En 1964, el maestro shaolin Wong Jack Man visitó el gimnasio de un experto en kung-fu en San Francisco, el cual en reiteradas ocasiones lo había desafiado a pelear. En ese momento, el retador estaba entrenando a sus discípulos, y al ver a Wong detuvo la clase y preguntó al visitante lo mismo que acababa de preguntar a sus alumnos: “Maestro Wong, ¿qué haría usted si lo atacara un delincuente?”. “¡Golpearlo!”, habían respondido aquellos al unísono. Wong, en cambio, dijo: “Debes preguntarte por qué lo está haciendo. Si él está contra el mundo, está muy equivocado”. -Pero, ¿qué haría? -El rol de un maestro es llevarlo a la armonía con el mundo y con él mismo. -¿Y si pretende matarlo? -Supongo, entonces, que hay que noquearlo. Después de hacer eso, ofrecerle la posibilidad de ilustrarlo. -¿Y si se niega? -Le habrás fallado… y te habrás fallado a ti mismo. -¿Has venido a ilustrarme, maestro? -He venido… a aceptar tu reto. (Birth of the Dragon) La pelea, realizada poco después, fue legendaria, tanto que hay diferentes versiones sobre quién desafió a quién y el resultado. Algunos afirmaron que ganó el maestro de Tai chi; otros, que ganó el creador del Jeet Kune Do; pero no es eso lo que importa. Quizá y sin quizá, llegó el momento en que todos los partidos políticos acepten el desafío de reunirse para estudiar seriamente (dejando sus banderas en la puerta) qué hacer con l En 1964, el maestro shaolin Wong Jack Man visitó el gimnasio de un experto en kung-fu en San Francisco, el cual en reiteradas ocasiones lo había desafiado a pelear. En ese momento, el retador estaba entrenando a sus discípulos, y al ver a Wong detuvo la clase y preguntó al visitante lo mismo que acababa de preguntar a sus alumnos: “Maestro Wong, ¿qué haría usted si lo atacara un delincuente?”. “¡Golpearlo!”, habían respondido aquellos al unísono. Wong, en cambio, dijo: “Debes preguntarte por qué lo está haciendo. Si él está contra el mundo, está muy equivocado”. -Pero, ¿qué haría? -El rol de un maestro es llevarlo a la armonía con el mundo y con él mismo. -¿Y si pretende matarlo? -Supongo, entonces, que hay que noquearlo. Después de hacer eso, ofrecerle la posibilidad de ilustrarlo. -¿Y si se niega? -Le habrás fallado… y te habrás fallado a ti mismo. -¿Has venido a ilustrarme, maestro? -He venido… a aceptar tu reto. (Birth of the Dragon) La pelea, realizada poco después, fue legendaria, tanto que hay diferentes versiones sobre quién desafió a quién y el resultado. Algunos afirmaron que ganó el maestro de Tai chi; otros, que ganó el creador del Jeet Kune Do; pero no es eso lo que importa. Quizá y sin quizá, llegó el momento en que todos los partidos políticos acepten el desafío de reunirse para estudiar seriamente (dejando sus banderas en la puerta) qué hacer con los delincuentes que agreden a nuestra sociedad. También tendrán que dejar de lado el discurso simplista de que todo pasa por quién sea y cómo actúe el ministro del Interior. De nada sirve que Bonomi y sus policías capturen a los criminales si por un lado continúan siendo criminales y, por otro, algunos fiscales y jueces los liberan graciosamente. Dije algunos. Hoy en día tenemos que andar haciendo aclaraciones tras cada letra. En una nota anterior ya he abordado el tema de las causas de la criminalidad, por lo que quien quiera conocer más en profundidad nuestras ideas, puede leer en la página web de Caras y Caretas: ‘Criminalidad, entre el lirismo y el gorilismo’. Como he dicho antes, ninguna sociedad que aspire a disminuir los delitos puede renunciar a las siguientes acciones: a) disminución de las desigualdades sociales (sin que se entienda la pobreza como justificación del delito); b) educación; c) prevención y disuasión; d) represión; e) rehabilitación. En el último punto llama la atención que la misma gente que critica al gobierno por el aumento de la delincuencia es la misma que critica cuando por distintos planes se le busca trabajo a quien ha concluido su condena. ¿Qué esperamos que haga un exrapiñero que sale del penal y todas las puertas se le cierran? También critican los planes sociales destinados a ayudar a madres que estando solas intentan salir adelante con sus hijos. Quienes condenan la solidaridad y la consideran un despilfarro son los primeros responsables del incremento de la criminalidad. Es fácil, cuando se tiene el estómago lleno, tildar de despilfarro a los dineros públicos destinados a ayudar a los más desvalidos a salir del pozo. El tema es tan complejo y tiene tantas aristas que me veo obligado a tocar solo algunos de los puntos planteados. En principio, recordemos que Uruguay, pese a todo, es uno de los países más seguros de América, con lo cual no queremos negar el grave problema que tenemos. En segundo término, consideremos que tenemos a la Policía mejor equipada y pagada que nunca. Más tarde o más temprano, los criminales van siendo capturados y puestos a disposición de la Justicia; sin embargo, el delito continúa siendo un problema, entre muchas otras cosas, porque apresar sirve de poco si no logramos cambiar la mentalidad del criminal capturado. Todos sabemos que la cárcel no reeduca a nadie, sino que, generalmente, lo empeora; pero eso no quiere decir que no debamos proteger a la sociedad. El encierro debe aplicarse para insertar al recluso en un programa de rehabilitación, pero también, en primera instancia, para proteger a sus semejantes de sus acciones. La pregunta que debemos hacernos entre todos es si estamos invirtiendo lo suficiente en planes de rehabilitación y cuánto esfuerzo estamos dispuestos a hacer. Por esto estoy planteando una revolución educativa que detallaré en una nota posterior, ya que no hay manera más efectiva de combatir la delincuencia que inculcando valores desde la infancia; pero también necesitamos una revolución reeducativa. ¿Estamos los orientales con la mente abierta como para analizar esto y convertirnos en un ejemplo para el mundo o seguiremos creyendo que contratando al ejército estadounidense y colocando un soldado al lado de cada ciudadano vamos a resolver el dilema y vivir en paz y felices para siempre? Creo que hay que apostar fuerte a planes psicológicos que modifiquen la estructura mental delictiva, pero, mientras tanto, debemos proteger a la gente honesta. Hoy por hoy, estamos fallando en ambas cosas, y este palo va para todos, incluida la oposición; porque cuando se aprovecha un hecho criminal que indigna a la población para hacer política rastrera, la fogata se agranda. En la nota ‘Una oportunidad para la oposición’ (El País, 25 de marzo), Antonio Mercader convoca a aprovechar este problema para ganar la próxima elección. Subidos al carro de la demagogia punitiva, las propuestas de su partido son conocidas: de todos los puntos que cité, solo el literal “d” les entusiasma. Rehabilitación sí; pero ¿qué hacemos con los psicópatas sexuales? Y si el tema del crimen en su universalidad es complejo, este aspecto lo es aun más. No conozco a ningún especialista que ponga las manos en el fuego por la rehabilitación de un delincuente sexual. La hermana de William Pintos, el violador y asesino de Brissa González, tras su captura, dijo: “No creo que tenga rehabilitación. Lo único que pido es que lo dejen encerrado. Pido por favor que no lo suelten porque es un peligro”. 2017 fue un año terrible. Felipe en Maldonado y Valentina en Rivera también fueron víctimas de abuso sexual y asesinato. El entrenador y secuestrador del niño se suicidó, pero los asesinos de Valentina están presos. ¿Alguien se atreve a apostar por la rehabilitación de estos monstruos cuando el instinto sexual los domina tanto que llegan a atrocidades semejantes? Mientras resolvemos este enigma, debemos asegurarnos de que no salgan a la calle ni un solo día antes de que cumplan 30 años en el penal más 15 años de medidas de seguridad. No se trata de venganza; se trata de evitar que otra criatura indefensa caiga en sus manos. En setiembre de 2016, Carlos De Los Santos, de 36 años, agredió a una niña de siete años, parte de su familia, en Paysandú. Hacía una semana que estaba libre. En 2014 había abusado de un niño en Nueva Palmira. 2014. ¡¿Qué hacía libre menos de dos años después de haber arruinado la vida a un niño y a toda su familia?! No se trata de la benignidad de las leyes, sino del mal criterio que algunos fiscales y jueces tienen al momento de aplicarlas. Dije algunos. En cuanto al resto de los delincuentes, tendremos que explorar caminos nuevos, porque de nada servirá que Bonomi o quién sea llene los penales si allí recrudece su impulso violento y salen más peligrosos que cuando entraron. De nada servirá multiplicar policías y patrulleros y de nada servirán las amenazas del Partido Nacional (militarización, cadena perpetua o castración química) porque demostrado está que la represión por sí sola no logra derrotar al crimen. Ni la pena de muerte aplicada en varios lugares de Estados Unidos ha logrado disuadir a los delincuentes. Lo que planteo es que apostemos a la educación, reeducación e inserción social; pero sin descuidar una protección efectiva de la sociedad mediante la disuasión y represión racionalmente entendida. Planteo que el Poder Judicial exija explicaciones cuando fiscales y jueces actúan de una manera excesiva y sospechosamente beneficiosa para los delincuentes, porque me sobran ejemplos de medidas que han indignado a la población. Por ahora, la oposición continúa echando combustible al fuego y Eduardo Bonomi será interpelado nuevamente para que algunos políticos baratos hagan política barata. A ver si se entiende: como diría el maestro Wong, si delinques, te doy la oportunidad de reconciliarte con la sociedad y contigo mismo, pero, mientras tanto, te pongo fuera de combate. Si no somos capaces de crear un sistema de rehabilitación efectivo y revolucionario, si no ponemos todas las energías y recursos en pos de ese objetivo, esta pelea la perderemos y le habremos fallado a la sociedad, al mismísimo desviado y a nosotros mismos. Algo así le enseñó un día el maestro Wong al oponente más peligroso que enfrentó en toda su vida y que había creado el Jeet Kune Do. Un tal Bruce Lee.
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