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DESDE LA DIÁSPORA

La remontada

Por Eduardo Alonso.

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Caras y Caretas Diario

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La primera vez que entré a una piscina fue en el Club Banco República, tenía 12 años y la enseñanza número uno fue que el cuerpo humano con los pulmones cargados de aire es un “gran flotador”. Allí mismo -como para perder el miedo- sentí una mano que me impulsó un par de metros hasta tocar el piso de la pileta y, apoyando la punta de los pies, con desesperación, pero conteniendo el aire, me impulsé en el fondo y en escasos segundos estaba nuevamente con la cabeza fuera del agua. ¡Maravilloso! Una experiencia para no olvidar en el resto de la vida.

Estoy convencido que el fin de semana del 1 y 2 de diciembre significó para el Frente Amplio, después de tocar fondo, la posibilidad de impulsarse nuevamente al primer lugar en la preferencia de nuestro pueblo. Es que el VII Congreso Cro. Gral. V. Licandro-Cra. S. Dalmás dio respuestas y señales; las respuestas y las señales que muchas y muchos frenteamplistas necesitaban ver y escuchar para recuperar la alegría, la confianza y las ganas de salir a militar por el logro de nuevos sueños, sobre la base de los principios de siempre.

Un congreso con mil setecientos delegados y delegadas de los cientos de comités de base que a lo largo y ancho del país reunieron cerca de diez mil frenteamplistas para discutir un documento de programa elaborado a partir del trabajo de treinta y dos unidades temáticas de las que participaron más de mil compañeros y compañeras.

Un congreso histórico, ya que se habilitaron por aclamación cuatro precandidaturas, con cuota de género y en igualdad de condiciones para competir en la elección interna del último domingo de junio.

Un congreso que generó un clima de unidad que le permitió a la fuerza política afrontar a los quince días uno de los plenarios nacionales más difíciles y dolorosos de su historia, que fue capaz de resolver bien, en línea y a la altura de lo que el ser de izquierda demanda.

Un Plenario Nacional que reafirmó la fidelidad a los principios éticos y de transparencia en la gestión pública, así como la obligación de todos y todas los y las adherentes de defender la autodeterminación de los pueblos ante el imperialismo, y el compromiso de respetar la unidad de acción como elemento principal para la aplicación del programa.

Un Plenario Nacional que aprobó por amplísimas mayorías, y por unanimidad en el caso de la expulsión de Almagro, sanciones concretas que pusieron definitivamente a la fuerza política en el camino de recuperar la credibilidad y la mística frenteamplista en amplios sectores, logrando volver a diferenciarse claramente del resto del sistema de partidos.

Un Plenario Nacional que estuvo a la altura de la exigencia política y del momento histórico; que tuvo su respuesta de pueblo frenteamplista organizado y movilizado en el acto aniversario del 5 de febrero en el Parque Rodó.

Un acto aniversario que evidenció desde lo cuantitativo un cambio cualitativo en el estado de ánimo de miles de militantes y adherentes, que fue un verdadero lanzamiento de campaña electoral con cuatro candidatos absolutamente complementarios en sus discursos que en todo momento levantaron la bandera de la unidad, cada cual marcando sus propios énfasis desde la propuesta programática común aprobada en diciembre.

Un acto aniversario desbordante de voluntad militante, una multitud deseosa de salir a dar la dura batalla electoral que se avecina, consciente de que el quid de la cuestión está en ser capaces de mantener el espíritu y el clima del cierre del VII Congreso, que la llave una vez más será la unidad en el combate de ideas, en lograr obligar a la derecha a debatir proyectos de país, un combate capaz de poner en el centro del debate a la política como valor de la democracia y sostén de los avances logrados en todos los planos.

Un acto aniversario que fue el hito que nos permitió volver a vernos las caras para enfrentar una campaña dura, que ya empezó y que requiere del esfuerzo organizado de todos y todas, del núcleo duro, de la columna vertebral del Frente Amplio. En primer término de los y las noventa y cinco mil frenteamplistas que votaron en la interna de 2016, en un trabajo de uno a diez desde los comités de base, en el golpear puertas en los barrios, en la peluquería, en el cumpleaños, en la feria, en la cola del súper y hasta en los velorios.

Un acto aniversario que, sin minimizar la importancia y la presencia roja, azul y blanca en las redes sociales, revalorizó en el discurso del presidente Javier Miranda el mano a mano, el cara a cara, el “tono” de la voz y el afecto con la o el vecino. La disposición a escuchar rescatando del olvido los aciertos de estos catorce años de gobiernos frenteamplistas sin dejar de reconocer, al decir de Tabaré en el Arena, “lo que queda en el tintero”, a desenmascarar las falsedades de la derecha.

Un Tabaré que una vez más rindió cuentas a todo el pueblo, a los que lo votamos y a los que no lo hicieron, a los que nos llegamos hasta el Arena y a los que lo escucharon por radio o lo vieron por TV.

Un Tabaré que una vez más asumió el desafío de colocar la verdad sobre la mesa; que se puso los zapatos y entró a la cancha, no partidariamente sino desde su condición de presidente de la República, desde su condición de capitán de la nave.

Un presidente de la República que no rehusó la mención a ningún tema, que desde su investidura y con actitud republicana no dudó ni temió asumir la responsabilidad de marcar la cancha en cuanto al tono y al contenido del debate, en poner -por elevación- el acento en el valor de la política, en jerarquizar y promover el debate de ideas, en tratar de elevar la discusión, en evitar los agravios e intentar llevar el intercambio al plano del balance de lo hecho y de lo que no se pudo hacer, de las propuestas y de las ideas.

Las y los frenteamplistas estamos transitando una etapa de reagrupamiento de fuerzas en un contexto regional durísimo para el conjunto de los movimientos populares, una etapa de combate a la dispersión política e ideológica, de regenerar sueños y reafirmar principios.

Lo del comienzo: así también lo empiezan a marcar las encuestas; con los pulmones llenos de aire rojo, azul y blanco, el Frente Amplio ya tomó impulso y empezó la remontada.

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