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Reflexiones de una murga

La ironía mojigata

Hacía cinco años que la murga La Mojigata no salía en Carnaval y el vacío se notaba. Este año volvieron con un espectáculo cargado de ironía. Caras y Caretas conversó con Ignacio Alonso, uno de los fundadores. Además de ser letrista, Alonso toca el redoblante y es el director responsable.

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Por: Belén Riguetti

Fotos: Lara Robledo – La Mojigata

Ignacio Alonso, integrante de La Mojigata, dijo a Caras y Caretas que lo esencial a la hora de escribir las letras de la murga es que lo que se diga movilice el alma. De alguna manera, allí radica el mayor logro. Aunque para el mundo murguero la crítica social sea parte indisoluble, escuchar las letras de La Mojigata en este carnaval puede sorprender un poco. La fineza y la profundidad de algunos de sus mensajes, sobre todo en el festejado cuplé sobre “Ideología y gestión”, explicitan un debate que con mucha dificultad se abre camino en la llamada izquierda social. “En La Mojigata hablamos de lo que nos pasa y nos preocupa a nosotros. Hay aspectos globales y, si bien hay elementos puntuales de política, en realidad son más bien una referencia. Tratamos de ir a lo más general y no quedarnos en temas puntules”, dijo Alonso. ¿El cuplé “Ideología y gestión” es un ejemplo de eso? Sí, en realidad parte de hechos puntuales. Lo último fueron las elecciones municipales. En ese momento se empezó a hablar de tema [la ideología contrapuesta a la gestión]. Con la llegada de [Edgardo] Novick se empezó a tratar más el asunto; incluso hizo eco en la propia izquierda. Veíamos que era un discurso que estaba tomando mucha fuerza: separar la ideología de la gestión. Tratamos de buscar lo que pasa en lo cotidiano; por lo menos esa es la intención. Puede ser entendible que la gente pida más gestión y menos ideología. Desde nuestro punto de vista puede ser un poco equivocado, porque ninguna gestión se justifica sin una ideología. ¿Cómo se coloca la murga en este debate? Lo que quisimos dejar marcado es que toda gestión responde a una ideología, pero tampoco es un descubrimiento nuestro. No hay que buscarle muchas vueltas. Si se hace una cosa, hay una ideología detrás. Es verdad que tratamos de dejar los mensajes más abiertos. Lo que sí intenta transmitir el cuplé, y queda en el aire, es que separarlas es imposible. Hacía cinco años que no salían. En distintas entrevistas aseguraban que una de las cosas que más les preocupaban era no perder la identidad. Eso se logró, pero con mucho laburo. Le dedicamos horas a pensar, y no sólo la parte artística, sino todos los puntos. Tenemos una especie de comisión directiva, que conformamos cinco componentes. Nos venimos reuniendo desde el año pasado. Este año, el miedo mayor era seguir siendo los mismos, pero repetirnos; hacer algo que hace diez años estaba bueno, pero que hoy ya perdió vigencia. Creo que uno de los mayores logros de este espectáculo es que alcanzamos un equilibrio entre lo nuevo y nuestra impronta. Tampoco nosotros somos los mismos de hace diez años. No hay un estudio hecho; más o menos me puedo dar cuenta, pero sólo por lo que veo. Hay un ambiente de personas de izquierda, de alrededor de 40 años, universitarios o militantes del Frente [Amplio], pero tampoco me arriesgo a decir que todo el público es así. A lo mejor a esa misma gente puede no gustarle La Mojigata. A veces se contrapone a las murgas que salieron de Murga Joven con las tradicionales. ¿Le parece que esta diferenciación sigue vigente? Es como aplicar una brocha gruesa. Me parece una interpretación vaga. Puede que algo tenga que ver con la gente que hace la murga. Nosotros tratamos de no tener un discurso para que nos escuchen determinadas personas. Hacemos lo que nos parece; que se identifique el que quiera, al que le guste o el que tenga ganas. Tratamos de plantear determinadas cosas e ironizar con ellas. Es verdad que hay un cambio de gente que compone las murgas, pero se dio hace muchos años, incluso antes de Murga Joven. Ya en la década de los 80, la gente de la Antimurga BCG, por ejemplo, no era la misma que hacía La Línea Maginot. Pero a la BCG le fue muy mal, al menos en los concursos. Depende de cómo se vea. Es una de las murgas más recordadas y de las que hacían más tablados. En el concurso no le iba bien, pero también era su juego. Ha influido mucho a las murgas que surgieron después. Tampoco los componentes de Falta y Resto eran iguales a los de Saltimbanquis. Si se empieza a rascar en otras murgas que no surgieron de Murga Joven, no hay tantas diferencias. Puede pasar que los que hacen la murga y el público estén mimetizados. Me parece un poco injusto, para los dos lados, que se tiren esas máximas. No es que la Murga Joven sea para intelectuales de izquierda y las otras para el barrio; no lo puedo afirmar, aunque tampoco puedo ser categórico en lo contrario. En Diablos Verdes durante años estuvo Leonardo Preziosi, que es un hombre de teatro. Son tipos que curten la murga desde otro lugar. También en Contrafarsa participó Fernando Toja, o el mismo [Alberto] Coco Rivero.

Ana Carriquiry e Ignacio Alonso.

Ana Carriquiry e Ignacio Alonso.

Una particularidad del espectáculo de este año es que no tiene una retirada melancólica. Se dio así. En otros espectáculos hemos tenido partes más melancólicas. En esta retirada, desde lo letrístico, tratamos de que fuera para arriba. La retirada siempre se presta a ese tipo de lenguaje más tristón, pero depende de lo que se quiera decir. En este caso no era necesario, no nos sentíamos cómodos. También es verdad que es una parte con la cual no nos sentimos muy identificados. A veces nos sentimos forzados a poner ese espacio de reflexión. Creemos que en este momento no lo necesitamos. ¿Qué opina de quienes se refieren a ustedes como “los intelectuales” del carnaval? Están los que dicen que usamos un lenguaje intelectual y otros, los que supuestamente son intelectuales, nos dicen que somos seudointelectuales; hay de todo. Mucha gente está bregando por la murga tradicional. Entiendo a quienes siempre siguieron esa tradición, pero da un poco de bronca y rabia cuando aparecen los que se arrimaron al fenómeno por medio de la Murga Joven y ahora defienden la tradicional.
Mi murga, mi mundo
Laura Almada es una de las fundadora de La Mojigata. Dijo a Caras y Caretas que en los cinco años que no salió en carnaval no tuvo propuestas para integrar otros conjuntos. “Siento que La Mojigata es mi lugar en el mundo del carnaval”, aseguró. Laura es una persona tímida, pero al momento de salir a actuar la vergüenza parece quedar de lado. “Me gusta mucho cantar, y en particular en un colectivo. A esto se suma que me encanta formar parte del grupo. A la mayoría los conozco desde hace muchos años y tenemos un vínculo casi familiar”. La murguista asegura que se siente cómoda y en confianza, “de alguna manera protegida, mucho menos expuesta que cuando canto sola, y eso ayuda a que la timidez no aflore”. “Con la cara pintada y el traje, es como si uno ya no fuera uno mismo”, reflexiona, pero una compañera le sugiere: “¿No será que la pintura y el disfraz te permiten abandonar esa timidez y ser más vos misma?”. Para Laura la crítica política puede hacerse más allá de que el gobierno sea de izquierda. “Mucha gente les cae a las murgas con que ahora critican menos al gobierno. Yo creo que es un reclamo un poco injusto. Hay muchas formas de criticar los aspectos políticos y sociales. Creo que nosotros, entre otros conjuntos, buscamos, y hemos logrado, hacer crítica desde otro lugar. Sin hacer alusiones directas al Frente Amplio, a [Raúl] Sendic o a [Danilo] Astori. Creo que encontramos una forma de decir las cosas de una manera muy dura. Una crítica más orientada a nosotros mismos, a una cultura instalada, o a la sociedad toda”, aseguró. La diferencia puede ser el lugar desde donde la murga se para para criticar, piensa Laura. “Este comentario es muy personal y seguramente no refleje lo que opinen otros componentes de la murga. Durante muchos años era claro que gobernaban ‘ellos’, y había razones de sobra para criticar desde la vereda de enfrente. Hoy en día, para muchos los que gobiernan somos ‘nosotros’, entonces inevitablemente la manera de criticar es otra. No tiene por qué ser más complaciente, ni mucho menos, pero la manera cambia si me siento involucrada en las cosas que se hacen”. Sobre la incorporación de mujeres, aseguró que “puede despertar simpatías” y ser “un diferencial positivo”. En el concurso puede que no sea tan positivo; por el contrario, “a muchos carnavaleros ‘de ley’ les disgusta el timbre femenino en el coro murguero”. Ella opina que la murga, como género, no es machista, lo que no quiere decir que no “haya conjuntos machistas”.
Crowdfunding mojigato
Este año La Mojigata implementó un nuevo método de recaudación llamado crowdfunding. La idea es que cualquier persona pueda colaborar con la murga. Hay cinco formas de hacerlo: se puede aportar cualquier monto hasta 499 pesos; quienes aporten más de 500 pesos tendrán una entrada gratis para la grabación del disco; quienes aporten 1.000 obtendrán una entrada y el disco; quienes pongan más de 1.500 tendrán dos entradas, una remera de la murga y el disco; quienes aporten más de 2.000 recibirán dos entradas, el disco, dos entradas para la presentación del disco y dos remeras, una de edición especial. Las colaboraciones se pueden hacer por medio de lamojigata2017@gmail, llamando al 099 566 589 o en los tablados donde se presente la murga.

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