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coronavirus | pandemia |

ANIQUILANDO LO QUE FORTALECE

Dirigismo epidemiológico y neoliberalismo económico

En Uruguay se está desarrollando una experiencia original; se está conteniendo exitosamente la pandemia de Covid-19, aprovechando la excelencia del sistema de salud heredado y la cultura solidaria de la sociedad, que ha disimulado la ausencia del Estado en la asistencia a los más humildes, al tiempo que se impone una agenda neoliberal que profundizará la exclusión, la pérdida de salario real y el empobrecimiento.

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El tema del impacto de la pandemia de Covid-19  en Uruguay en términos económicos y sociales, fue analizado por el economista Joaquín Toledo el viernes por la noche en el programa Legítima Defensa.

Para eso se valió de indicadores de la Comisión Económica para países de América Latina y el Caribe (Cepal). La exposición tuvo como motivo intentar responder a la respuesta de si «los impactos de la pandemia eran evitables o no».

Las placas de la Cepal son una actualización al 15 de julio, de cómo está impactando la pandemia en las variables económicas y sociales, pero también intentan medir como están reaccionando los países de la región para amortiguar el impacto.

La Cepal proyecta para Uruguay una caída del PBI de -5% para fines de 2020, superando las proyecciones del Banco Central (BCU) que las estimaba entre un 3 y un 3,5%. Esta caída es clave para estimar la pauta salarial, que vincula la caída del PBI con el descenso del salario real.

En lo relativo a la pobreza, la Cepal proyecta que a finales del año en curso en el país habrá 85 mil nuevos pobres, lo que implica un aumento de la desigualdad del 4,5%, en tanto y en cuanto los registros de la pandemia se mantengan en los parámetros actuales. Esto se corresponde con un deterioro de Uruguay en lo referido al índice de Gini, que lo mostraban como uno de los países más igualitarios del continente.

A las estimaciones de la Cepal, Toledo agrega un estudio realizado por la Universidad de Oxford el 7 de julio del presenta año, denominado «Índice de restricciones de respuestas», vinculado a la severidad de las medidas de cuarentena. En ese sentido, Argentina, con 92,59 puntos sobre 100 es el país que más restricciones a la economía y a la sociedad ha generado. En el otro extremo de la tabla está Uruguay, con un 40,74 sobre cien.

Toledo aclara que cuanto más restricciones hay, más dificultoso se hace mantener la cadena de pagos y en consecuencia es más difícil mantener trabajos y salarios.

Por eso no sorprende que Uruguay sea el país con mejores condiciones para la reventa de deuda o emisiones soberanas de títulos y para acceder a créditos o inversiones internacionales, para mejorar la calidad de la deuda y lograr que las inversiones lleguen al país. En términos comparativos (es decir, teniendo en cuenta consideraciones de escala), Uruguay, con los dos mil millones de dólares a los que accedió está muy por encima de Brasil, el gigante latinoamericano que accedió a tres mil quinientos millones de dólares, menos del doble. En otras palabras, Uruguay fue el que accedió a más dinero per cápita.

Allí se presenta una contradicción y la misma es que mientras Uruguay afronta una situación difícil en términos de incremento de la pobreza y la desigualdad, tuvo las menores restricciones del continente ante la pandemia, una buena colocación de deuda soberana y un buen acceso a mercados internacionales.

La situación se complejiza cuando la Cepal establece el orden de los países que más y menos invirtieron para hacer frente a las consecuencias económicas y sociales de la pandemia. La lista la encabeza El Salvador, con un 11,1% del  PBI, seguido de Brasil, con un 7,5%, estando en tercer lugar Chile, con un 5,7%. La tabla nuevamente la cierra Uruguay con un 0,7% de su PBI (el promedio para toda América Latina es del 3,9%).

Una consideración adicional que hace Toledo está referida a las consideraciones hechas por el presidente Lacalle Pou durante su gira virtual por medios de comunicación argentinos. En el programa «La cornisa», del 20 de julio pasado, Lacalle expresó textualmente: «El Estado hizo el esfuerzo que podía hacer, pero no fue suficiente». Es decir, que posibilidades para hacer más había, pero no se hizo lo suficiente. Luego de lo cual hizo un reconocimiento a los valores solidarios del pueblo uruguayo, de las ollas populares y de las múltiples expresiones de apoyo a los más humildes a las que se recurrió cuando el Estado no estuvo presente.

En consecuencia, más allá del manejo exitoso de la pandemia, Uruguay afronta pérdida del salario real, incremento de la pobreza (que lo retrotrae a situaciones vividas décadas atrás) y a un fuerte aumento de la desigualdad social. Sin embargo, el Estado ha actuado con mucha liviandad a la hora de estimar y prever esas consecuencias.

Es cierto que Uruguay no tuvo las consecuencias sanitarias de otros países, pero el propio presidente, no sólo asume que no se hizo lo suficiente sino que además planteó una agenda de recortes al presupuesto de todos los ministerios, a la ciencia, al medio ambiente, a la educación y a la cultura, lo que plantea la pregunta de si el Estado no puede o realmente no quiere hacerse cargo de las consecuencias de la situación.

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