La respuesta de Londres al intento de asesinato del exespía ruso Serguéi Skripa y de su hija Yulia, fue la expulsión de 23 diplomáticos rusos y el consiguiente corte de relaciones con Moscú. Serguéi, de 66 años, que fue envenenado en Salisbury, al suroeste de la capital británica, había sido condenado a prisión en Rusia en el año 2006, acusado de doble espionaje. Sin embargo, en el 2010 regresó al Reino Unido al formar parte de un canje de espías de la Guerra Fría. Rusia desmintió en todo momento que tuviera algo que ver en el hecho, en el que Yulia, una hija de Skripa de 33 años, también resultó gravemente intoxicada. Es más, Moscú ofreció ayuda en la investigación, asegurando que el exespía «no representaba un peligro para la Federación Rusa».
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