Dos artículos científicos independientes publicados en la revista American Journal of Human Genetics, afirman que los mecanismos de defensa contra las enfermedades de los seres humanos deben mucho al encuentro entre neandertales y los denisovanos. Los dos artículos afirman que genes con actividades inmunitarias de los neandertales y de sus primos, los denisovanos, tienen una mayor representación en los humanos modernos que el resto del genoma de esas especies.
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Un grupo de investigadores del Instituto Pasteur y del CNRS en París descubrieron que una serie de genes responsables de la respuesta frente al ataque de bacterias mediante receptores en las paredes de las células tienen un mayor peso de herencia neandertal que en genes asociados a otras funciones.
Estos autores concluyen que la mayor parte de las adaptaciones que han conducido a nuestro sistema inmune se produjeron entre hace 13.000 y 6.000 años, cuando los humanos abandonaron su estilo de vida de cazadores y recolectores nómadas para adoptar la agricultura y la ganadería y comenzar a vivir en asentamientos permanentes.
El segundo estudio concluye que los cruces entre humanos modernos, neandertales y denisovanos tuvo una importante influencia. Su explicación consiste en que ellos llegaron antes y habían tenido más tiempo para evolucionar frente a muchas de las amenazas que luego debieron afrontar los Homo sapiens. “Los neandertales vivían en Europa y Asia Occidental desde hacía más de 200.000 años y, probablemente, estaban bien adaptados al entorno y los patógenos locales”, afirman. La incorporación de estas variantes genéticas neandertales, por tanto, debió proporcionar una importante ventaja para la supervivencia a los sapiens que las mantuvieron en su acervo con más frecuencia que con otros genes de la extinta especie.
Sin embargo, no todo lo que nos transmitieron los neandertales fue positivo. Además de ser más sensibles a la infección, las personas con estas variantes genéticas, también estarían más expuestas a las alergias.
(Información de El País)