Luego que el gobierno venezolano liderado por el presidente Nicolás Maduro y la Mesa de Unidad Democrática (MUD) informaran que se sentarán a negociar el 1 de diciembre en República Dominicana, lo que fue interpretado como un claro signo de acercamiento de ambas partes para llegar a un acuerdo que permita el normal transcurso de la vida política en el país caribeño, el secretario general de la OEA, Luis Almagro dijo que «sabemos que algunos sectores de la MUD no representan a la oposición venezolana», intento de crear discordia en ese bloque. Las infelices declaraciones de Almagro, obligaron a la MUD a publicar una carta pública de reprobación, donde luego de «saludar» la «preocupación» del secretario general de la OEA, le recuerdan «la contundente aprobación mayoritaria en la Asamblea General» a favor del «acuerdo de la consulta nacional para el rescate de los derechos a través de un proceso de negociación», el que fue aprobado por 82 votos a favor y 3 en contra, dejando claro que «la casi totalidad del Parlamento Nacional» respalda la negociación. Por supuesto que, en su globalidad, la carta se deshace en halagos para con Almagro, pero puntualmente le pone un freno. Es que resulta casi inexplicable cómo Almagro se mete sin ningún tapujo en la interna de un país, a tal punto que parece querer que, bajo ningún concepto, lleguen a un acuerdo los sectores enfrentados, y está dispuesto a impedir cualquier tipo de acercamiento. Increíble, pero cierto: el uruguayo Luis Almagro, secretario general de la OEA, es el líder más radical que tiene la oposición venezolana. Tan radical que hasta al MUD le está molestando.
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