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Más a la derecha que la derecha

Por Rafael Bayce.

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Caras y Caretas Diario

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En el curso de los preparativos para la instalación del nuevo Código del Proceso Penal, que ni cerca está de ser una panacea ya que altera el balance entre los poderes del Estado, ‘ejecutivizando’ el proceso penal en favor de fiscales y Policía (Poder Ejecutivo) y en desmedro de jueces y defensores (Poder Judicial), se observa la necesidad de compatibilizar algunos artículos procesales del nuevo CPP al Código del Niño y la Adolescencia, aquél en modelo ‘acusatorio’, éste en clave ‘inquisitiva’. A tales efectos, el Parlamento convoca a una comisión interdisciplinaria, muy poco plural, por cierto, integrada por Ministerio del Interior, Fiscalía y Poder Judicial, con el fin de confeccionar un anteproyecto de ley. El resultado fue que en el Senado se propuso cuadruplicar la privación de libertad como medida cautelar para los menores, de tres meses a un año, explosión punitiva que fue finalmente reducida a un aumento menor de tres a cinco meses. Esta nueva criminalización de los menores al interior de la inflación punitiva, tan característica de nuestros gobiernos progresistas de izquierda, ha superado todas las marcas de derechización político-ideológica conocidas. En efecto, la decisión no fue votada y fue protestada por toda la oposición: Pablo Abdala (Partido Nacional) y Ope Pasquet (Partido Colorado) la criticaron como infundada e injusta. Daniel Radío (Partido Independiente), se permitió la sangrienta ironía de mencionar la curiosa reversión de la consigna de la campaña del No a la Baja “ser joven no es delito”. La decisión viola todos los pactos de derecho internacional firmados por el Uruguay, la Convención de los Derechos del Niño, y recomendaciones de ONU y OEA; contradice observaciones de Inau, Unicef, Inisa e Inddh. En fin, es una perla más en el imparable trayecto de corrimiento al centro político-ideológico del FA, corrimiento que es, en el campo penal y de la seguridad, una derechización hasta más allá de lo que la misma derecha pediría, confirmando la transformación de los estados sociales en estados policial-penales y punitivos que previeron Claus Offe, Pierre Bourdieu y Loic Wacquant.   Etapas de la neo inflación penal Primera etapa: El Frente Amplio, en un periodo muy breve, comenzó su gobierno con un ministro, José Díaz, que intentó implementar la ideología política y la criminología que la izquierda había postulado tradicionalmente en los países democráticos; ejemplos de ello son la tan pobremente comunicada Ley de Humanización Carcelaria, la propuesta de reducción del tiempo de pena por trabajo y estudios, y la inserción laboral del liberado, entre otras medidas realmente progresistas. Pero poco duró la coherencia político-ideológica de la izquierda progresista, acosada fuertemente por la prensa opositora y la oposición política. Segunda etapa: La reversión o ‘derechización’ de las políticas penal, criminal y de seguridad tienen dos hitos muy claros desde el año 2008: la Ley de Procedimientos Policiales y la Comisión Interpartidaria de Seguridad Pública para una política de Estado en materia de seguridad, innecesaria dadas las mayorías parlamentarias disponibles y seguramente promotora de una derechización de las políticas. A partir de allí, la legislación penal, los procedimientos policiales y las decisiones judiciales iniciarán una escalada punitiva que llevará al Uruguay a los primeros lugares del mundo en procesados per cápita y a un honroso primer lugar del mundo en adolescentes privados de libertad per cápita (uruguayos campeones de América y del mundo). Ya en ese entonces se aprecia un endurecimiento de la política penal hacia los menores, con aumento de los máximos en delitos graves, seguido de crecimiento de los mínimos, surrealmente defendidos como posibilitadores de una mejor rehabilitación por legisladores que toda su vida sostuvieron, y con razón, lo contrario. Se retoma la punitividad creciente tradicional en el Uruguay, interrumpida de 2005 a 2007. Tercera etapa: La novedad, ahora, aproximadamente desde 2011-12, es una esquizoidía legislativa (erróneamente referida a veces como esquizofrenia) por la cual, por un lado, hay leyes impulsadas por la izquierda liberal joven (regulación del cannabis, matrimonio igualitario, derecho a la salud sexual y reproductiva, exagerada legislación de género) pero convenientemente contrabalanceadas por leyes más típicas del autoritarismo veterano (ley de faltas, tolerancia 0 al alcohol y drogas en el tránsito, internación compulsiva de drogodependientes, espionaje incontrolado a través del sistema Guardián). Un ejemplo paradigmático de esa esquizoidía legislativa, es el documento Medidas para la Seguridad y la Convivencia, emitido por el Gabinete de Seguridad al Parlamento en el año 2012: hay en él de lo más progre y joven a lo más regresivo y autoritario. La legislación crecientemente punitiva de los menores se consolida y supera las expectativas más optimistas de la derecha, como vimos.   Razones del hiper-derechismo Uno: El corrimiento electoral prospectivo al centro acarrea una derechización de lo que ya está en el centro-derecha del espectro, como las políticas penal, criminal y de seguridad. Dos: La influencia en los más veteranos de la criminología autoritaria soviética, que castigaba especialmente a los lumpen-criminales que no confiaban en el trabajo y en la redención proletaria del mundo, y a los decadentes burgueses, criterios que la izquierda defendió como oposición y como embrionario gobernante departamental. Se agregó la penosa convicción de que son los honrados trabajadores las víctimas del delito a defender frente a decadentes y lumpen, tal como difundió la tan dañina criminología del ‘realismo de izquierda’. Tres: En los últimos tiempos, las policías han importado criminologías nacidas bajo los gobiernos de Reagan y Thatcher para justificar endurecimientos legislativo, judicial y, sobre todo, policial; ideas siempre aceptadas por estresados ministros sin preparación en el tema de su cartera. Cuatro: Un enorme error de esta ideología criminal-penal y de seguridad es olvidarse de que los victimarios puntuales y coyunturales son, antes, víctimas estructurales de sus ahora víctimas puntuales y coyunturales. Esas seudo-pacíficas personas que piden seguridad aspiran a poder seguir explotando, evadiendo seguridad social, humillando, negreando sin que nada les pase por ello, y que sus víctimas no puedan reaccionar. Se olvida que todo gobierno que se considere de izquierda no debe cargar las tintas retóricas y prácticas de la seguridad en el castigo de los victimarios puntuales (aunque haya que hacerlo, claro), porque son víctimas estructurales, sino más bien en el castigo de los victimarios estructurales y criminógenos que, en el largo plazo preventivo real, son los que multiplican los victimarios puntuales y las víctimas puntuales. Cinco: No debe olvidarse que la inflación punitiva no ha reducido en ningún lugar del mundo, ni tampoco en el Uruguay, la criminalidad ni la infraccionalidad, y sí el hacinamiento, la no rehabilitación, las riñas carcelarias, los posgrados delictivos y la violencia resentida a drenar. Seis: Lo peor que ignora esa escalada punitiva con los menores es que multiplica su violencia, como han revelado a propósito de las cárceles distinguidas investigadoras inglesas que nos visitaron. En efecto, como los adolescentes privados de libertad aún están completando su desarrollo cerebral y la conformación de su equipamiento de respuestas a los estímulos del ambiente en que se vive, si se vive en reclusión, con toda la violencia simbólica y física que se experimenta, incluida la represión de liberación de energía vital, el cerebro se equipa con las matrices de respuesta a ese entorno y no adquiere el equipamiento para actuar en libertad, sin restricciones físicas y con oportunidades para resolver conflictos con argumentos y diálogo interpersonal y grupal. En pocas palabras, cuanto más joven y más tiempo se encierre a alguien, más violento saldrá. Y todo eso sin hablar del posgrado delictivo y la regresión emocional que se producen con la reclusión, que casi nunca rehabilita, salvo que se alienen en creencias religiosas imbecilizantes que reducen todo a la persecución del ubicuo culpable de todo mal: Satanás.   La deriva progresista La prensa y la oposición hostigaron inicialmente al gobierno de izquierda progresista en sus políticas penal, criminal, carcelaria y de seguridad; luego fueron llamadas a cogobernar en esos temas hasta que finalmente se han superado las aspiraciones de la derecha, que no tiene ya más que preocuparse; solo cuando la escalada represiva la propuso la derecha se opusieron (No a la Baja). Es mejor estrategia para la derecha dejarlos solitos, que ellos harán mejor los deberes por iniciativa propia. En apenas 10 años la izquierda ha sufrido una metamorfosis extraordinaria: el corrimiento al centro de la economía y la geopolítica junto con el autoritarismo populista en seguridad, crimen y menores, con sus fracciones líderes en ambos catastróficos procesos, AU y MPP, exhiben la mezcla central del cambalache político-ideológico gobernante. A cada izquierda tibia y sin transparencia la esperan los Piñera, Macri y Temer, salvo que se les anticipen y hagan lo que ellos quieren, pero enmascarados de izquierda progresista. Pero eso no vale la pena sustantivamente, salvo para mantener sillones y colocar compañeros. para mantener sillones y colocar compañeros.para mantener sillones y colocar compañeros.

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