociedad. Uruguay viene obteniendo buenos resultados en crecimiento en la primera infancia comparado con la región, y trabaja bien en los controles.
El jerarca explicó esas mejoras en las políticas sociales y sanitarias desplegadas en los últimos años. “Uno de los elementos más importantes fue la disminución de la pobreza y también la instalación del Sistema Nacional Integrado de Salud”, agregó.
De todas formas, argumentó que para evaluar el desarrollo infantil es necesario medir tanto las condiciones sanitarias como los condicionantes sociales, lo que a veces es complejo para el médico tratante en la práctica clínica diaria, por no contar con el tiempo adecuado. Quian, pediatra de profesión, entiende que este tipo de mediciones (control del peso, alimentación, amamantamiento y vacunas) deberían estar a cargo de los licenciados en enfermería y no de los pediatras u otros especialistas.
De esta forma, el médico tratante puede dedicar más tiempo de la consulta para arribar a otras conclusiones y evitar, incluso, derivaciones innecesarias a otros especialistas, o al menos optimizar los recursos existentes en el entorno como los asistentes sociales.
“En todo esto es útil tener escalas, parámetros en los cual guiarse para llegar a una conclusión y tomar las medidas correspondientes. Se sabe que cuanto más precozmente el niño tenga capacidad de un buen desarrollo, más feliz será”, argumentó.
En este contexto, destacó el valor que tiene el carné del niño y el adolescente, ya que contiene índices de fácil pesquisa, tanto para la familia como para el médico tratante. “Si la familia lee lo que dice el carné y lo compara con lo que hace su hijo, puede tener una pista de si hay una desviación en el desarrollo”, ejemplificó.