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Situación y Perspectivas 2018

La economía del mundo y Uruguay en 2017

Uruguay retomó en 2017 su senda de crecimiento sostenido, expectativa incrementada por los avances del proyecto UPM II; recuperó sus exportaciones y bajó la inflación y el déficit fiscal. El FMI advierte sobre riesgos de una nueva crisis global mientras el “huracán Trump” siembra turbulencias. Estados Unidos reduce estímulos y sube sus tasas mientras Europa hace lo contrario y sale de la Gran Recesión.

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El 19 de diciembre de 1997, hace 20 años, se produjo el estreno mundial del film Titanic, uno de los de mayor recaudación en la historia del cine, que tuvo un profundo impacto social, ganó 11 Oscar, y fue considerado por Mario Vargas Llosa como “el último gran film marxista”. Su mensaje central es que no hay ninguna creación humana que sea “inhundible”, y que a la hora del desastre sufren todas las clases sociales: de hecho, el sistema capitalista, o de economía de mercado, está definido por la continuidad de ciclos sembrados de crisis según todos sus grandes teóricos, de Marx a Schumpeter, pasando por Wassily Leontieff y Keynes, y la mejor prueba son la Gran Depresión de 1929 y la Gran Recesión 2007-2010, cuyas consecuencias todavía vivimos. Que el capitalismo haya conseguido vencerlas (aunque sea con remitiendo a “equilibrios imperfectos”, guerras y sufrimientos masivos de todo tipo), que sea el único sistema universalmente vigente y que no haya alternativa a la vista son discusiones de otro costal. Su actual etapa, caracterizada por la globalización asimétrica, el avance de la desigualdad y el predominio hegemónico del sistema financiero global, nos deparó, como ocurrió después de la Gran Depresión, el surgimiento de criaturas como Donald Trump (que está logrando el milagro de hundir a Estados Unidos, todavía la principal superpotencia política, económica, militar y cultural del mundo); el avance de la ultraderecha en Europa (particularmente en Francia, Alemania, Austria, República Checa, Holanda e inclusive Gran Bretaña); economías que crecen con disminución del empleo (sin tener en cuenta el avance de la robotización, el nuevo fantasma que recorre el mundo); y la lentitud en el combate contra el cambio climático. Nos deparó también una cultura de la resignación y el odio generalizado a las clases políticas, que acaso sea la peor enfermedad de las sociedades: donde no haya políticos habrá dictaduras de distintos formatos, empresarios o simplemente “logreros” buscando ocupar su lugar en la intermediación entre la sociedad y el poder. Acaso la decadencia de las clases políticas es el peor problema de nuestro tiempo, porque sin conducciones adecuadas los resultados sólo pueden ser peores.   Un mundo en riesgo de otra crisis global   Caras y Caretas señaló que, como el Titanic, el mundo, una economía globalizada aparentemente invencible, corre peligro de una nueva crisis global, y que quien lo previene es nada menos que el Fondo Monetario Internacional en dos informes firmados por su economista jefe y director de estudios, Maurice Obstfeld. Ello se debe a la “exuberancia irracional”, el aumento excesivo de los valores accionarios en las principales bolsas (que podría constituir una burbuja), no sustentado en un crecimiento real de la economía, un gran exceso de liquidez y por la reforma fiscal que reduce drásticamente las tasas impositivas a las empresas, impuesta por Donald Trump, así como la  mayor desregulación del sector financiero que se proyecta en Estados Unidos (la economía más influyente del mundo) en el corto plazo. El índice Dow Jones llegó el martes 19 a 24.775 puntos, el Nasdaq tocó los 6.485 y el índice ampliado S&P llegó a 2.687 puntos, valores que The Economist y The Wall Street Journal afirman que son el resultado de un exceso de liquidez y de “expectativas desmesuradas, o bien de especulación”. Así las cosas, el mundo podría estar cerca de una tercera gran crisis de la economía capitalista como la de 1929, afirmación que reitera solitariamente en Uruguay el titular del Banco Central, Mario Bergara. El 2 de diciembre el Senado de EEUU aprobó la “reducción de impuestos más grande en los últimos 30 años”, primera victoria legislativa del mandatario. Constituye el más grande recorte de impuestos en la historia de EEUU, reprobado por más de 400 multimillonarios, que no quieren que les rebajen sus impuestos . Obviamente, la disminución de 35% a 20% en los impuestos a las empresas (y la duplicación del mínimo exento a las familias (de US$ 12.000 a US$ 24.000), entre otras medidas, va a beneficiar a las personas más ricas (entre ellas el propio presidente y su familia) en detrimento de los sectores más vulnerables. En uno de sus varios artículos sobre el tema en The New York Times, Paul Krugman escribió que “el odiado plan de Trump” implica que no estamos en un “gobierno del pueblo y para el pueblo, sino por los donantes ricos y para los donantes ricos. Todos los demás odian este plan, y con razón». El think tank  demócrata Tax Foundation  calcula que la reforma costaría hasta US$ 5 billones en diez años, que iría directamente a aumentar el el déficit fiscal que fue de US$ 587.000 millones (3,2% del PIB) en 2016, y la deuda pública, que es superior al 82% del PIB. Este descalabro, unido al mayor gasto militar y a las permanentes turbulencias que genera el presidente Trump (cada vez más acorralado por las investigaciones del fiscal especial Robert Mueller por sus implicancias en la llamada “trama rusa”, y ahora por la derrota de su candidato en Alabama, acusado de abuso sexual a menores) podrían ser nuevamente, como en 2007, el epicentro de una crisis global y eso es lo que escribe entre líneas el FMI cuando se refiere a “desequilibrios fiscales en los países centrales” y la conveniencia de mantener y aumentar las regulaciones sobre el sistema financiero, que el designado nuevo jefe de la Reserva Federal, el abogado corporativo Jerome Powell, quiere disminuir. EEUU atraviesa una etapa de intenso crecimiento económico y mejora social (3,3% de su PIB de US$ 19 billones en los dos últimos trimestres y un desempleo que bajará a 3,9% con una inflación de 2,2%, resultado de los ocho años de gobierno de Barack Obama, con Ben Bernanke y la saliente Janet Yellen en la Reserva Federal); la actual titular de la FED se retirará del cargo disponiendo la quinta subida de tasas de interés en, que las llevará a la banda 1,25%-1,5%, y tres subas adicionales en 2018, lo cual constituye una pésima noticia para el resto del mundo, particularmente para América Latina. Mientras la “nueva guardia keynesiana de EEUU” se retira colmada de triunfos disponiendo el cese cauteloso de la extraordinaria política de estímulos económicos que salvó la economía mundial, en Europa el presidente del Banco Central Europeo (BCU), Mario Draghi (otro integrante de la “barra del MIT”) mantiene una positiva batalla manteniendo la política de estímulos directos (QE, compra masiva de bonos) y tasas nulas de interés, contra el “eje del mal” de Merkel, Schäuble, Juncker (José Manuel Durao Barroso pasó a ocupar el puesto de chairman de Goldman Sachs International), Macron, Rajoy y otros partidarios de la “austeridad” ajena. El resultado es que Europa crece 2% anual y el desempleo cayó a 9%, el más bajo en diez años que lleva la crisis provocada por la Gran Recesión. Caras y Caretas ha descrito los trabajos de este grupo de especialistas keynesianos procedentes de Harvard-MIT (Yellen, Fischer, Draghi, Bernanke, Blanchard, Obstfeld, apoyados por Krugman, Rodrik y Stiglitz), que América Latina podría contratar cuando pase esta ola de gobiernos de derecha que se apoderó de la región y que tiene sirvientes en los lugares menos pensados. En cuanto a China Popular, la segunda locomotora de la economía mundial, alcanza con decir que su PIB de US$ 21 billones crecerá 6,8% en 2017 y 6,5% en 2018, cifras que si bien están lejos de los dorados 11% de antaño, bastan para alegrar todos los talantes del mundo.   Las previsiones de los organismos multilaterales En el ya citado Perspectivas de la Economía Mundial, de octubre de 2017, se prevé un crecimiento de la economía mundial medida por el PIB de 3,6% para 2017 y 3,7% para 2018; 2,2% y 2%, respectivamente, para Estados Unidos; 2,2% y 2,3% para la zona del euro; 2,3% y 2,1% para la Unión Europea; 6,8% y 6,5% para China; 1,8% y 1,6% para la Federación Rusa; 6,7% y 7,4% para India. En lo que hace a América Latina, el FMI prevé un crecimiento del PIB de 2,1% y 1,9% para 2017 y 2018, respectivamente; para Brasil 0,7% y 1,5%; para Argentina 2,5% y 2,5% y Uruguay 3,1% y 3% para este año y el próximo respectivamente. El 14 de diciembre, la secretaria ejecutiva de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal), Alicia Bárcena, presentó públicamente en Santiago de Chile el documento Balance Preliminar de las Economías de América Latina y el Caribe 2017, en el cual el organismo regional de la ONU evalúa el desempeño de las economías, actualiza sus proyecciones de crecimiento para los países y formula sus recomendaciones para estimular un desarrollo con mayor inclusión, igualdad y sostenibilidad ambiental. La jerarca manifestó: “Si bien el espacio fiscal es reducido, necesitamos impulsar políticas públicas activas para sostener el ciclo expansivo. Entre ellas, están fortalecer la regulación, el desarrollo productivo, la recaudación y el comercio intrarregional”. El documento expresa: “En 2017, América Latina y el Caribe enfrentaron un contexto externo más favorable en el ámbito real y financiero. En el ámbito real, la economía mundial crecería a una tasa de 2,9%, cifra superior al 2,4% de 2016. […] La tasa estimada de crecimiento para las economías desarrolladas en 2017 es de 2,1% (1,6% de 2016), en tanto que la tasa estimada para las economías emergentes es de 4,5% (4,0% de 2016). Las proyecciones para 2018 sitúan el crecimiento de la economía mundial en torno a 3%, con un mayor dinamismo de las economías emergentes. Las economías desarrolladas mantendrán un crecimiento de alrededor de 2%, mientras que las economías emergentes mostrarían un alza en la tasa de crecimiento que llegaría a 4,8%. A nivel de país, se espera que Estados Unidos mantenga la aceleración económica en 2018 a una tasa estimada de 2,4%, mientras que la zona del euro registraría tasas similares a las de 2017. China disminuiría su crecimiento en tres décimas, con lo que alcanzaría 6,5%, mientras que India crecería 7,2% en 2018, desde el 6,7% de 2017”. Bárcena destacó que la región crecerá 2,2% en 2017 y su desempeño mejorará en 2018 gracias a Brasil y al aumento de los precios de las materias primas, en tanto que la desocupación caerá de 9,4% a 9,2%. Panamá tendrá el mayor crecimiento (5,5% del PIB), en tanto que Venezuela sumará cinco años de caída y acumulará un decrecimiento de 5,5%. Se señaló que la economía regional es impulsada por México y Brasil, y que el primero crecerá 2,2% en 2017 y 2,4% en 2018, con el riesgo de lo que ocurra con el Tratado de Libre Comercio de América del Norte, cuestionado por Donald Trump . Brasil, que cayó 8% acumulado en dos años, crecería 0,9% en 2017 y 2,8% gracias al alza de los precios de las materias primas. Argentina crecería 2,9% en 2017 y 3% en 2018.   Situación y perspectivas de Uruguay El informe de Cepal señala: “Luego de tres años de crecimiento positivo, aunque con tasa decreciente, el PIB de Uruguay dejó de desacelerarse en 2017 y se expandirá alrededor de 3%, lo que completa 15 años ininterrumpidos de crecimiento. […] Los rasgos más remarcables de la economía uruguaya en 2017 son un alto y persistente déficit fiscal, una temporada turística récord, una inflación baja, el crecimiento de la demanda de moneda nacional y cierto deterioro de los indicadores del mercado de trabajo. El principal motivo de preocupación del gobierno es abatir el déficit fiscal, que a fines de setiembre llegó a 3,6% del PIB. […] La deuda bruta del sector público general escaló hasta 62% del PIB en junio de 2017. En tanto, la deuda neta se ubicó en 30% del PIB […] la tasa de desempleo se mantuvo en 8%, porcentaje similar al registrado en 2016. […] Para 2018 se espera que el PIB crezca alrededor de 3,2% como consecuencia de la continuación de las condiciones favorables que impulsaron el crecimiento de la producción en el corriente año, así como de la recuperación de la inversión pública en infraestructura”. Caras y Caretas informó que al finalizar el tercer año del actual gobierno, Uruguay proyecta un crecimiento mayor a 3,5% del PIB, la mayor inversión de su historia (10% del PIB, con alto componente en infraestructura), contiene su déficit fiscal a 3,3%, la inflación a 6,6%% y aumenta sus exportaciones, mientras explora nuevas formas de inserción comercial. Nuestro país entrará pronto en su 15º año de crecimiento ininterrumpido, con una tasa esperada para 2017 de 3,5%, que podría elevarse significativamente en 2018 y 2019 debido a los avances en la instalación de la tercera planta de celulosa, UPM II, proyecto que va acompañado de un ambicioso conjunto de medidas (como la inversión en el ferrocarril) que modificarán sustancialmente el perfil productivo y social de Uruguay. La media de crecimiento del PIB en Uruguay se sitúa en 4,8% anual, y el período de crecimiento está cercano a ser el mayor de la historia económica del país. El ministro Danilo Astori destacó que la gestión “permite tener hoy día liquidez y créditos contingentes por más de US$ 5.500 millones, cuando el próximo año deben pagarse vencimientos por algo más de US$ 3.000 millones”, agregando que “las reservas internacionales superan los US$ 17.000 millones y que muestran a Uruguay con más de 25 puntos del PIB de reservas”. “Estas condiciones -destacó Astori- permitieron incrementar la llegada de capitales extranjeros”, señalando que “no hay ninguna región importante del mundo de donde no hayan partido inversiones hacia Uruguay”. Como “desafíos a futuro”, el ministro refirió al “ambicioso plan de infraestructura que suma US$ 12.000 millones y va avanzando a su ritmo”. Al respecto, señaló que la nueva planta de UPM “transformaría a Uruguay en el quinto exportador mundial de celulosa, generaría ingresos anuales para el Estado de US$ 120 millones por tributos y permitiría la dinamización de una zona muy deprimida” del interior del país. Uruguay, aun en el contexto de un mundo y una región sacudidos por una intensa turbulencia, puede mirar los próximos años con gran tranquilidad.  

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