El prereferéndum para derogar 135 artículos de la Ley de Urgente Consideración reunió más de 250.000 firmas. Entrevista a Lilián Celiberti, maestra, militante social, sobre la campaña.
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¿Qué lectura hacés de la junta de 252.700 firmas y el proceso que se ha dado?
El número es importante, sin duda falta mucho, necesitamos el 25% del electorado para habilitar el referéndum. Aquí hay difuminado un conjunto de actores que va desde inquilinos hasta sectores educativos, el ciudadano y ciudadana común que va por la calle y puede ser amenazada por una desprotección real de sus derechos hasta la seguridad del Estado. Estamos hablando de que en esta ley están involucrados muchísimos componentes, se hace complejo el debate. Necesita mucho debate público, mucha explicitación para desmenuzar los argumentos, comprender. Juntar firmas supone estar, dialogar, conversar, sacar dudas de la gente; nadie construye una idea política sola en su casa.
Este ha sido un movimiento subterráneo e igual así reunió 250.000 firmas. Viene a gran velocidad. ¿Cómo instalás este debate en el marco de un Gobierno que no quiere debatir, una cobertura que no lo pone en primer plano y una pandemia?
Ese contexto es lo que hace adversas [las condiciones de] la campaña en sentido de posibilidad de llegada a los medios masivos sobre los cuales la gente se informa donde la agenda está dominada por el número de contagios diarios, los CTI, las vacunas e incluso las dificultades para vacunarse. Lo importante de esta campaña es poder profundizar y debatir en cada lugar de trabajo, con la gente que se acerca a firmar y esperamos poder redoblar estas energías para poner en debate las cuestiones que están sobre la mesa. Creo que una cantidad de episodios que han sucedido en términos de seguridad pública y de movilidad aparte de las generadas por los decretos tienen que ver con ciertos niveles de abuso policial que se han dado y que no son generalizados.
Ciertos problemas siempre caen sobre los mismos sectores. Cuando una ley habilita eso es más riesgoso. Analizar colectivamente estos aspectos es importante no solo para el hoy, es una cuestión que tiene que ver con las formas de construcción democrática, convivencia y habitabilidad posible en una sociedad en la que hay quienes piensan distinto. De eso se hace la democracia. Quienes estamos juntando estas firmas pensamos distinto que el Gobierno.
La política nunca se hizo desde un lugar aislado, necesitamos comunidad.
¿Qué estrategia se utilizará para continuar con el ritmo de firmas?
Desde la Intersocial Feminista sentimos la necesidad de ir a los barrios. Convocamos territorios feministas porque las personas que más lo necesitan no la hacen en las casas. El «quedate en casa» requiere ciertas protecciones que el Estado no garantiza para todos los habitantes de este país. Esa es la primera cosa que tenemos que tener en cuenta cuando hablamos de protección social. No llega al 100%, por eso las ollas populares, por eso la gente sale de sus casas para organizar la solidaridad.
En esa organización cotidiana, el apoyo mutuo y las redes tenemos que dialogar sobre los contenidos reales de cada uno de estos capítulos eligiendo los más grandes. Todavía nos falta una mayor potencia comunicativa en términos de campaña que haga visible los ejes muy simplificados.
Las mujeres agobiadas por doble y triple jornada de trabajo que no encuentran un lugar donde poder expresarse, donde poder estar. Tenemos un desafío muy grande de tejer comunidad que paulatinamente se destruye porque parece que lo que sucede sucede en los medios, la vida sucede en otro lado. En esa vida la gente está muy sola muchas veces. Es un desafío y una apuesta que va mucho más allá.