Este miércoles 28 de julio tuvo lugar una instancia especial en el cuartel de Treinta y Tres donde en 1975 estuvieron detenidos 39 jóvenes por los militares de la dictadura. La mayoría eran menores de edad.
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Cuando fueron liberados se encontraron con que tenían la prohibición de seguir estudiando en cualquier institución del país, e incluso alguna de las familias debió radicarse en otro departamento por la condena social a la que se vieron sometidas.
Caras y Caretas consultó a Liliana Pertuy, una de las tres víctimas que recorrieron el cuartel este miércoles – quien en aquel momento tenía 15 años – sobre las características del procedimiento y las sensaciones que le produjo volver a entrar a ese lugar que representa una etapa tan oscura.
Liliana recordó que el caso se denunció hace 10 años y casi no se ha movido. hasta que se instaló la fiscalía especializada, y desde entonces comenzó a avanzar lentamente la investigación.
¨A lo largo del proceso se citó a los denunciados, todos los oficiales del cuartel de infantería n° 10 de Treinta y tres que participaron del operativo y fueron nuestros torturadores, los cuales han presentado recursos de prescripción y ninguno de ellos se ha prestado a declarar¨ indicó Pertuy.
En ese sentido, la víctima sostiene que con esa actitud se denota claramente que los acusados no declaran como estrategia de que pase el tiempo y seguir impunes, declarándose enfermos, de avanzada edad, con el fin de ser inimputables.
Visibilizar para prevenir
Ante eso, la lucha de las víctimas no cesa y no cesará afirma Liliana, ¨nosotros vamos a seguir luchando y reclamando verdad y justicia, que haya memoria y se conozcan los hechos¨ sobre todo para que la sociedad pueda entender y conocer la realidad de aquellos años para evitar que vuelva a suceder.
Pertuy resaltó que volver al lugar después de 46 años fue una experiencia muy removedora y es parte de la causa, una inspección ocular que hace la justicia para verificar hechos y lugares.
La víctima reconoce que fue duro e impactante volver a entrar al cuartel y revivir momentos y sensaciones tan nefastas, pero entiende que es necesario hacerlo.
Liliana sostiene que ¨no se tiene la real dimensión de lo que fue la dictadura en nuestro país y de lo que fue la tortura, sobre todo por las preguntas que hacían tanto la jueza como el abogado de los militares¨ y por eso resalta la importancia de decir y dar a conocer los hechos, sin entrar en la morbosidad, si para saber la verdad de lo que ocurrio en ese batallón de treinta y tres en la dictadura.