Hacete socio para acceder a este contenido

Para continuar, hacete socio de Caras y Caretas. Si ya formas parte de la comunidad, inicia sesión.

ASOCIARME

“Venimos de vuelta”

Marcando la cancha

El senador Jorge Larrañaga anunció que se postulará como precandidato en la interna del Partido Nacional, obligando a los blancos a definirse. Reconoció sus derrotas y, a la vez, consideró que es necesario intentarlo nuevamente. En su fuerza política ya se sintió el impacto de sus palabras.

Suscribite

Caras y Caretas Diario

En tu email todos los días

La forma que eligió el senador Jorge Larrañaga para anunciar su precandidatura a la interna del Partido Nacional (PN) no fue convencional: un video publicado en Facebook. Ese simple hecho ya movió el ambiente en una sociedad que discute  por las redes, da por sentado lo que no se dice y es muy cuidadosa a la hora del cara a cara. Lo cierto es que hasta ahora, si por un instante se pensaba en el PN y en su futuro, se lo asociaba a Luis Lacalle Pou, cuyo historial de derrota es menor que de Larrañaga, aunque olvidamos que en victorias tampoco se le compara. No es sólo un tema de edad y de oportunidades. Es lo que es, y el Guapo lo hace pesar: “He pensado en mis inicios como abogado en Paysandú. En los dos períodos consecutivos como intendente, con poco más de 30 años, en la gente que me ha acompañado durante tanto tiempo”, dice, como quien no quiere la cosa.   El discurso Larrañaga habló con un lenguaje llano, el discurso careció de frases memorables y no abusó en la mención de la figura histórica que lo guía: Wilson Ferreira Aldunate. También supo poner a su contrincante en el lado de la derrota: “Como sabemos, en la última elección nuestro partido salió derrotado. La fórmula que encabezamos con Luis Lacalle Pou perdió, y perdió incluso la posibilidad de impedir otra mayoría parlamentaria”. Y del lado de la victoria, aunque fuera incompleta, supo ponerse él, apelando en seguida a la familia, a los ciudadanos, culminando el párrafo con humildad: “He pensado en la elección de 2004, cuando nos pusimos al frente del partido luego de su peor votación en la historia reciente y logramos la mejor votación desde la reforma constitucional en 1996. He pensado en mi familia, en mis compañeros de tantos rincones, en el Uruguay que tenemos, en el Uruguay que queremos construir. He pensado en todas esas personas de tantos pueblos, de tantas ciudades y de tantos barrios que sintieron que yo podía representarlos y que me acompañaron siempre con lealtad de amigo y confianza de hermano. Y salí a buscarlos”. Informa que estuvo dos años recorriendo el país, que fue recibido con generosidad, invitado a entrar a casas y escuelas, “a interpretar sus tristezas, a celebrar sus alegrías”. Así es como dice darse cuenta de que “la realidad cotidiana de mucha gente no ha cambiado”. De esta manera aprovecha para ingresar en la crítica a las políticas del gobierno: “La delincuencia, la falta de hospitales, el desprecio a los trabajadores, las cárceles inhumanas, las carreteras destruidas, el poder de los narcos, el Estado que sólo piensa en Montevideo, la pésima educación que hay para nuestros niños, las jubilaciones indignas”. Esos son los eternos olvidados, los que Larrañaga recuerda en el momento justo porque “el país necesita acordarse de los barrios marginados, de las ciudades excluidas, de los pueblos olvidados. El país debe acordarse de los que trabajan la tierra, de los que trabajan la máquina, de los que invierten, de los que estudian”, y, por tanto, “el país necesita un gobierno serio y honesto, sin hipocresías, que no barra la basura debajo de la alfombra, que no prometa lo que no puede cumplirse, que no mienta, que no tenga escandalosas administraciones que disculpar”. Fueron muchos, según dijo, los que le pidieron que continuara “luchando por las legítimas banderas que hemos levantado desde siempre”. Y aseguró que no puede negarse. Larrañaga dice sentirse la voz de los que no tienen voz y esas voces siempre tienen para decir lo que reclaman: “Me siento responsable de luchar por su derecho a tener un CTI que quede cerca, por su derecho a un liceo con profesores, por su derecho a una carretera que no sea mortal. Me siento obligado a luchar por su derecho a vivir sin miedo, por su derecho a trabajar, por su derecho a que el Estado los contemple a pesar de no vivir en el centro de la capital”. Antes de finalizar vuelve al PN y, de manera sutil, recuerda cómo quedó esa fuerza política luego de la presidencia de Luis Alberto Lacalle: “Desde el principio puse el hombro para que mi querido Partido Nacional renaciera de sus cenizas cuando todos los especialistas decían que el nuevo tiempo sería bipartidista y que los blancos no superarían el cambio de siglo”. Por si alguien no entendió, vuelve a dejar claro que esa fuerza política tuvo otro líder, y culmina diciendo: “Sepan que venimos de vuelta, que no se agotaron nuestras ganas, que no han matado nuestros sueños, que no hemos olvidado nada. Compañeras y compañeros, venimos de vuelta a la lucha. Venimos de vuelta al camino, venimos porque queremos el Uruguay de todos los uruguayos. Venimos de vuelta y venimos juntos”.   Repercusiones En enero, Larrañaga habló de la construcción del espacio Juntos, al que definió como wilsonista y posfrentista. Con semejante concepto, por supuesto que la propuesta fue recibida de manera positiva, pero al final no es mucho lo que pudieron hacer con ella. Así fue que la decepción comenzó a campear entre los allegados o integrantes de Alianza Nacional y comenzaron a alejarse. Uno de los ejemplos más importantes es el del intendente de Cerro Largo, Sergio Botana; otro es el de la senadora Verónica Alonso, que coquetea con ser precandidata también, logrando que la gente no sepa dónde ubicarla. Mientras tanto, Luis Lacalle Pou, con su sector Todos, saca los réditos de quienes balconean las disputas de enfrente. El anuncio de la precandidatura sorprendió. No porque se pensara que no iba a suceder, sino porque no se confiaba en que Larrañaga lo comunicara ahora, pero ya no le quedaba mucha opción y lo supo. El diputado Carlos Camy es uno de los parlamentarios más allegados a Larrañaga. En noviembre de 2016 se arriesgó a decir que el PN tendría dos precandidatos: uno por el herrerismo y otro por el wilsonismo, que sería el Guapo. Caras y Caretas conversó con Camy. Para el legislador, la postura de Larrañaga fue la correcta y el momento, el preciso: “Él es el candidato natural de Alianza Nacional y, por tanto, del wilsonismo”. Consultado sobre la posibilidad de que Verónica Alonso decidiera postularse, Camy dijo que “todos tienen la libertad de hacerlo, pero Verónica nunca dijo claramente que pretendiera hacerlo. Si no me equivoco, tan solo dejó entrever que podía estudiar esa posibilidad, pero nada más”. Si bien Camy no pudo confirmar si Larrañaga habló con Lacalle Pou sobre el tema candidaturas, aseguró que la relación entre ambos líderes nacionalistas es correcta: “Son compañeros de partido y de bancada. Tienen una muy buena relación con distintos puntos de vista en algunas cosas”. Para Camy, Larrañaga es un hombre con la madurez política suficiente como para gobernar el país: “Tiene experiencia, se relaciona bien con la gente, sabe escuchar y es ejecutivo”, indicó. Aunque todo parezca blanco, será cuestión de ver los matices.

Dejá tu comentario

Forma parte de los que luchamos por la libertad de información.

Hacete socio de Caras y Caretas y ayudanos a seguir mostrando lo que nadie te muestra.

HACETE SOCIO