Los comedores escolares no son sólo la condición necesaria de extender la jornada pedagógica, son también un espacio para compartir la mesa y el menú, y educar en hábitos alimentarios. Por tal motivo y por razones nutricionales, el Magisterio defendió este servicio al que se destinan $2000 millones del Impuesto de Primaria.
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Un comedor tipo prevé un metro cuadrado por comensal sin embargo la distancia física sostenida impone casi el doble, es decir que son aproximadamente 60 los alumnos que pueden almorzar en cada tanda. Cumplir con los tiempos de desinfección, ventilación, y con el servicio en las condiciones de higiene requiere más personal auxiliar; materiales de limpieza suficiente, espacios locativos adecuados, reglamentación clara que proteja y regule el servicio, y mantener en forma complementaria el sistema de viandas.
Defendiendo este criterio, lo que plantea la FUM-TEP es que para reabrir este servicio también es necesario cumplir con el protocolo para prevenir la Covid-19. Pero, especialmente, exige respetar la organización y los plazos que cada escuela se dio para que el comedor observe el protocolo vigente.
Según el comunicado, la FUM respaldará a aquellos equipos de auxiliares y docentes que se nieguen a implementar un servicio que violente esos protocolos y alerta sobre los riesgos que ello implicaría.