Este sábado dos nuevas iglesias ardieron en territorios autóctonos del oeste de Canadá. Con estos incendios, aparentemente intencionales, sumados a los de Oliver y Penticton Indian Band hace una semana, son cuatro los templos quemados hasta el momento.
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En este caso, las iglesias que desaparecieron entre las llamas estaban ubicadas en Santa Ana y Chopaka, ambas en territorios de pueblos indígenas en la provincia de Columbia Británica.
Al igual que las quemadas hace una semana, la policía fue notificada del fuego con pocas horas de diferencia, según informó la policía federal.
Las autoridades suponen que los incendios son una respuesta al hallazgo de 1.000 tumbas sin identificar en las cercanías de antiguos internados gestionados por la Iglesia católica, por donde pasaron cerca de 150.000 niños indígenas.
El mes pasado, se supo de la identificación de los restos de más de 200 niños cerca de una escuela que había funcionado como internado para niños indígenas. Posteriormente, se hallaron en otro antiguo centro similar otras 751 tumbas sin nombre.
Los hallazgos han conmocionado e indignado a la sociedad canadiense. Estas instituciones eran parte de una política en la cual se separaba forzosamente a niños de sus familias y comunidades indígenas, con el objetivo de asimilarlos a la cultura dominante. En dichos centros se les prohibía hablar en su idioma y practicar sus costumbres ancestrales.
En 2008, la Comisión para la Verdad y la Reconciliación, creada para analizar y documentar las consecuencias de esta política, concluyó que alrededor de 4.000 niños nunca volvieron a reunirse con sus familias.
La Comisión constató además que en este tipo de instituciones «eran corrientes los abusos físicos, sexuales y emocionales» y calificó aquellas políticas de «genocidio cultural».
Cuando la Comisión fue creada para investigar estos hechos, el Gobierno canadiense se disculpó públicamente ante los pueblos indígenas por la política de «Matar al indio que hay en el niño».
El viernes pasado, el primer ministro canadiense, Justin Trudeau, volvió a disculparse en nombre de su país e instó al Papa a que hiciera lo propio. Además, deslizó la posibilidad de una investigación penal a raíz de los hechos.