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A gozar que se acaba el mundo

¿Cómo era el consolador que dio placer a los antiguos romanos?

Hace más de dos milenios no había sex shops, pero los consoladores ya eran parte de la historia del placer sexual.

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El mundo se moderniza a una velocidad tan vertiginosa, que a veces cometemos el error de creernos inventores del “agua tibia”, incluso en asuntos que se remontan a los orígenes de la humanidad, como el goce sexual: el reciente hallazgo de un consolador de madera de dos milenios de antigüedad revela que nuestros ancestros no eran tan pacatos como suponíamos, y que también les excitaba el jugueteo.

El objeto en cuestión había sido descubierto en 1992 en Vindolanda, un fuerte romano en Northumberland (Inglaterra), pero hasta ahora se creía que era una “herramienta de costura”, algo que no acababa de convencer a Rob Collins, arqueólogo de la Universidad de Newcastle. “Tengo que confesar que una parte de mí considera evidente que se trata de un pene”, dijo el buen doctor Collins al diario The Guardian.

Divulgadas las imágenes, lo inconcebible es que alguien no pensara que aquel fálico batón de 16 centímetros de longitud no fuera un “dildo”. Después de todo, hay evidencias del uso de juguetes sexuales en sociedades sicalípticas y dadas a las bacanales. Igual, Collins admite que aquello podía ser empleado también como una herramienta de tortura, pero prefiere pensar que su fin era proporcionar placer.

También se pensó que podía tratarse de un mortero de alquimista, para macerar ingredientes destinados a la cocina, la cosmetología o la medicina. Incluso se le asoció con parte de una estatua, de esas que el vulgo solía tocar o manosear, esperando impúdicamente conseguir algo de suerte.

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Pero no, todo parece indicar que el hallazgo de Vindolanda es el consolador artesanal más antiguo que se conserve, si bien abundan los referentes en la literatura sobre juguetes sexuales en diferentes civilizaciones antiguas, y algún que otro portento paleolítico: en 2005, en el yacimiento alemán de Hohle Fels, fue encontrado un falo de piedra de unos 28.000 años, una rareza por su antigüedad, que quizás tenía fines religiosos.

Juguetes con historia

Los diseños primitivos muestran la creatividad que existió antes de nuestra era, tiempos de hedonismo, vividos por gente más liberal. Así, los primeros “dildos” eran de piedra, alquitrán, madera, hueso, marfil, piedra caliza, arcilla, oro e incluso heces de camello barnizadas con resina, firmes y suaves.

Aquellos juguetes complementaban prácticas eróticas que ahora parecen cosa de gente transgresora, pero que antes eran la norma. Así se divertían antaño:

-Antiguo Egipto: la civilización faraónica legó múltiples papiros, cerámicas y esculturas que muestran escenas sexuales anteriores al Kama Sutra. De aquella sociedad libre de tabúes sexuales quedaron jarrones con dibujos de mujeres utilizando consoladores, tanto anal como vaginalmente.

-Grecia Clásica: en la cuna de la civilización occidental los consoladores eran llamados “olisbos”, y eran fabricados con cera, cuero o madera, y lubricados con aceite de oliva. Hay vasijas con grabados que dan fe de su existencia. Los mejores, dicen, se hacían en Mileto, con piel de perro.

-Imperio Romano: antes de que llegara el cristianismo a ponerle coto a la sexualidad libre, los romanos solían protagonizar orgías donde los llamados “diletti”, de diversas formas, tamaños y texturas, amenizaban la velada y socorrían a las mujeres cuando el vino y el cansancio derribaba a los hombres.

-China imperial: las tumbas de la dinastía Han, hace 2.000 años, guardaban intrincados consoladores de bronce. Varios siglos después, las mujeres chinas utilizaban consoladores de madera laqueada, con superficies texturizadas. Además, el sexo se asociaba a la buena salud y la longevidad.

- Japón: en el período Edo eran sanos los juguetes sexuales, descritos en los “shunga”, novelas gráficas de temática erótica que sobrevivieron a la censura gubernamental. Los japoneses se adornaban el miembro con telas y papel de seda, o usaban consoladores hechos de cuernos de búfalo de agua.

-Medioevo: aunque la Iglesia restringía la práctica sexual a la función procreativa, y los consoladores eran perseguidos como artes del demonio, las mujeres usaban la llamada “entrepierna cantonesa”, una planta que, empapada en agua caliente, ganaba en cuerpo y grosor.

-Renacimiento: acorde a la época, los consoladores en el Renacimiento eran puro arte, fabricados con cuero, madera o piedra, con lubricantes perfumados para que la penetración fuera más agradable y sensual. Las esculturas y frescos de entonces, a su vez, recreaban escenas bien explícitas.

-Modernidad: El uso de consoladores comenzó a extenderse, aunque en secreto, pues cierta nobleza no los toleraba: se cuenta que John Wilmot, conde de Rochester, importó consoladores en Inglaterra para su club de sexo en 1670, pero todos fueron destruidos inmediatamente.

-Historia contemporánea: a finales del siglo XIX, el médico Joseph Mortimer Granville inventó el vibrador eléctrico como instrumento para curar la histeria femenina, que se achacaba entonces a la represión sexual propia de la era victoriana. Un salto cualitativo llegó en la segunda mitad del siglo XX, cuando Gosnell Duncan creó el consolador de silicona, un material mejor que el caucho.

En la actualidad, ni siquiera hay que ir a un Sex Shop para agenciarse esta parafernalia: hasta en farmacias se consiguen tanto los dildos como los “satisfyer” y otros juguetes, herederos de aquellos falos de piedra pulida, o el supuesto mortero de Vindolanda, que nos recuerdan lo mucho que aún debemos aprender del pasado.

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