Lo que se hereda no se roba, dicen algunas madres. Y en el caso del senador Pedro Bordaberry eso queda confirmado. Así como su padre, el expresidente y dictador Juan María, pactó con los militares golpistas en la base aérea Boiso Lanza en febrero de 1973, el hoy senador colorado firmó en respaldo a la campaña de su colega blanco Jorge Larrañaga para dar participación a las Fuerzas Armadas en la seguridad interna.
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Cada vez más alejado del wilsonismo que pregona, Larrañaga viene llevando adelante una campaña de firmas que explota el estado de ánimo de un sector de la sociedad angustiado por la ola delictiva. Para ello recurre a recoger firmas -campaña “Vivir sin miedo”– para modificar la Constitución y permitir la participación de militares en tareas de seguridad interna. Dice que quiere a un grupo de 2.000 funcionarios para tareas de apoyo. De hecho, lo que pregona es la intervención de las Fuerzas Armadas en tareas que le están vedadas por el ordenamiento jurídico. Ahora logró la firma de Bordaberry. Es difícil que eso le atraiga muchos apoyos.
De acuerdo a lo que indican algunos medios Bordaberry dijo que coincide con alguna de las propuestas del senador nacionalista. Recordó que presentó un proyecto para el allanamiento nocturno y que coincide mucho con la iniciativa para hacer revisable a los 30 años la pena de cadena perpetua para delitos muy graves.
La propuesta de Larrañaga implica la intervención de los militares en tareas de seguridad interna, la revisión de penas, la posibilidad de cadena perpetua para algunos delitos, entre otras.