Por Meri Parrado
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En el año 2005 se creó el Ministerio de Desarrollo Social con el objetivo principal de hacerle frente a las secuelas sociales que dejó la crisis del 2002: una de cada tres personas se encontraba en situación de pobreza. Como cometido secundario, era necesario “formular, ejecutar, supervisar, coordinar, programar, dar seguimiento y evaluar las políticas, estrategias y planes en las áreas de juventud, mujer y familia, adultos mayores, discapacitados y desarrollo social en general”, tal como lo especifica el reciente informe elaborado por la cartera de cara a la transición.
Para hablar del legado que deja esta institución luego de casi 15 años de gestión, Caras y Caretas dialogó con Juan Pablo Labat, director nacional de Evaluación y Monitoreo del Mides, quien se remontó a los inicios de la creación del Plan de Asistencia Nacional a la Emergencia Social (Panes) al cual tildó como una experiencia “épica”. En términos generales, se trató de un conjunto de políticas sociales orientadas a las personas en situación de mayor vulnerabilidad económica y social, pensadas como una medida transitoria que no superaría los dos años. Este plan asistió a familias mediante transferencias monetarias y alimentarias, acciones sobre la vivienda, y fomentó la reinserción de las personas con estímulos de educación, alfabetización y participación social y laboral.
Según contó Labat, a través del Panes se fue recorriendo el país y geolocalizando los bolsones de pobreza y de mayor exclusión, lo cual posibilitó un diagnóstico certero de cuál era la deuda social con determinados espacios y los motivos por los cuales los programas existentes en ese momento no tuvieron la capacidad de transformar la situación social de esos hogares. “Allí supimos que era necesario poner en juego otra batería de programas. Las políticas implementadas han sido siempre inducidas por la práctica”.
En el 2008, también como producto de la labor de esta institución, surgió el Plan de Equidad que redobló la apuesta, abarcando la reforma de la salud, la reforma tributaria, la reforma de la educación y reformas a la seguridad social. También se enfocó en políticas de vivienda, inclusión social, equidad de género así como en problemas de discriminación o discapacidad, que siempre estuvieron al margen de la matriz de protección uruguaya.
Nuevos paradigmas
Por otro lado, el jerarca destacó que la aplicación de los diferentes programas sociales del Mides no solo contribuyeron a combatir la pobreza (que pasó del 39.9% en 2004 a 8,1% en 2018), sino que coexisten con otras acciones transversales como aquellas orientadas por la agenda de derechos vinculadas a género y generaciones: políticas de infancia, de adolescencia y niñez, de vejez; políticas de género, de discriminación étnico racial o de orientación sexual. “Hay políticas focalizadas a partir de determinadas vulneraciones de la sociedad, políticas de reconocimiento y de transversalización de dimensiones generales de la población, y las clásicas políticas sectoriales que se organizan a través de las prestaciones sectoriales, como el sistema educativo, de salud y de vivienda. Cuando hablamos de políticas sociales hablamos de todo eso y en cada área el Mides tiene distintos grados de intervención”.
Para Labat, al culminar este periodo de gobierno frenteamplista quedó instalada una interinstitucionalidad que este Estado no conocía. “La política social una vez que se empieza a integrar aparece una forma nueva de pensar. Un enfoque más aproximado al abordaje por problemas, que durante mucho tiempo no emergió porque las urgencias sectoriales eran tan grandes que era difícil dedicarse a un pensamiento más complejo», agregó.
Por el año 2012 comenzó a surgir una nueva generación de programas de proximidad como “Jóvenes en Red”. Según Labat, estos programas empiezan a reconocer que hubo una reducción importante de la pobreza, que se alineó la situación social que se había vivido en la crisis, pero que aún existe un núcleo duro de pobreza multidimensional que tiene que ser abordado con otros instrumentos. “Ante esta situación, se desarrollan nuevos programas en la órbita del Mides y otros por fuera, como el caso de Uruguay Crece Contigo, que se ubicaron en la esfera de la Oficina de Planeamiento y Presupuesto. Este tipo de programas refuerza la idea de continuar el acompañamiento de las familias y las personas desde una perspectiva de proximidad”.
El director explicó que tras reconocer el formato interinstitucional que debe tener la atención de problemas multidimensionales, y que no se pueden asociar únicamente a un prestador de servicios, se comienzan a desarrollar instrumentos territorializados. Así surgen los planes de infancia, de vejez, contra la discriminación y la violencia de género, entre otros. “Estos planes visibilizan y trabajan en el reconocimiento que justifica la existencia de esas políticas, aunque su refinanciamiento todavía es muy precario”, dijo, reconociendo los logros en las acciones contra la violencia de género, pero asumiendo que la problemática está lejos de ser resuelta.
Hacía la universalidad
“Pasamos de una política residualista, basada en dos o tres instituciones que atienden a los pobres con algún tipo de prestación, a una integración de las instituciones para abordar las problemáticas sociales con programas focalizados en la población vulnerable, pero que promueven el acceso universal a las políticas”. Sobre este punto, el jerarca detalló que esta nueva forma de hacer políticas implica aspectos como la expansión de la matrícula educativa, la expansión sustantiva de ofertas de primera infancia, la expansión e integración de cobertura de salud, la ampliación de la seguridad social con el acceso de 100.000 personas que no tenían derecho a la jubilación y pasaron a ser pasivos, así como la expansión de programas de vivienda.
Labat valoró este cambio de paradigma y aseguró que tiene su reflejo en la dedicación del gasto público social que está acompañado de resultados como la reducción de la pobreza monetaria y multidimensional. “La expansión sustantiva del gasto en políticas sociales para atender la integración social no está destinada a programas de pobres para pobres, sino a políticas universales que pretenden integrar a todos los demás con programas que acompañan el tránsito de cada persona, cada situación y los distintos éxitos”.
Por otro lado, explicó que estos logros se sostienen en un proceso de tecnificación de la política donde las distintas dimensiones que se involucran en los asuntos sociales cuentan con respaldo de información, investigación, planificación, monitoreo y evaluación. “La política pública cambió el paradigma del diagnostico ideológico de un problema social, considerado desde la perspectiva del gobernante de turno, al diagnóstico técnico. Eso se ve a través de planes, como, por ejemplo, en el Sistema de Salud mediante las metas asistenciales o mediante el seguimiento de trayectorias a nivel educativo”.
La campaña y las operaciones políticas
Labat hizo referencia a cierta oposición que durante la campaña electoral planteó un discurso que luego de conocerse los resultados de la elección cambió sustancialmente. “Durante la campaña, la construcción del relato de la oposición se basó en un Estado que gastaba demasiado, donde se iban a reducir los impuestos, las tarifas, el precio de los combustibles, y el día después de las elecciones los discursos no estaban en sintonía con lo planteado” […] “No sé si va a existir un acto de sinceramiento sobre cuál va a ser el proyecto, o sobre lo que se dijo en la campaña, porque todavía no apareció la ley de los 500 artículos, ni sabemos de qué se trata el ajuste de los 900 millones de dólares”.
El reciente incendio de un deposito del Mides, en el que había mobiliario e insumos en desuso, generó comentarios de integrantes de la oposición que intentaron ensuciar el escenario de la transición, insinuando un intento de ocultar información. Sobre este suceso, Labat afirmó que “existe un conjunto de operadores políticos, algunos muy conocidos, que salen a sembrar el odio, la desconfianza y a tergiversar hechos”. “Que no se confundan las cosas, los expedientes hace 10 años son electrónicos y eso de que se queme todo y desaparezca información de importancia institucional sucedió hace muchos años atrás en la UTE, no en el Mides”, sentenció.
“Es importante advertirle a la gente que hay un sector de la oposición que está intentando organizar el odio porque prometieron cosas y ya vieron que no se trata de soplar y hacer botellas. Por eso están buscando excusas por si las cosas no salen bien”, aseguró el jerarca.
La transición y la herencia
Para Labat el Mides construyó una nueva generación de políticas sociales con una dimensión más científica, que ha incorporado las mejores capacidades del país, y las expandió a través del financiamiento de investigación. “Todo eso retorna positivamente para alumbrar los problemas sociales que nos quedan. Esa es la herencia bendita que estamos dejando al país en un acto de republicanismo ejemplar. Poniendo a disposición todo lo que tenemos que, además, está asentado en el saber de los funcionarios públicos. Nadie que venga acá va a encontrar computadoras vacías, ni planes que no sabe de dónde salen”, aseguró.
Consultado sobre las expectativas en relación al gobierno entrante y la gestión del Mides, que será dirigida por Pablo Bartol, Labat dijo que esperan que “no se genere un apagón de conocimiento e información y que este esfuerzo que hizo el Estado se pueda sostener en el tiempo. Nosotros, desde el otro lado del mostrador, esperamos poder seguir monitoreando la situación con los instrumentos que ha creado el Estado, que la información siga disponible como lo está actualmente y que se pueda seguir investigando el resultado de las políticas más allá de los prejuicios ideológicos. El papel de la información es crucial en la transición y es una garantía democrática”.
Sobre Pablo Bartol y su futura responsabilidad al frente de la cartera, aseguró que no puede opinar porque no lo conoce, pero manifestó que discrepó con algunas apreciaciones que realizó durante la campaña electoral. “Se dijo que el Mides era un edificio de burócratas cuando se trata de una institución que tiene más de 400 puntos de atención en todo el país y un despliegue territorial mayor al de cualquier otro ministerio. Hay que hacer un acto de respeto y reconocimiento de tantos años de trabajo donde históricamente mucha gente no se quiso meter ni tuvo programas para abordarlo”.
Sobre el planteo que realizó el futuro ministro de Desarrollo Social de utilizar como lema de la institución “El Mides sos vos”, el cual argumentó que se dedicará a “ayudar a quien ayuda”, Labat advirtió que se debe tener cuidado con posturas que busquen quitarse responsabilidades. “Entiendo que muchos liberales piensan que no está bueno resolverle los problemas a quienes tiene herramientas, pero a veces hay que construir estímulos para que ellos las resuelvan. Por otro lado, hay personas que si no les resolves los problemas las estas matando. Por lo tanto eso no puede ser una consigna general, es una forma de justificar la desigualdad de los resultados y de responsabilizar al otro de su destino, omitiendo las condiciones de origen”.
Labat considera que quienes asuman la responsabilidad de la cartera “deben tener una perspectiva de altura humana y política en seguir promoviendo este modelo de trabajo y no ver la investigación, el conocimiento y la información como un gasto superfluo o recortable. Cualquier persona con honestidad intelectual tendría que tener conciencia de que lo mejor que puede hacer por este país es continuar con lo que está bien hecho. Apelamos a que el nuevo gobernante utilice lo producido en materia de conocimiento”.
“Por el bien de las poblaciones más sumergidas, deseamos que se vengan un conjunto de políticas sociales que tengan buenos productos. Si es así, el equipo del Mides va a colaborar porque la gente de este ministerio es muy vocacional y si ve cosas que funcionan las va a apoyar con fuerza”, agregó.
Para concluir, Labat celebró el hecho de que la transición se esté desarrollando prácticamente “en vivo”, de forma televisada, con documentos colgados en la web. “Es muy importante definir como está la casa hoy para que después no vengan a inventar realidades que no existían para poder tapar promesas incumplidas”.