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La historia de la familia Peirano

Juan Peirano Soracco fue el primer Peirano en llegar a Montevideo. Fue un joven italiano, que con apenas doce años dejó su tierra y su familia y se embarcó rumbo a América.

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Había nacido en Chiávari, en un pequeño poblado que quedaba cerca de Génova, en una región montañosa con olivos y frutales.

Sus padres, José y Magdalena, eran un matrimonio campesino  que tuvo ocho hijos.

Convencidos sus padres de que Juan tenía que buscar otro destino, le compraron un pasaje para América y Juan partió con  un atado de ropa y unas pocas liras.

Al llegar a Montevideo, se detuvo en una fonda donde el fondero le ofreció trabajo. Muy despierto y trabajador,  se fue abriendo camino entre los 18.424 inmigrantes que llegaron a Monevideo en 1861.

Durmiendo en el suelo fue ahorrando peso a peso. Al morir el fondero, se hizo cargo del negocio.

Cuando  había alcanzado una pequeña fortuna, dejó la fonda y se instaló con un almacén en Paysandú y Río Branco que llamó La Figurita e invitó a sus hermanos a acompañarlo. Tres de ellos viajaron a Montevideo, Pascual Miguel, Gioconda Luisa y José.

Luisa y Miguel viajaron después y lo acompañaron toda la vida, siendo socios hasta la muerte de Juan.

Luisa, la más longeva, murió en 1947, distribuyendo sus bienes entre los hijos de Juan y José en proporción de 60% y 40 %, respectivamente.

El almacén  mayorista La Figurita siguió creciendo y Juan siguió siendo el nervio motor, lo que causó distanciamientos con algunos de sus hermanos.

Cuando ya La Figurita había conquistado un lugar destacado en la plaza, Juan se casó en 1886 con Antonia Falco, la que fuera el amor de su vida.

Con ella y dos de sus hermanos, se instaló en la calle Paysandú entre Río Branco y Convención, a pocos metros de donde vivían sus suegros.

Juan era severo, serio, hosco, de pocas palabras, mucha inteligencia y poca cultura. Su esposa, 16 años más joven, era una joven muy educada, de una familia acomodada. Tenía al casarse 21 años.

Al poco tiempo, la pareja fue a vivir a la casa de los padres de Antonia y tuvieron cinco hijos, Alberto, Dante, Orfilia Liseta, Juan Manuel y Héctor.

Antonia, como una joven refinada de la época, mandó traer la cuna de sus hijos de Europa. Estaba finamente construida por un ebanista italiano con madera dorada a la hoja y con detalles  que representaban figuras cortesanas.

Con el tiempo, su hermano José decidió volver a trabajar con Juan, circunstancia que le permitió a este retirarse de La Figurita e instalarse con un almacén al por mayor que se transformó en una gran casa importadora.

La sociedad Peirano Hnos. y Cía se hizo realidad en 1988. Estaba integrada por Juan y José, y el marido de Luisa. Miguel, el otro hermano que había venido de Italia, se fue alejando de los negocios.

Juan siguió comprando terrenos y casas. Su negocio se convirtió en el mayor de su ramo.

La obsesión de Juan Peirano era el dinero y sobre todo el financiamiento. Juan siempre quiso instalar un banco y tal vez por eso su hijo Dante aceptó el ofrecimiento de su suegro Pedro C. Facio para hacerlo entre los dos.

Peirano Hnos. se expandió a la producción de productos elaborados en el país. Compró terrenos y quintas en Colón y Casavalle, y se lanzó a la actividad vitivinícola. El actual Camino Manuel Fortet llegó a llamarse Camino Peirano y en su cruce con Camino Colman se cruzaron las vidas de los Peirano con los Basso, quienes tenían sus propiedades en las inmediaciones.

Los Peirano plantaron olivos, frutales y viñedos y pusieron una bodega en Millán y Raffo.

Cuando sus hijos fueron grandes, Juan Peirano quiso mudarse a una espaciosa casa en 18 y Río Branco. Cuando invitó a su esposa a mudarse, su suegra María Liseta vetó la mudanza porque la casa no le gustaba. Poco tiempo después, Juan quiso mudarse a una  casa quehabía comprado en la Pza. Independencia y nuevamente Liseta lo impidió porque “la escalera era demasiado empinada”.

Un día, paseado en volanta por la calle Millán y Cisplatina, Juan y Antonia vieron una casona muy elegante que pertenecía a la familia Carvallido. Esa casa con una escalera de mármol majestuosa y rodeada de un amplísimo jardín le encantó a Antonia y pocos días después Juan se la obsequió.

Maria Liseta, al fin, accedió a que su hija y su yerno se mudaran y pasaran a residir en el alejado barrio del Reducto.

El almacén quedaba en la Rambla portuaria y todos los mediodías Juan viajaba al repecho de Millán en el  tranvía de caballos  para almorzar con Antonia.

17 minutos era lo que disponía para  bajar del tren, entrar a la casa, lavarse las manos, almorzar con sus hijos, tomar el café y salir.

17 minutos era los que se tardaba en cambiar los caballos e iniciar el recorrido del regreso.

Después de trabajar de sol a sol, Juan acompañaba a Antonia al Teatro Solís a escuchar  ópera.

Tanto la amaba que corría a verla en cuanto tenía un minuto libre y toleraba sin chistar las manías de Mamá Liseta.

Poco tiempo después de mudarse, Antonia se enfermó de tuberculosis. El Dr. Francisco Soca, el médico más talentoso de la época, le aconsejó viajar a Europa y Juan accedió siempre y cuando Soca lo acompañara. Al llegar a Génova, en 1903, Antonia  muere y Juan  se desespera. Compra un ataúd de bronce, la embalsama y decide traer el cuerpo a Montevideo. Aislado en su camarote y sin comer, permanece junto al cadáver durante el viaje que dura treinta días. Al descender del barco, la familia lo encuentra esquelético y demacrado. Los años siguientes fueron muy duros para Juan que quedó a cargo de sus hijos. Las preocupaciones por su negocio y su familia. La Revolución de 1904 y el riesgo de que la leva se llevara a su hijo más pequeño, eran el centro de sus preocupaciones.

En 1907 se separó de sus hermanos en  la sociedad Peirano Hnos. y solo continuó con Leonardo Gorlero, el marido de su hermana Luisa.

Cuando decidió la venta del almacén, porque ninguno de sus hijos se interesó en continuar con el negocio, Juan Peirano compró más casas y campos.

Compró campos en Cololó, Villa Rodríguez y en el departamento de Río Negro y los adjudicó entre sus hijos. Luego en un remate compró la Estancia Santa Emilia en Soriano, en cuya puja Juan demostró su talento para los negocios. En Santa Emilia, Juan Peirano se dedicó a los negocios agropecuarios. Alambró la estancia y la preparó para la cría de lanares.

En 1908, Juan Peirano tuvo una flebitis y permaneció varias semanas en cama. El 1 de noviembre de 1908, el Dr. Morelli lo visitó y lo encontró muy mejorado. Cuando se retiró el médico, Juan Peirano se levantó y murió instantáneamente. El abogado de la familia nombró como tutor al primogénito Juan Manuel y se abrió la sucesión que finalizó en 1918. La herencia se repartió entre sus hijos y el esposo de su hermana Luisa. La estancia Santa Emilia siguió en manos de la familia Peirano y se dice que, estando prófugo de la justicia, Juan Peirano Basso, su nieto, había estado varias veces en ella.

Uno de los hijos  de Juan Peirano, Dante, se casó con Margarita Facio, una hija de Pedro Facio, empresario y banquero de origen italiano muy conocido en la ciudad. La chica tenía 21 años cuando Dante la vio en el Teatro Solís y quedó profundamente enamorado de ella. Al poco tiempo de la muerte de su padre los hermanos Peirano viajaron a Génova. Dante quedó en Italia y los hermanos viajaron a París. Unas semanas después Pedro Facio y su familia viajaron a Génova y se encontraron con Dante que aún estaba allí. Pasaron juntos unos días y volvieron juntos a Montevideo, donde poco tiempo después, Dante y Margarita se comprometieron y se casaron en 1914.

Tres años después, su hermano Héctor se casó con María Josefina, la hermana mayor de Margarita. Héctor y Dante  se asociaron en el Banco Mercantil del Río de la Plata, en una relación muy estrecha que se mantuvo hasta la muerte del primero.

Alicia Josefina Facio, a quién llamaban Yayá, era una mujer muy creyente  y después de la muerte de su esposo entró a formar parte de una orden religiosa terciaria respetando sus reglas de una manera muy cuidadosa.

Los hermanos no tuvieron hijos, a excepción de Dante, cuyos descendientes  fueron Jorge y Juan Carlos.. El resto de la historia de la familia y sus hijos es más conocida y estuvo relacionada con dos de las estafas bancarias más oscuras de los últimos 60 años.

*Extracto de un texto de Víctor Carrato, a partir de una historia contada por la propia familia Peirano.

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