“No soy de aquí, ni soy de allá / No tengo edad, ni porvenir / Y ser feliz es mi color /
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De identidad”.
-Suprema canción del gran Facundo Cabral. Ahora, esto me suena a que quiere transmitir un mensaje, Borges.
-Para nada, Álvarez. Yo no transmito mensajes ni frases rimbombantes.
-¿Entonces, Borges?
-Bueno, a decir verdad, anduve rebotando de morada en morada por cosas que no vienen al caso.
-¿Pero está bien, usted?
-Nunca estuve mejor, Álvarez.
-Me alegro, Borges, que haya encontrado la tranquilidad. Me debe algo…
-No tengo un mango, Álvarez. Este raid para tener techo me dejó seco.
-Oiga, Borges, me refiero a la película para el fin de semana. Usted el viernes pasado se hizo el otario y me dejó en Pampa y la Vía.
-Si usted no me avisa, estimado… En esta ocasión, no lo voy a dejar sin pan ni vino.
-Apunto, Borges.
-Es necesario que vea Dry Martina. Es alucinante. Más alucinante es la actuación de Antonella Costa. Increíble. Una belleza como mujer y como actriz.
-Gracias, Borges. ¿Qué tiene para este viernes?
-La historia de la princesa que quiere ser intendenta.
-Siga, cochero, siga
-Estoy hablando de la candidata de la coalición multicolor, Laura Raffo.
-Ah, sí…
-Pero yo tengo datos que pocos tienen…
-Me dan ganas de fumar, Borges.
-Laurita fue compañera mía en el diario El Observador. Encantadora. Pero muy cheta, es más, era más cheta que cartera Louis Vuitton.
-Please, continúe.
-Muy regia, muy fina. En esos años era pareja de un reconocido periodista y, la verdad, eran como el agua y el aceite. El hombre era el mandamás de política de un matutino.
-¡Llame a Netflix! Inscriba el nombre. Pida que se la filmen. Es una gran historia. Le puede poner El Rudo y la Cenicienta. Hágame caso. Se llena de plata y deja de cenar pan con mortadela.
-¡Tengo tantas historias para Netflix!
-Muy bien…
-Volvamos al tema de marras. El periodista era un amigo de los sabuesos, pero Laurita siempre estuvo lejos de las oficiales. Le gustaban los rumores y se codeaba con los brokers y agentes de la City. Era la chica ideal. Encantadora y muy inteligente.
-Bien, Borges.
-La cuestión es que Laurita, luego años de convivencia, abandonó al sabueso y resolvió seguir con su destino.
-Mmm…
-No voy a hacer declaraciones, dijeran los políticos.
-Laurita era hija la hija dilecta del director de El Observador, Ricardo Peirano. El “empresario” del Opus Dei la tenía como su consultora, al igual que otros economistas, como el futuro canciller, Ernesto Talvi. También era mimada por el supuesto dueño del matutino conservador.
-¿Y renunció?
-Sí, se empalagó.
-¿Y usted por qué considera que fue electa Raffo?
-Ante tantos manoseos de nombres surgidos en los últimos días para ocupar la candidatura de la Intendencia de Montevideo, el presidente electo decidió cortar por lo sano y su amiga, Laurita, no le opuso resistencia.
-Ajá.
– Lacalle gritó: “Contraflor al resto”. Y todos se fueron al mazo. Por primera vez, desde que fue ungido, porque en el resto de los asuntos lo pasaron como un plumero. La elección, incluso la de sus suplentes, tiene una clave.
-Cuente, Borges, cuente.
-El presidente electo buscó gente del show más que del cerno estrictamente político. Es decir, mediáticos, personas conocidas. El próximo mandatario le dijo a sus allegados, según mis drones multicolores, que con “la vieja guardia no le ganamos” al Frente Amplio en la capital.
-¿Y por qué no puso a Christian Namús? Fuerte como trompada de Tyson…
-Que tarambana. Esto no es Argentina. Es un guaso, Álvarez. Un tilingo, dijeran mis amigos de la capital de mi hermano país.
-Métale que son pasteles.
-Laurita obtuvo alta exposición mediática. En especial, cuando hizo sus columnas de economía en Telemundo, canal 12. De la mano de su presencia en la televisión, lanzó un libro titulado La economía al alcance de todos, que fue un best-seller.
-Recuerdo… Inteligente, la piba. Bueno, no inventó nada tampoco. Más bien hizo lo mismo que el economista argentino Martín Lousteau.
-Quizás. Pero Lacalle quiso completar el plantel con más estrellas.
-No se detenga…
-Fue así que le pidió a Julio María Sanguinetti que hablara con el Turco Abdala, otro mediático que ahora plasma sus sanas locuras en el diario El País. El exlegislador le contestó: “No pienso perder”.
-¡Sinceridades de pipetuás!!!
-Entonces, los “Batllistas” recurrieron a Álvaro Ojeda, un abogado farandulero al que le gusta la exposición.
-Jua…
-Después de “el abogado farandulero” viene el derechista Gerardo Sotelo, exsocialista devenido vocero de los terratenientes de Un Solo Uruguay”.
-¡Opa, Borges!
-Son chispazos, nada más.