Hacete socio para acceder a este contenido

Para continuar, hacete socio de Caras y Caretas. Si ya formas parte de la comunidad, inicia sesión.

ASOCIARME
Noticia destacada |

Arde París

La Unión Europea perderá también a Francia

Mientras se procesa el brexit y Matteo Salvini, viceprimer ministro de Italia y líder de la Lega, convoca 80.000 personas en Roma, la llamada “rebelión de los chalecos amarillos” incendia Francia, mostrando un descontento estructural con la gestión de Emmanuel Macron y el rechazo popular a la Unión Europea (UE) de impronta alemana.

Suscribite

Caras y Caretas Diario

En tu email todos los días

Macron podría caer en un estado de debilidad política total, acosado por una alianza de ultraderecha, antieuro, anti-OTAN y anti-UE, cuando faltan meses para las elecciones del Parlamento Europeo. Con el descontento crecerían líderes como Marine Le Pen y François Asselineau, tan “euroescépticos” como Jean-Luc Mélenchon.

Desesperado, Macron tomó medidas paliativas que no solucionan problemas de fondo y llevan el déficit fiscal a 3,5%, mientras la protesta, que pide su dimisión, continúa con aportes de izquierda, derecha y centro.

Los ajustes fiscales alemanes, disfrazados de “austeridad” y su secuela de recesión, miseria y desempleo, están cosechando finalmente su amargo fruto.

Habrá que construir una nueva UE, con una moneda común ajustable por país, que permita la viabilidad económica de todos.

Una de las más famosas teorías conspirativas, al menos entre nosotros, dice que “el Mayo Francés de 1968” fue resultado de una operación de inteligencia impulsada por intereses que querían derribar al general Charles de Gaulle (que efectivamente terminó dimitiendo), quien buscaba una equilibrada unión europea, con una moneda común que sirviese a todos los países miembros y que pudiese (al volver al intercambio comercial con respaldo en oro, posibilidad que terminó en 1973) competir con el dólar como moneda internacional de referencia. La teoría se debe a nuestro ilustre compatriota, ingeniero Juan Grompone, y ha sido compartida por personalidades de todo el mundo. Cómo no evocarla cuando Trump dice: “Tal vez es hora de terminar con el Acuerdo de París contra el Cambio Climático”.

Pero esta vez es diferente. La responsabilidad de los problemas del gobierno francés incumbe exclusivamente al doctor Emmanuel Macron por su absoluta incapacidad (similar a la de su colega el ingeniero Mauricio Macri) para comprender el malestar de las clases bajas y medias y las de los pequeños productores y comerciantes frente a sus ingresos vulnerados, el aumento de la desigualdad y la acumulación de los perjuicios provocados por la impronta alemana, aposentada en los organismos con sede en Bruselas y con el euro y la “austeridad” (nombre falso para los salvajes ajustes fiscales dispuestos) como instrumentos principales, en el comercio y la economía de la eurozona.

Todas las pantallas, los portales y los medios del mundo han mostrado hasta el hartazgo los salvajes enfrentamientos entre “chalecos amarillos” (los manifestantes originarios, surgidos de grupos afectados por la suba del combustible ya derogada, cuya primera manifestación masiva fue el 17 de noviembre), los “chalecos verdes” (militantes ecologistas que se sumaron a la protesta) y manifestantes de extrema derecha y extrema izquierda, y las fuerzas del orden, con golpizas, incendios y destrozos de todo tipo.

Un verdadero golpe al corazón para un país que tiene cuantiosos ingresos por turismo y que ya estimó que el PIB caerá 1% sólo por esta situación.

El Ministerio del Interior francés informó el lunes 10 que, tras la cuarta semana consecutiva de disturbios, se habían detenido un total de 4.253 personas, con 118 manifestantes heridos y 17 entre las fuerzas de seguridad, pero advirtió que el número de detenidos aumentaría al proseguir los disturbios el próximo sábado 15. El ministro refirió que se desplegaron 89.000 policías y gendarmes y que “se vivieron, especialmente en París, escenas de guerrilla urbana que han traumatizado al país y afectado su imagen exterior”. También afirmó que se utilizaron gases lacrimógenos, cañones lanza-agua y 12 vehículos blindados. Los enfrentamientos, que incluyeron quema de coches y destrucción de mobiliarios para construir barricadas, afectaron la avenida de Champs Élysées y varias zonas adyacentes. Obviamente, estaban cerrados casi todos los comercios, los museos y monumentos como el Louvre, Versalles, Les Invalides y la torre Eiffel, así como 36 estaciones de metro y tren. Fuera de París, los principales disturbios fueron en Burdeos, Lyon, Marsella, Nantes y Toulouse.

 

Cómo empezó todo

La protesta (que alcanzó su dimensión nacional mientras el presidente francés participaba feliz de las reuniones del G20 en Buenos Aires, donde se afirmó en su rol de “socio principal” de la canciller alemana Angela Merkel, figura aborrecida por grandes contingentes de franceses y de europeos en general) pasó de pedir la rebaja de los combustibles dispuesta por el gobierno (que se tornaba intolerable para varios sectores del trabajo y la producción, una muestra de insensibilidad e incapacidad como la que exhibe su colega Mauricio Macri), a exigir la disminución de la desigualdad y, ya directamente, la dimisión de Emmanuel Macron de la presidencia de la República.

“Esto es una catástrofe para el comercio y para nuestra economía”, dijo el ministro de Finanzas, Bruno Le Maire, refiriéndose a la situación.

Las manifestaciones de protesta del movimiento de los “chalecos amarillos”, llamados así por la prenda que es obligatorio llevar al conducir un vehículo, comenzaron pronunciándose contra el alza de los impuestos a los combustibles, que fue derogada esta semana por el gobierno, pero rápidamente se extendieron al costo de vida (Macron es llamado “el presidente de los ricos”) y otros varios campos de descontento, y pronto pidieron la caída del mismo Macron.

Los combustibles habían subido 23% en los últimos 12 meses y el presidente programó nuevos aumentos señalando que eran medidas necesarias para combatir el calentamiento global y ayudar a la sustitución de los vehículos tradicionales por los eléctricos, lo cual está muy alejado de la realidad actual, ya que aún son sumamente caros.

Finalmente, tras tres sábados de violencia, las manifestaciones del fin de semana pasado llevaron a Macron a rever su postura y cancelar la subida del precio del combustible. Pero no fue suficiente y debió anunciar más medidas para calmar la virtual rebelión.

 

Medidas e insatisfacción

El lunes 10 de diciembre, Macron entonó un discurso contemplativo (“la cólera que hoy se expresa es justa en muchos sentidos”, dijo) de 13 minutos por cadena de radio y TV y anunció un aumento en el salario mínimo de 100 euros (el mismo asciende a 1.498,47 euros antes de impuestos) y una pequeña batería de beneficios sociales: en 2019 las horas extras estarán exentas de descuentos, se pedirá a los empresarios una prima de fin de año especial y una baja en los impuestos que pagan los jubilados que ganan menos de 2.000 euros mensuales.

A nadie pasó desapercibido que el presidente decretó “el estado de excepción económica y social”.

Sin embargo, no hubo respuesta ninguna sobre la exigencia de restablecer el impuesto a las altas fortunas, que las centrales obreras fundamentaban como necesario para aumentar la inversión.

Macron, que alguna vez se refirió elípticamente a sí mismo como “Júpiter”, que se rodeó de tecnócratas jóvenes como él y despreció las viejas estructuras partidarias y sindicales, ahora está solo, y ha cosechado un rencor como no se vio acaso desde la Segunda Guerra Mundial, cuando vino la revancha contra los colaboracionistas, porque el Mayo Francés fue un suspiro comparado con los presentes disturbios, que se dan en el marco internacional que conocemos.
Por otra parte, el presidente ha debido reconocer que sus medidas llevarán el déficit fiscal de Francia a 3,5% del PIB, por lo cual ya los organismos con sede en Bruselas -ante la crisis del mejor aliado de su patrón- pierden legitimidad en sus presiones sobre la coalición gobernante italiana, que persiste en un modesto 2,4% para financiar, además, un plan de desarrollo coherente y con enorme respaldo popular.

Pero hay dos asuntos “colaterales” de mayor importancia.

El primero es que “los chalecos amarillos” no han desmantelado sus estructuras de movilización (los “núcleos de resistencia” y “las rotondas”) y han anunciado que seguirán la lucha este sábado 15 y los siguientes hasta conseguir medidas que vayan contra las grandes fortunas y la desigualdad.

No han desaparecido los carteles que exigen “Macron dimisión”.

El segundo tema es que esta turbulencia callejera, y las profundas causas económicas y sociales que la alimentaron, sólo pueden engrosar las filas de los partidos de los “ultraderechistas” Marine Le Pen (Agrupación Nacional) y François Asselineau y su Unión Popular Republicana, entre otros, que coinciden objetivamente con los postulados del líder izquierdista de Francia Insumisa, Jean-Luc Mélenchon.

La izquierda socialdemócrata parece haberse disuelto en Francia, como ocurre en España y Grecia (a pesar de estar nominalmente en el gobierno), y las formaciones de “derecha” ocupan su lugar, con programas que apuntan al desarrollo económico y la equidad social, obteniendo razonablemente cada vez más apoyo entre los trabajadores. Son antieuro (posición correcta), anti-OTAN y cada vez menos anti-UE porque ven que esa superestructura los obedecerá si -como todo indica- llegan a ser mayoría.

Las elecciones al Parlamento Europeo en España se celebrarán el próximo 26 de mayo de 2019 y se realizarán a la sombra del brexit y del crecimiento de la alianza que gobierna Italia.

Pero antes, inclusive, si los disturbios persisten, la Asamblea Nacional podría ser disuelta y llamarse a elecciones legislativas anticipadas en Francia (las próximas deberían ser en 2022), como ya pidieron en junio pasado Marine Le Pen y Jean-Luc Mélenchon.

La soberbia y la ignorancia “jupiterina” podrían terminar tan abruptamente como algunos de los despreciados gobiernos latinoamericanos.

Dejá tu comentario

Forma parte de los que luchamos por la libertad de información.

Hacete socio de Caras y Caretas y ayudanos a seguir mostrando lo que nadie te muestra.

HACETE SOCIO