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El Plenario que no pudo ser

La renuncia de Sendic

El sábado 9 de setiembre, en el Plenario Nacional del Frente Amplio, que trataría el uso dado por el vicepresidente Raúl Sendic a la tarjeta corporativa de Ancap, este presentó intempestivamente su renuncia, en un gesto inesperado cuyas implicancias aún no se han manifestado en toda su dimensión.

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¡Y si después de tantas palabras, no sobrevive la palabra! ¡Más valdría, en verdad, que se lo coman todo y acabemos! (“Y si después de tantas palabras…” César Vallejo)   Resulta difícil evaluar el histórico Plenario Nacional del Frente Amplio del sábado 9 de setiembre. En principio, por el mero hecho de que no se realizó (lo que no le quita la categoría de “histórico”, sino que la refuerza). Luego, porque hasta que se concretó la intempestiva renuncia de Raúl Sendic a la vicepresidencia de la República, la correlación de fuerzas dentro y fuera del Frente Amplio (FA) era una. Pasadas algunas horas, se advirtió que comenzaba a ser otra. La pregunta debería ser entonces: ¿por qué?   La previa Para no hacer larga la cronología, habría que remitirse -al menos- al lunes 28 de agosto, cuando la Mesa Política del FA resolvió -con voto dividido- que el fallo emitido por el Tribunal de Conducta Política (TCP) de la coalición sobre el uso de las tarjetas corporativas de Ancap por parte de Sendic, fuera dado a conocer el 4 de abril, es decir, cinco días antes de la realización del Plenario Nacional. Es decir, con el tiempo suficiente para que los grupos del FA, incluidas las bases, tomaran posición al respecto. Pero también con el tiempo suficiente para que el grado de exposición y desgaste del vicepresidente ante la opinión pública (ya seriamente comprometido) se incrementara hasta niveles superlativos. A este extremo no sólo se llegaba por el rigor del dictamen del TCP, ni tampoco porque su laudo negativo contra el vicepresidente hubiera sido filtrado luego de ser emitido y -supuestamente- guardado en una caja fuerte, sino porque Sendic ya venía siendo desgastado por una campaña en su contra que llegó a extremos inverosímiles. Una campaña difamatoria, apoyada en datos incontrastables, ante la cual el vicepresidente se mostró vulnerable y carente de carácter. Por añadidura, las acusaciones en su contra eran cuantitativamente insignificantes. Bastó que se indagara en la legitimidad de un título inexistente o en el uso indebido (y por costos irrisorios) de una tarjeta corporativa para que Sendic se hundiera en sus propias contradicciones. Quienes lo defendieron de esas torpezas cometieron un error, a saber, incursionar en el terreno en el que se planteaba la acusación buscando atenuantes. No hicieron más que magnificar sus efectos.   El neopopulismo mediático Después, quienes pusieron en marcha esta campaña obraron de manera notablemente inteligente. Recurrieron al minimalismo acusatorio, apelando más a la exposición al ridículo que a la comisión de hechos delictivos. En definitiva, entendieron bien la psicología colectiva. El vaciamiento de bancos, las sociedades offshore en Panamá u otro paraíso fiscal, el enriquecimiento ilícito, la evasión fiscal o el lavado de dinero no van muy lejos en la consideración de la gente común (sí sus efectos); en definitiva, millones más o millones menos, son informaciones que vienen de una órbita inasequible para el hombre de pueblo. Conmueven más las sospechas de sexualidad atípica, de ostentar un título falso o la compra sesgada de un colchón y unos trapos de ocasión. Hay algo de perversamente populista en esto. Son insumos que se manejan en la rueda del boliche (donde nunca falta un televisor), en el chisme cotidiano, en la broma alusiva, en la retórica murguera. Tal vez por eso no existan magnates expuestos al bullying, según la singular expresión del presidente Vázquez. El lunes 4 de abril se dio a conocer el fallo del TCP. Fue lapidario para con Sendic. Fue, además, oportuno en el tiempo. Fue el lapso que precisaban los grandes medios de comunicación para recalentar el ambiente. Por unos días Sendic sacó de los titulares al dictador Maduro, a los “execrables sujetos” de la crónica roja, a la prédica democrática de Almagro. Fue el momento de los discursos vindicativos de quienes exigían un “gesto”, de quienes pedían las máximas sanciones, de los exégetas de la ética. Nunca como en esos días tuvieron tanto espacio en los medios aquellos a los que Serrat denominaba irónicamente “los macarras de la moral”. Un lugar preponderante en esta comunicación de los días febriles previos al Plenario fueron los politólogos, que amén de iluminarnos y marcarnos el camino con sus conocidos análisis, elevaron al TCP a la categoría de areópago, invistiéndolo de tales cualidades y atribuciones que quien osara cuestionar alguno de sus juicios incursionaría de inmediato en el terreno del desacato y el desprestigio. De paso sea dicho, los tiempos históricos en los que se desorbitan los fallos de los tribunales no han sido precisamente los más sanos para la democracia. Quienes procuraban síntesis colectivas para alivianar la sanción a Sendic, lo defendían cada vez más tímidamente o recurrían al alter ego: “Yo, en su lugar…”, tal vez olvidando que no estaban en los zapatos del imputado, que, para colmo, iba a sentarse en el banquillo sabiendo que el TCP le había bajado el dedo y que su culpa era indudable. No obstante, seguía alegando inocencia, afirmando que rebatiría ante el Plenario, punto por punto, el informe del TCP. Nadie le creía, pero Raúl Fernando permanecía aferrado al único rasgo que parecía haber heredado de su padre: la tozudez. El 9 de setiembre por la mañana, comenzaban a arribar los representantes políticos y de las bases a la Huella de Seregni. Congregada en torno a la entrada de la calle Colonia, la prensa procuraba registrar las declaraciones de las figuras más prominentes. Toda la expectativa estaba centrada en la llegada del vicepresidente. Por la lateral de Javier Barrios Amorín, unas decenas de señoras autoconvocadas -predominantemente mayores- expresaban su apoyo fervoroso a Sendic. Las declaraciones de los legisladores de la lista 711 acerca del arribo de su máximo dirigente eran contradictorias. Mientras el senador Leonardo de León afirmaba que no lo haría, el diputado del mismo sector Felipe Carballo afirmaba que sí lo haría, para cumplir con el propósito anunciado de rebatir los juicios del TCP ante el Plenario.   La irrupción del vicepresidente Pero en esa atmósfera en la que la adrenalina se cortaba a cuchillo, de pronto sucedió algo inopinado. El vicepresidente estacionó su auto ante la entrada lateral, penetró raudamente al local y profirió un breve discurso (ver recuadro anexo) ante el Plenario que acababa de reunirse. En una alocución breve, puso su cargo de vicepresidente a disposición del Plenario Nacional (luego a través de su cuenta de Twitter le daría carácter de “indeclinable”) y se retiró del recinto. El escueto discurso del renunciante dice (y sugiere) muchas cosas en poco espacio. Se refiere a las filtraciones del dictamen del TCP y a la responsabilidad que le cabe en el hecho al presidente de la coalición (Javier Miranda), al carácter “infundado”, “desproporcionado” y carente de pruebas del informe del Tribunal, al conjunto de “maniobras y deslealtades” que operaron para demoler su figura, agregando acto seguido: “Vengo aquí a renunciar a la vicepresidencia de la República y lo vengo a hacer en este organismo y no se lo mando a decir por la prensa, como me lo han mandado a decir muchos compañeros”. No se podía decir más en menos palabras. De más está decir que el discurso de Sendic en el seno del Plenario fue filmado y transmitido de inmediato por manos anónimas a los principales medios de comunicación. Tras la intempestiva irrupción de Sendic, su breve discurso y su rápida retirada, el Plenario pasó a cuarto intermedio, para luego emitir una declaración de cuatro puntos, en la que, además de “tomar nota” de lo expresado por este, respalda lo actuado por la institucionalidad frenteamplista, reconoce los esfuerzos colectivos hechos “en clave de unidad”, exhorta a velar “por la unidad, integridad y los valores, la transparencia, la honestidad y ética”, recuerda la talla de figuras como “el general Seregni, el doctor Crottogini y el general Licandro, entre otros”. Finalmente apela al “fortalecimiento de la unidad” y a “la pública felicidad de nuestro pueblo”. En suma, un conjunto de lugares comunes para salir del paso, en el que claramente se pone de manifiesto la estupefacción que causó la renuncia de Sendic a la vicepresidencia y particularmente el momento y la forma en la que fue realizada. Inmediatamente, el senador De León se apersonó ante la veintena de señoras maduras que sobre la calle Barrios Amorín acusaban de “traidores” hasta a los postes telefónicos y las persuadió a que se retiraran. El promocionado Plenario había dejado de tener razón se ser.   Entre la perplejidad y la irritación Fue perceptible que, junto a la sensación de perplejidad, flotaba entre los integrantes del Plenario (sobre todo entre los que se habían manifestado con mayor severidad contra Sendic, una sorda irritación por la irrupción inesperada del vicepresidente, que había desbaratado todos los planes. En los hechos, en el curso de la sesión, el vicepresidente habría sido sometido a una operación de disección con resultado anticipado. Se habrían escuchado todo tipo de discursos. Era una ocasión imperdible para el lucimiento de los oradores, particularmente por parte de quienes mantendrían una implacable retórica punitiva. La prensa que esperaba en la puerta de entrada obtendría insumos frescos y transmitiría paso a paso las fases por las que transcurriría esa disección. En otras palabras, el gesto de Sendic (probablemente producto de la desesperación de quien se encuentra huérfano de apoyos) impidió que el ritual fuera llevado hasta sus últimos términos. De haber proseguido el Plenario luego de la renuncia, la disección se habría transformado en autopsia y eso carece de interés y réditos políticos.   El hechizo del morbo Para algunos (particularmente para la oposición y los medios de prensa que conforman su agenda), la renuncia a la vicepresidencia por parte de Sendic implicó un giro estratégico considerable. Salvo algún integrante de la cúpula frenteamplista, nadie le hubiera exigido a Raúl Fernando la renuncia (lo que por otra parte no está entre las atribuciones del Plenario Nacional). El resultado hubiera sido que durante el resto de su mandato, el presidente Vázquez hubiera gobernado con un vicepresidente cuestionado y vilipendiado al interior de su fuerza política. Si a eso se le suma el acoso que se mantendría e incrementaría a nivel de los medios de comunicación de la oposición, hay razones de sobra para pensar que se ingresaría en una peligrosa situación de ingobernabilidad. Además de las consideraciones precedentes, resta hacer alguna otra precisión para caracterizar a este frustrado Plenario como un hito histórico. Además de ser la primera vez que un vicepresidente renuncia a su mandato, además de que el cargo será asumido por primera vez por una mujer (la senadora Lucía Topolansky), es también la primera vez que una campaña contra una figura pública es sostenida a través del morbo. Tal vez sea uno de los atributos menos analizados, pero más perceptibles de la renuncia del vicepresidente. Fue una especie de aldabonazo que rompió el hechizo que ejerce el morbo en la opinión pública. A partir de ese momento se comenzó a dudar de la solvencia con que la presidencia del FA manejó el “tema Sendic”; el celebrado dictamen del TCP puede leerse con otros ojos, sobre todo en aquellos párrafos entrecomillados en los que se incursiona en algo parecido al juego del gato y el ratón. El manido tema de la unidad del FA puede reducirse a la categoría de palabra, despojado de toda la carga simbólica que ha mantenido en el tiempo. Incluso se puede mirar con ojos más benevolentes a las señoras que vociferaban desde la vereda de enfrente en un patético y minúsculo aguante al vicepresidente.   “Los enemigos están adentro y los adversarios afuera” Es evidente que el presidente Vázquez entendió de qué se trataba el juego. El lunes 11, luego de la realización del Consejo de Ministros, minimizando la entidad institucional de la renuncia de su vicepresidente y agradeciendo su gestión, insistió en lo que ya había expresado el pasado 5 de julio, refiriéndose al tratamiento que se le había dado a su figura: “Un brutal bullying, un ensañamiento como nunca se ha visto en el país, bestial, de una inhumanidad tremenda”. Y agregó: “Machacar y machacar y machacar, a veces hasta con impudicia y con alevosía desde el punto de vista humano, para mí es inaceptable; yo tengo códigos”. Los dichos de Vázquez provocaron la indignación de la oposición, mientras que los politólogos se rasgaban las vestiduras ante lo que consideraban un error político. Es sugestivo que un mandatario que generalmente en sus declaraciones se ha acogido a la prudencia de lo “políticamente correcto”, vuelva a jerarquizar el bullying realizado a la figura de Sendic. Seguramente comprendió que estamos en presencia de una estrategia, que llegó para quedarse y que se ha internalizado en la propia fuerza de gobierno. Y, más grave aun, que se trata de una crisis cultural (en el sentido estricto de la palabra) que afecta a la política en su conjunto y también a la sociedad. Al decir del expresidente José Mujica, al expresar al día siguiente del Plenario: “Tal vez tenía razón Dardo Ortiz al decir que los enemigos están adentro y los adversarios afuera”.   Una absolución provisional Finalmente, es preciso agregar que si bien la renuncia de Sendic conjuró la crisis desatada por el uso discrecional de la tarjeta corporativa, se trata de una absolución provisional. El dictamen que tiene espesor social, y que por su naturaleza es inapelable, es el veredicto que dará la Justicia sobre las irregularidades denunciadas durante la gestión de Raúl Sendic al frente de Ancap. Un fallo de inocencia sería un triunfo para el exvicepresidente, para la gestión de gobierno y para el propio FA. Pero bien puede considerarse la posibilidad de un fallo adverso, del que restaría saber la entidad e implicancias. Ante esa posibilidad, es recomendable que los uruguayos, independientemente de su adhesión política y su confesionalidad, opten por persignarse. Es mucho lo que se juega en esa instancia.

Discurso de Raúl Sendic ante el Plenario
“Yo no responsabilizo a los compañeros de la Mesa Política que votaron para que se publicara el informe porque no lo conocían, pero sí lo conocía el presidente del Frente Amplio, como también lo conocía yo, y por eso había solicitado que el informe fuera considerado directamente por este tribunal [Plenario], que es el verdadero tribunal, porque es desproporcionado, infundado, porque no hay prueba de lo que dice el informe. Entonces, compañeros, frente a esta situación que se ha dado a lo largo de este tiempo, frente a este conjunto de maniobras y deslealtades, yo vengo a decirles a ustedes, que fueron los que confiaron la vicepresidencia bajo mi responsabilidad: vengo a poner a disposición de ustedes la vicepresidencia. Vengo aquí a renunciar a la vicepresidencia de la República y lo vengo a hacer en este organismo, y no se lo mando a decir por la prensa, como me lo han mandado a decir muchos compañeros; queridos compañeros, apreciadísimos compañeros, no les mandé el mensaje por la prensa. Me he llamado a silencio a lo largo de toda esta semana, pero vengo a decirles a ustedes, aquí, que fueron los que confiaron esta responsabilidad en mí, que esa responsabilidad la pongo en sus manos”.

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