La adicción a los videojuegos nunca ha sido contemplada en los manuales de psicología, sin embargo, para muchos supone una auténtica patología. Los expertos coinciden en que es importante diferenciar entre uso abusivo de los videojuegos y adicción. “Es cierto que se consumen mucho, pero también se utiliza el término ‘adicción’ muy a la ligera”, declaró a Huffington Post el psicoterapeuta y cofundador de la asociación de Ludopatía y nuevas adicciones ALYA, Ignacio Blasco. Para evaluarlo hay que tener en cuenta varias alarmas como ver que una persona necesita jugar cada vez más, o el crecimiento de la irritabilidad como síndrome de abstinencia cuando tiene que dejar de jugar. Las consecuencias más negativas de la adicción a los videojuegos, según el doctor en psicología José Antonio Molina, son «querer jugar todo el tiempo, tener problemas a nivel familiar, social, laboral e incluso problemas de salud por la falta de sueño”. Esto hace que el afectado termine «prescindiendo de cosas importantes, actividades sociales y de ocio». El doctor citó el caso de un paciente “que pasó cinco años jugando, aislándose y prescindiendo de comidas u horas de sueño». El experto sostiene que los juegos ocultan otro tipo de problemas, como faltas sociales o familiares. También facilitan la evasión y canalizan la ansiedad: un juego consigue dejar en off una parte del cerebro y la compulsión evita pensar en problemas o tener ansiedad”. «Desde el Candy Crush, en el que puedes pasarte horas jugando a lo mismo, hasta otros videojuegos con muchos niveles y escenarios distintos. Así se puede ver la relación de la persona con los videojuegos», explicó a el Huffington Post. De cara a la prevención Molina resaltó que “entre la población joven e infantil es importante establecer unos patrones de uso y fomentar otro tipo de actividades”. “Como en cualquier ámbito de la vida de un niño, hay que establecer límites. Los juegos en sí no son malos: fomentan la lógica, la memoria… Pero no son un problema si son una actividad más de muchas”, añadió.
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