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MUNDO URUGUAYO

MGAP dio otro paso por la preservación del ambiente

El Ministerio de Ganadería, Agricultura y Pesca (MGAP) prohibió la importación, registro y renovación de insecticidas que contengan el ingrediente activo Azinfos metil, Metidatios, Metomil y el herbicida Atrazina. Son utilizados para fruticultura, horticultura y control de aves plaga. “No tenemos problemas en el mercado, hacemos un análisis de riesgo y disminuimos inconvenientes o errores humanos en su aplicación”, dijo el director Francisco Montes.

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“Estos productos son utilizados para la producción frutícola, hortícola, así como para el control de aves plagas. Retirarlos del mercados significa fortalecer el concepto de la política pública de intensificación sostenible dentro de productividad, cuidado ambiental y salud humana y animal, de manera de reforzar la inocuidad alimentaria”, enfatizó el responsable de la Dirección General de Servicios Agrícolas, Federico Montes. En la oportunidad informó que, además de la prohibición de la importación, registro y renovación de insecticidas que contengan el ingrediente activo Azinfos metil, Metidatios, Metomil y el herbicida Atrazina, se restringió la importación, registro y renovación de los productos fitosanitarios a base del ingrediente Paration Metil formulados con suspensión de encapsulados con excepción de hormiguicidas formulados como polvo. También el producto fitosanitario a base del ingrediente activo Carbofuran en formulación suspensión concentrada para su uso en cultivos de papa, tomate, morrón y pimiento con la excepción del control de cotorra, cuyo uso se debe concretar con la autorización de técnicos del Ministerio de Ganadería en presentación granulada. Con la salvedad de la Atrazina, los demás productos llevan la etiqueta de Categoría I, correspondiente a los que se catalogan como altamente tóxicos para los humanos, los peces y las abejas, y el ambiente. Recordó que son productos que están “altamente cuidados” y se comercializan bajo receta profesional, para seguir dando garantía al consumidor final de que lo que está en la mesa contempla los parámetros de inocuidad. En referencia al herbicida Atrazina, manifestó que se utiliza internacionalmente pero demostró inconvenientes en el cuidado ambiental, sobre todo en la contaminación de agua subterránea. “No hemos tenido ningún problema en el mercado con estos productos. Lo que hacemos es un análisis de riesgo y tratar de disminuir posibles inconvenientes o errores humanos en su aplicación”, aclaró. El jerarca de Ganadería recordó que en Uruguay queda un remanente de los productos, por lo que se analizará el estock y de acuerdo a esa información se determinará el tiempo para cada producto en la vigencia en el país. Luego de un plazo de treinta días comenzarán las sanciones a productores que lo utilicen y a comercios que lo vendan. En tanto, la titular de la Dirección General de la Granja, Zulma Gabard, subrayó las políticas sectoriales y diferenciales para la producción de la granja, de manera de lograr una alimentación saludable. En ese sentido, explicó el uso y manejo seguro de plaguicidas, la georreferenciación de apiarios, la inscripción en el Registro Agrícola y la guía de buenas prácticas para la producción de miel. “En Uruguay se planta y cosecha el 96 % de lo que se consume en frutas y verduras. Además, la granja representa el 20 % de la mano de obra total del sector agropecuarios”, indicó. De acuerdo con una investigación académica, entre 2003 y 2010 las importaciones de herbicidas aumentaron 120 % y las de insecticidas se duplicaron. También crecieron las importaciones de fertilizantes como el nitrógeno y el fósforo de 300.000 toneladas en 2000 a 619.000 toneladas en 2010. Detrás de la expansión arrolladora de los últimos años de la agricultura y la forestación en Uruguay aparecen evidencias incontrastables del uso indiscriminado de químicos, con el consecuente deterioro ambiental y el riesgo de contaminación en alimentos y el agua. En efecto, la proliferación del uso de agrotóxicos está asociada directamente al notable desarrollo agrícola de Uruguay. El impacto de la forestación con fines industriales en este país, de 176.000 kilómetros cuadrados, es de tal importancia que pasó de 100.000 hectáreas plantadas en 1987, cuando se aprobó una ley de promoción, a casi un millón en la actualidad y aún quedan 2,2 millones habilitadas para ese cultivo. La superficie sembrada con arroz en la zafra 2008-2009 fue de 160.000 hectáreas, un sector de grandes inversiones brasileñas, y la de soja superó las 600.000 hectáreas, gracias a la llegada de capitales argentinos, según datos del Ministerio de Ganadería, Agricultura y Pesca.

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Un llamado a la reflexión

Todos los 3 de diciembre se conmemora el Día Internacional del No Uso de Agrotóxicos con el objetivo de llamar a la reflexión y toma de conciencia sobre el grave problema social y ambiental generado por la fabricación, uso y disposición final de los agrotóxicos. En la noche del 2 de diciembre de 1984, una planta de Unión Carbide en Bhopal, India, comenzó a filtrar 27 toneladas del gas mortal isocianato de metilo. Ninguno de los sistemas de seguridad diseñados para contener una fuga estaba en funcionamiento y esto permitió que el gas se extendiera por toda la ciudad. Medio millón de personas estuvo expuesto al gas, por lo cual unas 25 mil personas murieron. La fecha fue establecida por 400 organizaciones de 60 países recordando a las personas fallecidas a consecuencia de la catástrofe. Los impactos negativos de la fabricación, distribución, venta y uso de estos venenos son conocidos desde hace décadas. A pesar de ello su utilización sigue en aumento debido a la expansión de monocultivos agrícolas y forestales en gran escala. Por otro lado, nos encontramos con supuestas soluciones ―al uso masivo de agrotóxicos― propuestas por la industria y adaptadas por los gobiernos, como los cultivos transgénicos, de los que se dice utilizarán menos agrotóxicos. Pero esto es mentira, porque estos cultivos terminan demandando un mayor volumen de agrotóxicos a raíz de que las plagas y “malas hierbas” se vuelven resistentes a estos productos, con los consiguientes graves impactos tanto en el ambiente como en la población. En nuestro país se siembra soja y maíz transgénicos, acompañados por un paquete tecnológico de agrotóxicos y fertilizantes. Después de la eclosión de la soja, el uso de los agrotóxicos se ha incrementado notablemente y actualmente se están utilizando 6,7 litros de venenos por hectárea cultivada, siendo el 40 % de los mismos herbicidas. Esta forma de producción agrícola constituye, además, una de las causas del cambio climático. Contribuye al aumento de las emisiones provocadas por la quema de combustibles fósiles (petróleo, carbón mineral y gas natural) debido al uso cada vez más intensivo de maquinaria agrícola, de los distintos medios de transporte utilizados para trasladar el grano (especialmente camiones), de los sistemas de riego, etcétera. En el año en curso se han presentado casos importantes de contaminación en distintas fuentes de agua, siendo la más trascendente la detectada en la cuenca del Santa Lucía. Si bien es cierto que no se trata de un hecho reciente, lo cierto es que en los últimos años ha habido un aumento en la producción agrícola y forestal que ha contribuido a que esta situación se agudice. Uno de los contaminantes encontrados es la atrazina ―herbicida utilizado en el maíz y el sorgo, cultivos que predominan en la cuenca―, que tiene un período de actividad en el suelo de alrededor de cinco meses. Seguramente que en otras fuentes de agua existen residuos de otros agrotóxicos, especialmente de glifosato, por ser este uno de los herbicidas más usados en Uruguay, tanto en la soja transgénica, como en la forestación. Cada año en el mundo se intoxican cerca de tres millones de personas por el uso de agrotóxicos, de ellos más de 220 mil mueren. Esto significa 660 muertes por día, 25 muertes por hora. Un crimen impune y evitable.

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