En la era neoliberal la derecha no dispone de políticas que puedan captar la simpatía y el apoyo de grandes sectores del pueblo. Pudo ganar varias elecciones y gobernar mientras logró convencer, apoyada en el monopolio de los medios privados, de que los problemas de los países y de toda su población se resolverían con cortes en los recursos del Estado. Pero luego la gran mayoría se dio cuenta de que ello no llevaría a responder a las necesidades de la gran mayoría, sino, al contrario, de la minoría, de los banqueros, de los grandes empresarios, de los especuladores. A partir de ese momento, la izquierda estuvo en condiciones de conquistar el apoyo de la gran mayoría de la población, proponiendo un programa que iba en la dirección opuesta, en la prioridad de las políticas sociales, para responder a las desigualdades sociales; que el Estado invierta más recursos, pero en el desarrollo económico y en atender los derechos del pueblo. Las experiencias fracasadas de los intentos de restauración neoliberal en Brasil y Argentina demuestran que ese es siempre el programa de la derecha, que es el proyecto fracasado en los años 1990; es lo que tienen para ofrecer. En Brasil, por ejemplo, la contraposición entre el apoyo cercano a cero al gobierno de Temer (la razón fundamental de la falta de apoyo, según las encuestas, es su política económica neoliberal) y el apoyo mayoritario para que Lula vuelva a ser presidente de Brasil, con la propuesta de retomar el modelo antineoliberal, confirman absolutamente ese planteamiento. En Argentina, el gran desgaste del gobierno de Macri se debe a las consecuencias económicas y sociales de su política de ajuste fiscal, de corte netamente neoliberal. Cuando la izquierda logra colocar en el centro del debate político la oposición entre neoliberalismo y antineoliberalismo, expresando el enfrentamiento central de nuestro tiempo, la izquierda se vuelve la fuerza hegemónica en el país. La probable elección de López Obrador no se centra en esa polarización, pero es parte central de su programa de gobierno la reactivación de la economía y políticas sociales de redistribución de renta y de combate al desempleo, rasgos fuertes de los gobiernos de izquierda. En Colombia, el triunfo de la derecha se dio porque esa fuerza logró mantener en el tapete el tema de la “rediscusión” de las negociaciones de paz. Pero, con un planteamiento fuertemente antineoliberal, Gustavo Petro llevó, por primera vez en la historia de Colombia, a la izquierda a la segunda vuelta de las elecciones presidenciales. La pérdida de apoyo del gobierno de Lenín Moreno se debe, sobre todo, al viraje de su política económica en la dirección del neoliberalismo, a contramano del éxito del gobierno de Rafael Correa. El gobierno de Evo Morales, a su vez, mantiene políticas claramente de desarrollo económico acompañado de políticas sociales, que le garantizan un apoyo mayoritario de la población. En la era neoliberal, la izquierda tiene condiciones muy favorables para construir alternativas propias y triunfar. La fuerza de la derecha es mas ideológica, buscando desplazar la agenda de los temas sociales hacia la crítica al Estado y las propuestas de estilo de consumo como objetivo central de la vida de las personas. La izquierda puede triunfar, puede volver a triunfar, si logra proyectar un ideal de vida en sociedad centrada en la atención a los derechos de todos, en la solidaridad, en la construcción colectiva de una sociedad justa, si gana la conciencias, el alma de las personas, si logra que el conjunto de la población asuma como objetivo la democratización profunda de la sociedad; si logra incorporar a la vida política a las mujeres, a los jóvenes, a los negros; si logra combatir sistemáticamente los mecanismos de alienación en la sociedad, si logra despertar en la gran mayoría de la población la conciencia de clase, la conciencia nacional, abriendo espacios para que los jóvenes expresen sus identidades, que rescaten el interés por una forma de hacer política diferente a la tradicional. La izquierda perdería una oportunidad histórica única si no logra constituirse en alternativa a la derecha en la era neoliberal.
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