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La vía Ecuatoriana de la contraofensiva conservadora

por Emir Sader

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Caras y Caretas Diario

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Conocíamos dos vías de contraofensiva conservadora: la de la victoria electoral de la derecha, en Argentina; y la del golpe, como en Brasil. Ahora otro país, de forma sorprendente, se suma a esa ola: Ecuador. Se conocían la vías de victoria, electoral o golpista, de la derecha. Pero Ecuador presenta una alternativa: una recomposición conservadora que nace desde adentro de los movimientos progresistas. Es un mecanismo conocido en la política, así como en otro tipo de instituciones. Alguien que siempre fue segundo de un gran líder, vice, sub, de repente es elegido por ese líder para ocupar su lugar, pero no solo no se muestra a la altura, sino que termina traicionando el mandato del que había participado y el mandato para el cual había sido elegido. Asimismo, pasa a acusar al líder que lo eligió como responsable de los problemas de su gestión. Hace un mandato mediocre, burocrático, marcado por retrocesos, como transición para la recomposición de la derecha. En el caso de Ecuador, se trata de la elección de Lenín Moreno para suceder a Rafael Correa en la presidencia del país. Aunque no fuera el candidato preferido por Correa (que era el vice de su segundo mandato, Jorge Glass), al ganar el referendo de Alianza País, fue apoyado por Correa, quien fue el protagonista fundamental de la campaña que a llevó Moreno a una victoria apretada, para convertirse en presidente de Ecuador. Se sabía de su perfil mas moderado, de su disposición de desarticular el clima de enfrentamientos duros entre Correa y la oposición (tanto mediática, como a nivel de partidos e incluso de algunos movimientos sociales ), pero no hubo ningún pronunciamiento suyo que pudiera apuntar hacia una ruptura con todo lo que ha significado la Revolución Ciudadana. Se suponía un cambio de estilo para enfrentar los problemas, la apertura de dialogo con sectores del campo popular que se habían apartado del gobierno, formas mas moderadas de tratar con los medios, pero nada más que eso; cambios de estilo que no afectaran el contenido de las políticas de la Revolución Ciudadana. Sin embargo, ya en la composición del gobierno y en la supresión de algunos ministerios que representaban algunos de los cambios fundamentales que el gobierno de Correa había traído, ya apuntaban hacia un tipo de gobierno distinto. Mucho después empezaron a surgir balances de la situación económica, que incorporaban visiones de la oposición de derecha, sobre un supuesto endeudamiento excesivo del gobierno, sobre despilfarros, apuntando ya a un nuevo tema, que terminaría distanciando definitivamente a Moreno de Correa: la existencia de corrupción en el gobierno anterior, de la que el vicepresidente Jorge Glass sería el protagonista mas conocido. Denuncias llegadas desde O Globo, de Brasil, de que Odebrecht habría sobornado a Glass y a otras personas vinculadas a él, fueron asumidas por Moreno como reales, llevando al alejamiento de Glass de las funciones gubernamentales, hasta que fue detenido en base a ese proceso y, mas tarde, sustituido en el cargo de vicepresidente. Pero, mas allá de esa diferencias, se dio un vuelco esencial en la relación con el bloque de partidos de la derecha tradicional, algunos de los cuales pasaron a ocupar cargos en el gobierno, incluso en algunos puestos económicos estratégicos. Paralelamente, se dio una batalla por el control de Alianza País, el partido fundado por Correa para ser la base política de sostén de la Revolución Ciudadana. Con el control del gobierno, la facción de Moreno logró mantener el nombre de Alianza País, aunque la gran mayoría de la militancia está con Correa. Este y sus seguidores han salido de AP y se proponen construir otro partido, vinculado a la Revolución Ciudadana. El referendo convocado por Moreno sintetiza el viraje conservador del gobierno y se ha vuelto el epicentro del enfrentamiento actual entre los dos grupos. Junto a una serie de cuestiones obvias, Moreno impuso el veto a la reelección de Correa, como tema central, además de desarticular un Consejo que descentraliza decisiones fundamentales del gobierno hacia organizaciones civiles, y termina con un impuesto que Correa había logrado para las grandes empresas. La votación se dará a comienzo de febrero y, para ello, Correa ha vuelto de nuevo al país, recorriéndolo en una campña sistemática de difusión de la conciencia política sobre el viraje que sucede en Ecuador. Es una ruptura irreversible entre dos sectores que han protagonizado juntos la Revolución Ciudadana, proceso que ha trasformado de manera formidable a Ecuador por más de una década. Como es un fenómeno nuevo, no está claro el futuro del país y de la izquierda ecuatoriana. Lo que es cierto es que se ha configurado un nuevo bloque conservador en el gobierno, que recibe el apoyo de la derecha tradicional y de sectores de los movimientos sociales que tenían conflictos con Correa. Mientras, este y la reconstrucción de un partido que proponga la continuidad de lo que fue su gobierno, es el eje de la continuidad de la izquierda ecuatoriana. (Tomado de Público.es)

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